Me siento ante el teclado a las siete (diecinueve horas). Hoy tuve
que hacer unas diligencias y se me hizo más tarde de lo habitual. Además, los
miércoles vienen hijos y nietos y uno tiene que estar pendiente de esos asuntos
familiares. Por ejemplo, aprovechar que el más pequeño se duerme después de
comer y yo le acompaño para que no se sienta solo. Y luego quiero bajar la
barriga.
Estoy realmente contento de que a un blog sin mayores
pretensiones que las de plasmar mis opiniones sobre asuntos, casi siempre de
índole política, que me parecen de interés, se asomen tantos lectores. Ahí
tienen una captura de pantalla (*) en la que pueden echar una visual de las
visitas habidas a los artículos de esta semana. Nunca pensé que los dos
protagonistas de los comentarios de lunes, martes y miércoles dieran para
tanto. Pero a los números me remito. Y que conste que estas estadísticas
siempre son menores que las que indica el marcador que visionan ustedes cuando
cada día son tan amables de alongarse a los párrafos que Desde La Corona tengo
a bien redactar. Y con sumo gusto.
Tenemos encima un nuevo episodio de calima. Con unas
temperaturas anormalmente altas y que provocan más de un quebradero de cabeza a
los alérgicos y a otros afectados de jaquecas respiratorias. Por lo que la
caminata diaria de todos aquellos que transitamos avenidas del colesterol se
nos hace más cansina.
Y ya que menté el ejercicio físico, tan recurrente en estos
tiempos de comodidades sedentarias, volver a recordar a las autoridades que es
urgente una campaña contra los que aparcan en los pasos de peatones y sobre las
aceras. Qué suerte tienen los concejales de que ellos jamás tropiezan con estos
inconvenientes. Tampoco sé si la policía municipal vigila estos aspectos. A lo
peor no se dispone de una plantilla suficiente. El ayuntamiento de Santa Cruz,
al cumplir con todos los requisitos de estabilidad presupuestaria, ha
solicitado autorización para aumentar la suya. Si debo atenerme a las declaraciones
del que en sus ratos libres pasa por la Avenida de Canarias, aquí podríamos
aspirar al doble.
Añado, asimismo, la enorme cantidad de excrementos que debes
ir sorteando. Ayer bajé por La Gallera (enlaza el barrio de El Jardín con la
zona de El Castillo) y los hay de todas las marcas y colores. Como la pierna
aún no permite grandes alardes y debo mirar al suelo con frecuencia, nada
insinúo de los olores porque los tenis llegaron a casa sin aditamentos
perfumados. Menos mal.
Cuando leí la información de la enésima presentación del
proyecto de la piscina municipal portuense (y ya yo no sé si el alcalde es Lope
o Carlos), recordé que el pasado jueves, cuando regresé de La Gomera, paré un
rato en Guía de Isora, en uno de los restaurantes que se hallan en las inmediaciones
del Centro Cultural, Auditorio y Piscina. Sí, lo escribo con mayúscula porque
sentí envidia sana. Aunque no me extraña que en el Sur se consigan logros que
por este Norte no hallamos ni en fotografía. Porque sus alcaldes, sin importar
el signo político, son una piña cuando de reivindicar se trata. En el Valle de
La Orotava no somos capaces de ponernos de acuerdo ni para mancomunar servicios.
Cada cual entiende que su ombligo es el más bonito y ahí tropezamos con una
población de más de cien mil habitantes en este Valle de Taoro que navega en el
mar de la incompetencia. O en un mar de incompetentes.
En Los Realejos siguen elevándose quejas por malos olores de
Icod el Alto. Y por notorias deficiencias en el alumbrado público. Al tiempo,
la Asociación Cultural Luis Celso García Guadalupe (desconocía su existencia,
la verdad) presentó una solicitud para que se ponga en marcha un plan municipal
de accesibilidad que contribuya a eliminar barreras arquitectónicas.
Con respecto al primer asunto, me consta de que existe en
aquel núcleo conformado por siete cuarteles un movimiento asociativo importante.
Que ya amaga con manifestarse en las puertas del ayuntamiento si se sigue
haciendo caso omiso a las reivindicaciones planteadas. Porque este tema de la
gallinaza viene de lejos.
En relación al alumbrado público, se alega desde el Consistorio
que por la zona de El Castillo los amigos de lo ajeno se han llevado el cable
en más de una ocasión. Ignoro a quién corresponde la reposición. De ser al
propio ayuntamiento, qué bueno, se me ocurre, ser hermano de alguien importante
para sacar rentabilidad manteniendo al pueblo en penumbras.
Y la respuesta de la concejala a lo de las barreras
arquitectónicas no podía ser otra que la del manual, porque sin los sacas de
ahí se pierden: Estamos en ello.
Tendremos, eso dicen los meteorólogos, un episodio agudo de
polvo en suspensión. A fastidiarse tocan. Lloverá mas adelante porque cuando
marzo mayea, mayo marcea.
(*) Efectuada a las 9 de la tarde-noche.
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