Una tarde cualquiera. Aquí estoy, delante del ordenador,
echando una visual a lo que se cuece por las redes sociales y después de
colegir, tras la ración diaria de prensa digital, que pocos son los asuntos
sobre los que merece la pena reflexionar. Como ya estamos más pendientes de las
desaforadas compras navideñas, movidos por los reflejos del alumbrado que
adorna nuestras calles (tranquilos todos, que son led y apenas gastan un
suspiro), tampoco nos preocupamos demasiado en saber cómo anda el mundo.
Como mi madre me parió de culo intranquilo, aunque estuve
raquítico unos cuantos meses, la jormiguilla
me corroe y no me puedo estar quieto. Así me caigo. O si no, le doy al coco
porque la neurona necesita entrenamiento o se anquilosa. Y menos mal, porque si
me hubiese dado por ir a los bares, a estas alturas de la vida sería un
prestigioso borracho conocido.
Raro me pareció el hecho de que un ‘conductor de aviones’ de
cierta compañía aérea se quedase dormido a los mandos del aparato. Bueno, a los
mandos es un decir. Menos mal que tuvo la precaución de conectar previamente el
denominado piloto automático. Así, mientras el de verdad se echaba fuerte
sobada, como el otro era desconocedor del final de la ruta, vino a resultar que
cuando el titular abrió los ojos se percató de que ya se había pasado un montón
de kilómetros del destino. Se lo tomó con calma y no entró al cachetón limpio
con la máquina. Así que dio la vuelta y asunto arreglado. ¿Te imaginas que te
subas en Los Rodeos en un Binter, rumbo a La Gomera, y cuando miras por la
ventanilla ya sobrevuelas el faro de Orchilla?
Ahora que me acuerdo, sí que hubo un tema que me revuelve
las tripas. Ahora es Podemos el que se sube al carro del llamado lenguaje no
sexista o inclusivo y resulta que ya ha proclamado a sus “candidatxs”. Me
parece una solemne estupidez, por no escribir gilipollez. Si antes con la
arroba (@) y en la actualidad con la equis (x), habiendo pasado por el os-as,
piensan arreglar los problemas de discriminación
existentes, flaco favor están haciendo, y se hacen, los docentes incluidos en
sus candidaturas. Porque si cuando corrigen cualquier examen (¿o ya no se llama
así?) se enfadan con los alumnos que utilizan el sistema de los mensajes en los
móviles, deberían ser consecuentes en sus planteamientos. Ojalá todas las
contrariedades de este mundo se corrigieran con veleidades de tal porte. O con
cargar culpas contra la RAE por ir a remolque de los aconteceres sociales.
Es que por algo hay que empezar, se argumenta. Y la solución
pasa, parece, por complicar el lenguaje hasta extremos insospechados, enredando
los discursos y revoltillando las formas para demostrar que a los políticos lo
que les interesa es que nadie los comprenda. Gasten cuartillas en inutilidades.
Y cuando ellos y ellas estén hasta los cataplines y las cataplinas y los manden
al carajo y a la caraja, se irán a llorar a la plaza y al plazo para con
lamentos y lamentas elevar sonora queja y sonoro quejo de lo discriminado y
discriminada que este mundo cruel y esta munda cruela tiene a las mujeres y a
los mujeros. Y, claro (clara), no hay derecho ni derecha (bueno, derecha, sí, y
extrema también) a que nos tomen el pelo y la pela porque el barbero y la
barbera se pasan por los bajos fondos y las bajas fondas las adendas y los
adendos con los y las que concluimos y
concluimas los discursos y las discursas… Váiganse
pa´l carajo y la caraja todos ustedes y todas ustedas. Me tienen hasta las
huevas.
Hace unos días se cayó al mar un pasajero que iba de crucero
en el Aida Cara a unas 300 millas de La Palma. Venía el barco de Cabo Verde y
no se sabe si el interfecto consumió algún producto que lo hizo sentirse
eufórico y como consecuencia de la alegría se alongó demasiado en unas de las
tantas cubiertas y perdió el equilibrio. O le pesó más la cabeza, que se decía
antes. Pero también pudo elegir, conscientemente, este final para tomar como
lugar del descanso eterno la inmensidad del océano. Me enteré del asunto en uno
de los tantos digitales que ojeo cada día. Y me extraña que no haya sido en la
televisión autonómica, ente que se priva por un suceso, pues el 90% de sus
informativos se mueven alrededor de robos, asesinatos, violencias (machistas o
no), cabras muertas, ovejas mordidas, juicios por navajazos y un sinfín de
perlas más. ¡Ah!, y a los gritos del comentarista deportivo se han unido
últimamente los de cierto presentador folclórico, quien para señalar que se
encuentra en Artenara, mete tan fuerte chillido que lo oyen en Teno Alto. Si a
la exquisita programación hay que darle chance con semejantes berridos, abórrenme.
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