viernes, 24 de marzo de 2017

¿Dónde vas, PSOE?

Atónito contemplo el despliegue de improperios y diatribas, cuando no navajazos directamente, que se estilan en el precalentamiento socialista. Que conducirá, indefectiblemente, a la elección de un secretario general o a que salte por los aires una historia centenaria. Con luces y sombras, pero con un bagaje de avances sociales en el país solo puestos en solfa por aquellos que añoran el palo y tentetieso. Y como ya uno alcanzó la edad en la que se cree capacitado para entender que amor no quita conocimiento, se siente triste, tremendamente acongojado, ante el desfile de imágenes y sentencias que enturbian un procedimiento que se consideró modélico en su momento y que el resto de formaciones políticas han terminado por aceptar. Me refiero, claro, a la manera de afrontar el nombramiento de los cargos orgánicos a través de las denominadas primarias.
Bien me parece, y ahí radica la grandeza de la libertad de cada cual, que los llamados a las urnas, en este caso solo los militantes, se decanten por quien crean conveniente. Porque se da la paradoja de que aún no se ha abierto el proceso y ya llevamos semanas, si no meses, con tiroteos permanentes. Y flaco favor se están haciendo. Si no es un harakiri, casi. Da la impresión de que algunos se regocijan cuando ven las tripas del “compañero” saliendo bien calientes por la sugerente sajada abdominal.
Leí ayer el siguiente titular en El Huffington Post: “La batalla del PSOE comenzará oficialmente el 1 de abril”. Pues menos mal. Deduzco que hasta ahora solo han existido escaramuzas sin mayor trascendencia e importancia. Amagos, como quien dice. Vaya mes, entonces, el que se avecina. Con calvarios y crucifixiones de por medio.
Se abrirá la veda y redes sociales o medios de comunicación tradicionales se convertirán en escenario propicio de películas bélicas. Lo mismo se nos trasladan los contendientes a los platós cinematográficos almerienses para los duelos de rigor. Siempre jaleados por sus acólitos. Qué pena, cuánta lástima.
Dolor inmenso, intuyo, en cientos de miles de potenciales votantes. Porque ese ungido deberá, en buena lógica, ser el candidato en las próximas elecciones generales. A los que se ‘ilusiona’ con escenas tan poco gratificantes. Tristeza profunda en centenares de agrupaciones regadas por la amplia geografía española, que dan la cara por un socialismo íntegro en sus respectivas comunidades vecinales y que deben hallarse en profundo abatimiento por los circos que se  montan.
Alcaldes, concejales y representantes varios que salen a la calle cada día y se verán sometidos a preguntas, cuando no a chanzas y burlas, porque en la tele, en el periódico, en el bar o en la plaza se vislumbra cómo se destroza un patrimonio que se ha ido cimentando desde aquel lejano 2 de mayo de 1879. Y todo porque unos ‘iluminados’ no son capaces de medir posibles consecuencias.
Me alegra, no obstante, que voces ecuánimes no pierdan la esperanza. Y lancen mensajes de unidad en medio de las refriegas. Que claman para que impere la concordia porque en este trance no hay enemigos, ni siquiera adversarios. Que abogan porque cese la cerrazón de aquellos que alegremente publican mensajes que destilan odios y resquemores contra inquilinos del mismo edificio.
Cómo es posible, pregunta este ingenuo opinador (u opinante), que no se percaten del daño que se infligen con estos cruces de acusaciones sin sentido, con una visión tan obnubilada como insensata. El tremendo perjuicio que causan a la organización, de la que dicen, para mayor inri, sentirse orgullosos de pertenecer. No, ya está bien del símil de los lavaderos y me niego al machaqueo. Abran los ojos, despierten de tan horrible pesadilla.
Tardando están todos aquellos que sí van a ser partícipes de este magno acontecer que se avecina y que desembocará en el 39º Congreso Federal, en demandar un cese de las hostilidades. Y como siempre invoco a un llamamiento de abajo hacia arriba. Manifiéstense cargos públicos de todos los rincones. Alcen la voz por todos los medios a su alcance y que ruede la bola. Olviden (quizás me atreva a plasmar lo de marginen) baronías, hojas de ruta, liderazgos, dirigencias y propaguen dosis de cordura, juicio, discreción. Echen a volar tantas palomas blancas que disipen el negro manto de la incertidumbre.
Sí, discrepar no es malo. Intercambiar opiniones, muy sano. Pero respeten las reglas de juego. O es, acaso, más gratificante acabar como ciertos partidos de fútbol donde los contendientes son niños. O como las peleas entre colegiales. Imágenes que acaban ‘colgadas’ para general regocijo de toda la concurrencia. Por favor.
Voten por quien les dé la gana, pero con fundamento. Compórtense, que ya son mayorcitos. ¿O no?
Y tengan todos, en especial los que siguen mis reflexiones, un muy feliz fin de semana. No se mojen y abríguense.

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