Ayer quise desintoxicarme un poco no leyendo demasiado la
prensa. Tampoco realicé un seguimiento exhaustivo en las redes sociales. Caminé
algo por la mañana porque a las dos de la tarde tuve que acudir al centro
médico para que volvieran a conectarme, pues tenía programado un Holter de
presión arterial (24 horas). Y utilizo el verbo volver puesto que se trata de
la tercera o cuarta vez que deben realizarme la prueba. Si te digo la verdad,
ya estoy cansado de que la sistólica se disparate mientras que la diastólica se
mantenga dentro de los baremos de la normalidad, o incluso por debajo. Lo mismo
es que me obsesiono demasiado con circos políticos (y otros no tanto) y en vez
de írseme el santo al cielo, se me va la tensión a las nubes.
Pero, eso sí, tuve tiempo para pensar. Y recordé una
conversación con un amigo de los que participamos en algo llamado política
activa (cargo público) allá por la década de los ochenta del pasado siglo. Que
ya uno tiene sus años. Sosteníamos ambos que si tuviésemos la infeliz
ocurrencia de volver, nombraríamos, ipso facto, un concejal de estética. Ya que
si por algo se destacan los remiendos municipales en las infraestructuras es
por el mal gusto y las chapuzas. Después de pasarse varios meses con el
desconchado. Para que luego presuman los gobernantes de tener superávit. Pues
yo prefiero que haya déficit siempre que los vecinos tengan todas sus
necesidades bien cubiertas.
Ese concejal de buen gusto que te comentaba será como el
antiguo recorredor de las fincas y tendrá que patear el pueblo de arriba abajo
y del naciente al poniente cada día de la semana. Y presentar un balance
semanal de los deterioros, posibilidades de arreglo y propuestas para
embellecer el entorno urbano. Queda eliminado el actual de obras y servicios,
máxime cuando en la mayoría de municipios se han privatizado o se hallan bajo
la figura de un gerente de empresas municipales.
Cada vez que voy a Gran Canaria me sorprendo de lo equivocado
que estaba un señor que dirigía cierto periódico, amén de ser el propietario. Por
cuyo discurso, que rayaba el insulto en las más de las ocasiones, nuestro
pueblo le concedió el honor de rotular una calle con su nombre. No solo los
cascos antiguos, sino rotondas, plazoletas, aceras y, en fin, cualquier espacio
aprovechable, se encuentran magníficamente adecuados. Con esculturas y
monumentos por doquier. Porque motivos sobran.
Mucho nos queda por aprender. Y como Los Realejos posee bastantes
núcleos poblacionales, yo creía (y te lo cuento con absoluta franqueza) que
Adolfo podía darle un toque de belleza a la Villa de Viera. Lo creía capacitado
para tal iniciativa pues entiendo que posee el gusto adecuado para ese cometido.
Pero los calderos que deja al fuego el alcalde requieren mucho tiempo. Y
comprendo que no dé para más. Y, además, siguiendo los consejos equivocados de la
superioridad, no acepta propuestas de nadie. Menos mal que existen algunos
colectivos a los que de vez en cuando, o muy de tarde en tarde, se les pasan
ideas por la cabeza y como han sido capaces de aportar euros para llevarlas a
la práctica, han salido para adelante varios proyectos. Porque ya se sabe que
el beneficio de las arcas públicas es para las campañas preelectorales de piche.
De igual manera que este post va ilustrado con cuatro
muestras de una serie dedicada a los juegos infantiles, ubicada en el Cruce de
Arinaga (Agüimes), invito a los realejeros que cuando vayan por los rincones de
aquella isla se dediquen a traer muestras fotográficas y a colgarlas en las
redes sociales. E insinuemos al grupo de gobierno que se haga algo parecido aquí.
No creo que nos contesten negativamente porque carecemos de parques y lugares
dedicados al ocio ciudadano.
No es suficiente lo poco que podemos vislumbrar en la
actualidad. Y si se va a recurrir al pasado (eterna cantinela de mal
gobernante), a los que estuvieron antes, vaya en su descargo que era
prioritario el dotarnos de instalaciones educativas, deportivas, centros
sociales y otras tantas (tan sencillas como la luz y el agua) con las que sacar
de la miseria a la población. No nos jactemos de que nos sobra dinero y hagamos
posible un pueblo bonito, un pueblo para vivir, un pueblo agradable.
Y cuando se haya cambiado de fisonomía, háganse todas las
fotos posibles. Y proclamen a los cuatro vientos que la idea fue de ustedes. No
olviden las magníficas rotondas de El Castillo. Cuánto prestigio para entrar a
una Villa Histórica. No, no es suficiente el cacho de hierro con iluminación
nocturna. Tanto concejal liberado y qué pocas luces. Que no solo de metopas se
puede vivir.
Ya está. Otra para la papelera. Y no de reciclaje. Hasta
mañana.
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