miércoles, 22 de marzo de 2017

Del y de la

Del pomposamente denominado Debate sobre el estado (¿futuro?) de la Nacionalidad me quedo con las gafas de Australia Navarro. Junto al amplio surtido de Kiko Barroso, de lo más fashion de estos contornos. Nada me extraña su definición del presidente como un hombre triste y sin ganas. Además, con una mochila tan cutre y más sobada que un pasamanos.
De la septingentésima octogésima novena renovación de CC me quedo con el reenganche del dimitido Barragán. Le da un toque de modernidad a una formación que demandaba este cambio de aires, esa nueva imagen fresca y lozana.
Del MercArona de Las Galletas me quedo con la felicitación por echarle ingenio a la ocurrencia. Competir en este campo de la alimentación necesita grandes dosis de inspiración, máxime en tiempos de crisis. Un destello visual equiparable al cartel de la autopista. Sí, el de la frase ingeniosa que nos saluda cada día.
De la primera comparecencia publica del exministro Soria me quedo con su decidida apuesta por las energías renovables. Y es ese sugerente movimiento de brazos que tiene cuando conferencia símil perfecto de las aspas de los aerogeneradores de eje vertical. Fue, qué decirte, una vuelta al ruedo.
Del lenguaje inclusivo que demanda Podemos en los discursos de los otros me quedo… con nada, porque como yo no lo uso, pues lo entiendo artificioso e innecesario, se me tildará con el consabido calificativo. “Bonito en apariencia pero artificial en el fondo”, dijo Santana ayer. Usted lo ratifica.
De la tremenda cornada sufrida por un torero me quedo con la tremenda puntería del astado. Fue una violación en toda regla. Y no de los derechos humanos. Más bien una defensa de otros. Para que luego digan que los cuadrúpedos no tienen sentimientos.
Del supuesto lío que montó Angelina Jolie en su visita al Arzobispo de Canterbury (fotografía) me quedo con el hecho de que frío lo hemos pasado todos alguna vez en la vida. Cosas de periodistas que se quedan en las formas. Además, no vislumbro disgustado al reverendísimo por la falta de la supuesta prenda.
De la contratación de la hermana del alcalde de Adeje como asesora me quedo con la legislación que permite estas acciones con los puestos denominados de libre designación. Y quién mejor que un familiar para desempeñar cometidos tales. Son tantos los ejemplos.
Del turbio asunto de la detención de dos extranjeros por suplantación de identidad en un examen del permiso de conducir me quedo con que la picaresca ya trasciende nuestras fronteras, hecho que debe congratularnos porque ya somos capaces de exportar genuinas esencias latinas. Bien.
De la promesa de tiempo atrás acerca del regalo de dos libros me quedo, tras sus lecturas, con el aprobado a “Los Realejos, mis vivencias (1939-1975)”, de José Hernández, y el suspenso a “El universo mínimo”, de Jordi Solsona. Por supuesto, cuestión de gustos y pareceres. Y no es por lanzar una pulla (que no puya; ay, el yeísmo).
Del disputado voto del señor Quevedo para la aprobación de los PGE me quedo con la siguiente reflexión a modo de pregunta: ¿Qué fuerza nacionalista (supuesta) se quedará con la eterna cantinela de que gracias a nosotros la agenda canaria es una realidad y tal y cual?
De la nueva web de turismo del ayuntamiento de Vallehermoso me quedo con las magníficas realidades de la piscina y el jardín botánico del descubrimiento. Con minúscula, para no herir susceptibilidades.
Del juicio del caso Yate (Yaiza, Lanzarote) me quedo con el hecho de que no sales tan mal parado si admites tu culpabilidad y alcanzas un acuerdo con el fiscal. Y pelillos a la mar (en Playa Blanca) con malversaciones, apropiaciones indebidas, cohechos, sobornos… No me extraña que por aquellos lares se encuentre El Golfo.
De la redacción de todo lo anteriormente expuesto me quedo con el hecho de que los incondicionales de siempre harán posible que mañana vuelva a estar aquí. Con nuevos bríos, que ya es primavera. Y la sangre, ya se sabe.

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