viernes, 7 de diciembre de 2018

Ya no es el mismo

A Fernando Clavijo le pasa algo. Dejarse la barba fue ponerse triste. Y eso no me gusta para mi presidente. Se le ve decaído, cabizbajo, meditabundo. Cuando él era todo alegría con su mochila al hombro. Si parecía Dora, la exploradora, con aquel espíritu jovial y dicharachero, descubriendo nuevos mundos y siguiendo las pistas.
Noten ustedes la diferencia entre la primera fotografía (actual) y la segunda en compañía de su antecesor en el cargo. Algo ha pasado. Y no creo que sea la zorrería del sauzalero la que le pueda estar causando esos dolores de cabeza. Que yo sepa Paulino aún no ha dado paso alguno para alejarse de Coalición Canaria. Ni en venirse para mi pueblo a echar una mano a Quico por si aún es posible resucitar al muerto. Donde el único concejal ha presentado su renuncia. Y ya se comenta que le han pagado con la misma moneda que él utilizó para con Oswaldo, Luisa, José María y resto del aquel grupo. Amarga medicina, en ese caso.
A Clavijo debemos reconocerle que haya sido capaz de aguantar en el gobierno con el apoyo de solo dieciocho diputados. Pero olvidamos el peso de los tres gomeros. Bueno, el de Casimiro, que los otros dos pintan poco aunque saben levantar la mano. Si observas la tercera fotografía, comprobarás que Curbelo, al pie de Agando, le indica cómo los tiene. Y así de grandes, no hay avestruz que le pueda hacer competencia. Para mí que Fernando, después de ese encuentro se halla acojonado, que es participio de acojonar, y que según mi diccionario significa “impresionar profundamente o dejar estupefacto”. Yo no sé si bastaría con un rezado para curar el susto. Pero cuando el de Vegaipala hizo tal gesto para señalarle cuáles eran sus atributos y cómo serían sus posibles reacciones, un par de hebillas de la mochila saltaron por los aires. Y el Roque, fiel testigo de la conversa. Vamos, que no echó a correr hacia Benchijigua y Lo del Gato porque el chófer no sabía por dónde se entraba a Pastrana, y sentía verdadero pánico de que tuvieran que sacarlo con una grúa.
Clavijo está triste. Ignoro si al no estar ahora aforado pasa más frío que antes. Pero ya no se le atisba esa chispa de pibito de otrora. Como aquel Ángel Llanos, el chiquito de Ofra. Y me apena, aunque no se dignara llamarme para cualquier trabajillo que me compensara la pensión. Aunque pienso irme unos días para La Gomera para ver si convenzo a quien ustedes ya saben. Lo malo es que para conseguirlo no puedo pisar Alajeró y siempre voy a Targa a saludar a un amigo. Que estoy en un dilema. Lo mismo me quedo como estoy. Si fuera más ambicioso, no obstante, ahora sería buena oportunidad para fichar por CC. A poco que me esfuerce tendría asegurado el número uno de la candidatura realejera.
En serio. Si la cara de Clavijo es el reflejo del alma de Coalición Canaria, amárrate los machos, Linares, porque el estampido puede ser de órdago. Y ya sabes que la formación donde no gobierna, hace aguas por todos los costados. Como pierdas la mayoría absoluta en tu reducto villero, el panorama del Valle será desconsolador, porque Puerto y Realejos no están para echar voladores.
Bueno, hoy fue corto el asunto. Lo que está a la vista no requiere espejuelos. Pero, de verdad, Fernando me tiene preocupado. Y las desapariciones de Manolo, también. Ya que se tercia, ¿se habrá apuntado Paulino al Imserso? Lo mismo coincidimos en un viaje y me cuenta algo más del decaimiento de Clavijo. De verdad, me tiene nervioso.

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