Vamos a parodiar al gran Pepe Monagas cuando después de una buena
ingesta de ron (de Arucas, por supuesto) volvía a casa en un estado de inestabilidad
total. Y cierto paisano que se tropezó con él, le expresó su parecer con un
expresivo “bonita mona lleva, maestro”. A lo que nuestro protagonista, sin
perder la compostura, le espetó: “Ya usted ve, y a mi mujer no le gusta”. O
algo así.
Ayer nos sorprendía Diario de Avisos con una información de este
Norte bajo el título de “El cura del Toscal-Longuera utiliza la misa para hacer
política”. Con un subtítulo que comienza así: “Tras la celebración de la
eucaristía […] se proyecta un vídeo…”. ¿En qué quedamos entonces, fue en misa o
después de finalizada? No todo vale para vender, estimados periodistas del
citado medio. Y mira que tengo amigos en esa plantilla.
Como sé de la preocupación, inquietud e implicación de
Gabriel en todo aquello que se relaciona con el barrio que me vio nacer y en el
que he vivido gran parte de los casi setenta años de existencia (entraré en
ello el próximo día 16, así que aprovechen para felicitarme), no me quedó más
remedio que acudir a la letra menuda, al nudo informativo, y no quedarme
solamente con el enganche de negritas, tipo grande.
No creo que Gabriel necesite quien lo defienda en estos
lances. Bien sabe que mi escepticismo religioso sigue estancado. Y que a pesar
de ello, tuvo la valentía, hace unos años, de invitarme a una amena charla para
que contara mis vivencias en el entorno de la Casona de La Gorvorana. Y no aconteció
la misma en alguna dependencia anexa al recinto religioso. No, fue en la propia
iglesia. Así que no sé a santo de qué vienen estas extrañezas de que dé a
conocer a todo el vecindario los pasos que desde la Comunidad se han dado en pos
de mejorar las condiciones de habitabilidad de este populoso núcleo poblacional
realejero. Salvo que existan sectores que entiendan que la labor de los curas
debe limitarse a ir con sotana y seguir a pie juntillas los predicamentos de
regímenes afortunadamente superados.
Pero los hay, no se vayan a creer. Y a veces me confunden
las concomitancias de algunos gobernantes actuales con las consignas de cierta
formación política que se presenta ahora como adalid de retrocesos sociales
jamás imaginados. Así que me fui al meollo de la cuestión:
Como el inquieto sacerdote –ojalá aparecieran varios cientos
y no ciertos carcamales que aún abundan– fue tan osado de publicar en las redes
sociales que el vídeo reivindicativo se proyectaría tras la misa en honor a la
patrona, Nuestra Señora de Guadalupe, comienza el desarrollo informativo con un
contundente “lo anunció y cumplió”. Coño, con perdón, pues menos mal que
alguien es consecuente. Por lo que el achaque político a la cuestión se cae por
su propio peso: los políticos no suelen cumplir.
Nuevo asombro periodístico ante el párrafo final de la
convocatoria: “Seguimos en la lucha por un barrio Toscal-Longuera mejor”. Algo
más propio, según el Diario, de una asociación de vecinos o de cualquier otro
colectivo social que de una comunidad eclesiástica. Así que, estimado Gabriel,
enciérrate entre las cuatro paredes del templo y no asomes el hocico para nada.
Y no se te ocurra demandar al ayuntamiento mejoras para que tus feligreses, en
suma, vecinos del barrio, vean mejoradas sus infraestructuras y servicios. Y
deja en paz la solicitud de una pronta solución a la que fue mi casa (La
Gorvorana), porque ese tema que el equipo de gobierno municipal ha encomendado
a unos estudiantes de una universidad privada, con los que vamos a quedar
privados (complacidos extraordinariamente) cuando dentro de doscientos o
trescientos años no quede ni una teja del histórico y emblemático edificio. Lo
tuyo es rezar para que yo me convierta y no molestes a la superioridad. Dicho
de otra manera, date golpes en el pecho, trágate tus preocupaciones, que los
curas reivindicativos están mal vistos por el poder establecido. Porque el
periódico contactó con nuestro estimado alcalde. Y a ello vamos.
Al señor Domínguez le ha molestado mucho que Gabriel anunciara,
y cumpliera, lo que había publicado. La actitud del cura constituye una falta de
respeto y un exceso de celo, declara. “Entiendo, defiendo y respeto que cada
uno se pueda preocupar por el lugar en el que vive y trabaja, pero considero
que todo tiene un límite”. Cinismo a la enésima de quien, y a las actas de las
sesiones plenarias me remito, veta por sistema cuanta iniciativa le puedan
plantear. Ni entiende, mucho menos defiende y, por supuesto, no respeta que
nadie ose discrepar de lo que puede parir su iluminado cerebro. Solo le falta
exigir a los curas que lo entren bajo palio a los oficios religiosos a los que suele asistir como católico creyente
y practicante. De ahí su queja al Obispado para que llame a capítulo al osado
revolucionario que ha colocado al frente de la Parroquia de mi barrio. Hombre,
qué se habrá creído el jovencito este. Que también reclama mejoras en su Güímar
natal, como si mi Luisita Castro no tuviera otras cosas en las que entretenerse.
Sálvame, Señor, de enemigos tales.
(concluimos mañana)
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