Y ¿cómo ─dirán
algunos─ vamos á oponernos á
que en una reunión más ó menos numerosa se falte por varios ó por muchos á lo
que de ellos exige la mas rudimentaria educación? La autoridad tiene sus
agentes, y estos deben ser advertidos para que, bajo ningún pretexto consientan
la transgresión de los preceptos más sencillos de la moral y de la higiene. En
los Estados Unidos; en la populosa ciudad de New-York, no se consiente que
individuo alguno permanezca ebrio en ningún sitio público, y menos que falte á
los demás con palabras ó ademanes groseros. Los policemens se encargan de separarlo del concurso, sin ruido, sin
altercado, de una manera delicada y conveniente, y allí, donde hasta los
borrachos prestan respetuosa obediencia á la autoridad, la libertad individual
es omnimoda mientras no traspase las conveniencias sociales. Aquí, en estas
tierras monárquicas, donde parece que debiera empezar el más cumplido respeto
al superior, se toma por insulto la reprensión, y por vejamen la medida
represiva del escándalo. Seamos menos petulantes, y seremos más libres;
respetemonos más á nosotros mismos, y nos veremos más respetados por los demás.
Y estas amonestaciones van encaminadas particularmente á los jovencitos á
quienes antes hemos hecho referencia.
No hay edad mas peligrosa que la de los quince años. Si una
inteligencia recta ó una mano cuidadosa no se oponen al vicioso desarrollo de
esas tiernas plantas, prontas á inclinarse del lado que sopla el vendabal, el
árbol crecerá torcido. No todos los padres, por desgracia, pueden servir de buenos
jardineros. Reemplácelos, pues, la administracion pública, y en la calle, y en
el café, y en la plaza, y en la festividad, enséñese á conocer á los jóvenes,
que la sociedad es respetable; que no en vano pueden romperse los lazos que con
ella nos ligan, y que asi como el hombre que entra en una reunión debe guardar
los miramientos que le son debidos, del mismo modo debe comportarse en todo
sitio público, donde, si puede hallarse algún pobre y desgraciado ser digno del
anatema de sus semejantes, aun por ser hombre debe ser respetado, debiendo hacer
abstracción de sus reprobados hechos. Mañana, cuando hayan ascendido al noble
puesto de ciudadanos; cuando sean padres de familia y hayan sido llamados á
desempeñar destinos y cargos públicos por delegación de sus convecinos,
conocerán entonces que aquellas enseñanzas y aquellas reprensiones eran
indispensables para hacer de ellos hombres dignos y constituir un pueblo culto,
que no lo es tan solo porque se le vea asistir á misa todos los domingos y
fiestas de guardar, sino por la elevación de sus sentimientos y por la noble
rectitud de sus miras. Agradeceremos, pues, á nuestra celosa autoridad local
que en solemnidades cívico-religiosas no sigan dándose espectáculos tan poco
dignos, no ya de hombres medianamente cultos, sino de toda sociedad
regularmente organizada”.
Independientemente de filiaciones políticas o sentimientos
religiosos, el mensaje, con los matices de rigor, podría ser fácilmente
extrapolable. Como uno tuvo la oportunidad de sumergirse en archivos y hemerotecas,
durante largas estadías, para pergeñar un pequeño tratado de cómo la prensa
reflejó el fenómeno de la instrucción pública, tan deficiente y cuestionada, en
el periodo comprendido entre los ciclos republicanos de esta España nuestra, y
más concretamente en el espacio geográfico del Norte de Tenerife, cada vez está
más convencido de que no hay nada nuevo bajo el sol (sub sole nihil novi est). Y leer, por ejemplo, una memoria anual de
cualquier maestro que ejerciera en aquel entonces, y compararla con la
situación actual, donde los cambios legislativos implican más de un quebradero
de cabeza, diera la impresión de que ciertos tiempos no han corrido paralelos a
los avances en otros campos.
Espero y deseo que hayan disfrutado de estos pasajes de años
idos que esta semana hemos sacado a colación. Seguiremos hurgando. Hasta la
próxima.
Nota aclaratoria: Las fotografías que ilustran las entradas
de ayer y hoy pertenecen al fondo de Fedac (Fundación para la Etnografía y el
Desarrollo de la Artesanía Canaria), organismo dependiente del Cabildo de Gran
Canaria.
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