miércoles, 15 de marzo de 2017

Pedro Sánchez

Soy plenamente consciente de que tras la lectura de bastantes periódicos digitales debo tener la infinita paciencia de hallar la media para quedarme con algo claro en la ‘disputa’ socialista para la secretaría general. Bueno, y en todo lo que se informa, en general. Proceso (aún no abierto oficialmente) en el que algunos se embarcaron cuando la nave sigue sujeta en el muelle, aunque expuesta a los fenómenos costeros adversos y a las impertinentes y molestas calimas. No sé si es por aquello del que da primero.
Patxi López y Pedro Sánchez llevan semanas recorriendo el país y ansiando ganar adeptos para cuando los militantes sean convocados a las urnas. Susana Díaz ha dicho que el 26 de los corrientes manifestará, el día después de la reunión de la Conferencia Política en la que la gestora socialista dé a conocer todos los documentos, políticos y económicos, elaborados para la celebración del Congreso en el mes de junio, su intención de optar, asimismo, a la dirección del PSOE.
Bien, cada cual mide sus tiempos como mejor cree conveniente. A lo que se publica acerca de apoyos del aparato, de los barones, de los mandamases y un etcétera amplísimo, todos los reparos posibles. Ejemplos tristes de situaciones anómalas en el pasado, bastantes. Y si ya en el PP canario hubo cuatro candidatos, con los rifirrafes a modo de etiqueta, junto a los consabidos de Podemos con el enfrentamiento palpable entre Errejón e Iglesias, normal se antoja que surjan aspiraciones.
Pero el titular del comentario de hoy indica que debo centrarme en la figura del que ocupara este puesto en el pasado inmediato y que acabó, harto conocido es, como el rosario de la aurora en un Comité Federal de triste recuerdo. Del que cada medio de comunicación publicó lo que su línea editorial sugería. Y del que cada miembro de dicho comité sacó a la luz las miserias que estimó oportunas. En el PSOE siempre ha existido la predilección por lavar en público.
Pedro Sánchez se erige en salvador de la línea zurda de la formación. Cuestión que choca con la inteligencia del españolito medio. Como lo es el lema de abogar por la unión que platica López en sus más escasas presencias mediáticas. Como si cuando entre en liza la tercera en discordia sostenga que en el término medio está la virtud. Fuegos de artificio. Personalismos en lugar de articular y definir una línea programática que haga creíble un proyecto e ilusione al potencial votante. Puede que entre ellos, yo mismo.
Sánchez olvida que siendo el máximo responsable del partido ya perdió dos elecciones generales. Con unos resultados desastrosos que recomendaban una retirada prudencial. Pues dar un paso al lado debe ser el procedimiento correcto ante la asunción de un fracaso estrepitoso. Y aunque en España no se estile el reconocer errores de bulto, va siendo hora de que los que llevan las riendas de la gestión pública hagan más exámenes de conciencia y menos laissez faire, laissez passer.
Aquellos que lo apoyan, más por un pulso a la dirigencia que por convencimiento, deberían, por muy legítimas que sean sus preferencias, recapacitar si un tercer intento es la solución. Porque no me vale (mi voto, junto al de otros miles de atónitos, podría ser el que incline la balanza) que ahora se plantee el acercamiento a Podemos como la panacea para desbancar a Mariano Rajoy. ¿Y por qué no esa posibilidad cuando se descendió a 90 diputados y se decantó por firmar con Ciudadanos un papel que nacía mojado y carente de credibilidad alguna? Amén de que el siguiente ensayo continuó el descenso.
Se vuelve a generar un clima de enfrentamiento, con publicidad gratuita en cada rincón, en unos momentos en los que solo queda el remar en la misma dirección. Y vuelven a tropezar en la misma piedra para general regocijo de los adversarios.
Pedro Sánchez es cabeza visible del bajón electoral. Y no puede ahora arrogarse representatividad alguna. Yo no discuto valías ni cuestiono conocimientos. Pero su tren pasó y aunque logre alcanzarlo en el próximo apeadero, la catenaria está gripada. Tampoco sé, de adivino tengo poco, si la andaluza es capaz de poner el rumbo adecuado. Pero mejor que ella, en estos momentos, no se vislumbra. Sería el mal menor de los tres aspirantes. Y que una mujer tome las riendas es una experiencia ilusionante. O ya va siendo hora.
Esta es la opinión de alguien que no participará en esas primarias. Pero que acude a votar cada vez que se convocan elecciones. Y tiene su tino. Por lo que el sentido común le dicta que si gana Pedro Sánchez y retorna a la secretaría general, le votarán en las próximas generales (suele ser candidato a la presidencia del Gobierno el máximo representante del partido) los que le han apoyado en esta última travesía. Pero con ello no tendrán ni para llegar a cincuenta diputados porque la afiliación brilla por su ausencia. Y a lo peor estoy siendo demasiado optimista.
Estos pareceres de uno de pueblo no llegarán a las alturas madrileñas. Ni habrá mensajeros que los remitan. He invitado a patear senderos de La Gomera a Zapatero y a Sánchez. Ni el uno ni el otro. En medio de tanta naturaleza hubiésemos sacado algo en positivo. Como no se puedan aprobar los Presupuestos Generales del Estado y haya nueva convocatoria electoral, lo mismo me veo en la tesitura de dar una caminata con Mariano. Y nos acompañará Angela.
Y no crean que en Tenerife, y en Canarias, la situación es muy distinta. ¿Hago otro llamamiento a las agrupaciones locales? Hoy no toca.

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