Te juro –o puedo prometer y prometo– que tenía preparado, y
medio redactado, un compendio de opiniones y comentarios relacionados con el
interesante afer de las primarias socialistas. En el que es tanta la falta de
respeto que observo en los andares zigzagueantes (sinuosos, ondulados, tortuosos)
que reculé y me dije: ¡Qué necesidad!
Discrepar debe ser sano ejercicio, porque si todos
pensáramos de manera uniforme, vaya aburrimiento. Ahora bien, que impere el
rendibú. Sin pasarse. Como llevo varios días dándole vueltas al magín, un día
de estos me presento en la agrupación local del PSOE y solicito mi reingreso.
Lo mismo el partido está necesitado de savia nueva, no contaminada. ¿Por qué te
ríes? ¿Son incompatibles, acaso, ideas, ilusión, ganas, proyectos y deseos con
la edad?
Imaginemos por un momento que aquellos que formamos parte de
cualquiera de las seis corporaciones municipales socialistas en Los Realejos durante
la etapa democrática, nos propongamos dar nuestro apoyo al candidato del
partido en las próximas elecciones –supongamos que Miguel Agustín, en buena
lógica– y aparezcamos junto a él, y toda la candidatura, en el acto de la
presentación. ¿Estaríamos deslegitimados por meras razones de fecha de
nacimiento? El hecho de que superemos en unas cuantas décadas a los que ahora
transitan las dependencias de la Avenida de Canarias, ¿nos inhabilita por
carrozas, carcas o vieja guardia? Flacas memorias. Algunos nacieron en el
denominado estado del bienestar y ahí siguen flotando. Lecciones, las justas. Y
hazme el favor de mirarte al espejo.
Ya está. Punto pelota. Qué fácil es acudir a Facebook y
soltar exabruptos para desahogar frustraciones. Y si es de manera anónima bajo
perfiles falsos, qué gustazo. Cuánta lástima de quienes no habiendo dando gongo
en su vida (ni en bajada) se erigen en adalides de ¿qué? ¡Oh!, fíjate tú que
atisbé a enemigos acérrimos de la línea editorial de La Razón darle la ‘ídem’
por la información del diario acerca de la presentación de Susana Díaz.
Chiquita falta de ignorancia.
Ayer tuve que aparcar un rato en la explanada del futuro
puerto del Puerto. Y me di una vuelta mientras esperaba. Cuando uno se jubila,
ve teniéndolo en cuenta para cuando te toque, se convierte en conductor oficial
de la familia. Y me percaté de la presencia de unos carteles informativos que
prohibían pasar al muro de contención de la escollera. Eran tantos los que paseaban
por allí que me dieron unas ganas enormes de subirme yo también. Y lo hice. Ya
sé que pequé gravemente, más aún en vísperas de Semana Santa (hecho que se
añade a las disputas escritas en Internet, bien sea por desavenencias con el
párroco, bien por no haber asistido el alcalde ─o sí, que vale un roto y un
descosido─
a la presentación del cartel y programa), pero te lo explico. Lo hice adrede a
la espera de que me localizara un agente de la policía con el que poder
mantener amena charla.
Desde que puse el pie en el suelo tras dejar el coche en los
alrededores del faro, no menos de cuatro sujetos me observaban atentamente.
Como al principio me quedé apoyado al vehículo, pensarían que simplemente iba a
esperar a alguien. Y siguieron a lo suyo en ameno cónclave. Allá cuando me
pareció, me di una vuelta por los contornos (que fue cuando me di el garbeo por
donde antes te mencioné) y atiné a contar no menos de otra media docena de
individuos (mariconera a la cintura) que debían estar supliendo a los guindillas
que eché en falta. Porque ordenaban el tráfico, indicaban aparcamientos libres
y solicitaban la voluntad. Hecho que se traduce monetariamente en un euro
mínimo. Si no te avienes a razones y recurres a lo de espacio público o algo
parecido, atente a las consecuencias.
Como el presidente del Cabildo está de un frenético perdido
en Puerto de la Cruz, le ruego encarecidamente que busque una finca alternativa
para cuando se inicien las obras del puerto deportivo, comercial y turístico.
Le sugiero que arranque las que quedan por la zona de La Dehesa y haga un parquin
para varios miles de coches. Establezca a continuación un buen servicio de
guaguas-lanzadera y habremos solventado el caos de tráfico cuando los vehículos
pesados deban trasladar el material. Al tiempo, ocuparemos unas decenas más de
cobradores improvisados.
¿Y por qué no, se preguntarán ustedes, no demando esta
cuestión a los responsables municipales? Te contesto con más interrogantes: ¿Tú
has visto bien cómo está el pavimento de sus calles? ¿Te has fijado en las
basuras por todas partes? ¿Volvemos al espinoso tema de sus instalaciones? Y
todas las que se te ocurran. Como quien debe coordinar está muy ocupado en
quehaceres externos…
Y hasta aquí llegué hoy. Mañana más.
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