martes, 28 de marzo de 2017

Pueblos agradables

Ayer quise desintoxicarme un poco no leyendo demasiado la prensa. Tampoco realicé un seguimiento exhaustivo en las redes sociales. Caminé algo por la mañana porque a las dos de la tarde tuve que acudir al centro médico para que volvieran a conectarme, pues tenía programado un Holter de presión arterial (24 horas). Y utilizo el verbo volver puesto que se trata de la tercera o cuarta vez que deben realizarme la prueba. Si te digo la verdad, ya estoy cansado de que la sistólica se disparate mientras que la diastólica se mantenga dentro de los baremos de la normalidad, o incluso por debajo. Lo mismo es que me obsesiono demasiado con circos políticos (y otros no tanto) y en vez de írseme el santo al cielo, se me va la tensión a las nubes.
Pero, eso sí, tuve tiempo para pensar. Y recordé una conversación con un amigo de los que participamos en algo llamado política activa (cargo público) allá por la década de los ochenta del pasado siglo. Que ya uno tiene sus años. Sosteníamos ambos que si tuviésemos la infeliz ocurrencia de volver, nombraríamos, ipso facto, un concejal de estética. Ya que si por algo se destacan los remiendos municipales en las infraestructuras es por el mal gusto y las chapuzas. Después de pasarse varios meses con el desconchado. Para que luego presuman los gobernantes de tener superávit. Pues yo prefiero que haya déficit siempre que los vecinos tengan todas sus necesidades bien cubiertas.
Ese concejal de buen gusto que te comentaba será como el antiguo recorredor de las fincas y tendrá que patear el pueblo de arriba abajo y del naciente al poniente cada día de la semana. Y presentar un balance semanal de los deterioros, posibilidades de arreglo y propuestas para embellecer el entorno urbano. Queda eliminado el actual de obras y servicios, máxime cuando en la mayoría de municipios se han privatizado o se hallan bajo la figura de un gerente de empresas municipales.
Cada vez que voy a Gran Canaria me sorprendo de lo equivocado que estaba un señor que dirigía cierto periódico, amén de ser el propietario. Por cuyo discurso, que rayaba el insulto en las más de las ocasiones, nuestro pueblo le concedió el honor de rotular una calle con su nombre. No solo los cascos antiguos, sino rotondas, plazoletas, aceras y, en fin, cualquier espacio aprovechable, se encuentran magníficamente adecuados. Con esculturas y monumentos por doquier. Porque motivos sobran.
Mucho nos queda por aprender. Y como Los Realejos posee bastantes núcleos poblacionales, yo creía (y te lo cuento con absoluta franqueza) que Adolfo podía darle un toque de belleza a la Villa de Viera. Lo creía capacitado para tal iniciativa pues entiendo que posee el gusto adecuado para ese cometido. Pero los calderos que deja al fuego el alcalde requieren mucho tiempo. Y comprendo que no dé para más. Y, además, siguiendo los consejos equivocados de la superioridad, no acepta propuestas de nadie. Menos mal que existen algunos colectivos a los que de vez en cuando, o muy de tarde en tarde, se les pasan ideas por la cabeza y como han sido capaces de aportar euros para llevarlas a la práctica, han salido para adelante varios proyectos. Porque ya se sabe que el beneficio de las arcas públicas es para las campañas preelectorales de piche.
De igual manera que este post va ilustrado con cuatro muestras de una serie dedicada a los juegos infantiles, ubicada en el Cruce de Arinaga (Agüimes), invito a los realejeros que cuando vayan por los rincones de aquella isla se dediquen a traer muestras fotográficas y a colgarlas en las redes sociales. E insinuemos al grupo de gobierno que se haga algo parecido aquí. No creo que nos contesten negativamente porque carecemos de parques y lugares dedicados al ocio ciudadano.
No es suficiente lo poco que podemos vislumbrar en la actualidad. Y si se va a recurrir al pasado (eterna cantinela de mal gobernante), a los que estuvieron antes, vaya en su descargo que era prioritario el dotarnos de instalaciones educativas, deportivas, centros sociales y otras tantas (tan sencillas como la luz y el agua) con las que sacar de la miseria a la población. No nos jactemos de que nos sobra dinero y hagamos posible un pueblo bonito, un pueblo para vivir, un pueblo agradable.
Y cuando se haya cambiado de fisonomía, háganse todas las fotos posibles. Y proclamen a los cuatro vientos que la idea fue de ustedes. No olviden las magníficas rotondas de El Castillo. Cuánto prestigio para entrar a una Villa Histórica. No, no es suficiente el cacho de hierro con iluminación nocturna. Tanto concejal liberado y qué pocas luces. Que no solo de metopas se puede vivir.
Ya está. Otra para la papelera. Y no de reciclaje. Hasta mañana.

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