Hoy vamos de números. Porque llevamos unos días en los que
hablamos mucho de presupuestos. El ímprobo trabajo de Mariano Rajoy encaminado a
la búsqueda y captura de los votos necesarios para que el Congreso de los Diputados
dé luz verde al proyecto que Montoro le entregó recientemente a la señora
Pastor, va dando sus frutos.
Los canarios estamos de enhorabuena. Ya echábamos en falta
las lluvias de millones con las que nos sorprendía Paulino Rivero años atrás.
Ayer se fue una nutrida representación isleña a la capital del reino para
firmar el contrato por el que Clavijo pasará a la historia reciente de esta
nacionalidad ultraperiférica. Unos 1300 millones vendrán a Canarias. Aquellos
que dudaban de la capacidad de la diputada Oramas, y que cuestionaban sus dotes
negociadoras, tendrán que tragarse las manifestaciones vertidas en los diferentes
medios de comunicación. La sonrisa de Barragán y la mirada cómplice de Antona
pusieron el broche de oro a momento tan glorioso. Las fotografías inundaron las
redacciones y los medios audiovisuales se hicieron eco del hito trascendental.
A punto estuve de que se me saltaran las lágrimas. No fue para menos. La
historia enmarcará estos hechos sin parangón.
Una pena que solo sea un voto. Si los canarios no nos
hubiésemos equivocado en las últimas elecciones, ahora mismo estaríamos
llamando a todos los pacientes con cita para dentro de dos o tres años a que
mañana mismo se presenten en su hospital de referencia. Y habríamos culminado
las obras y dotado de equipaciones modélicas al del Norte y al del Sur. Y en
tres meses, a lo sumo, otros dos para el resto de puntos cardinales.
Anoten la fecha del 5 de abril como la del inicio de una nueva
era. Como doña Ana es de Tenerife, qué duda cabe que esta isla será la gran
beneficiada. Ya toca actuar, sin complejos, al más puro estilo de idénticos mercadeos
que se estilan en la cámara regional. Y no quiero señalar. Antes de fin de año
no habrá un bache en la flamante red viaria. El túnel de El Tanque se hallará
en su última fase de ejecución y por navidades tendremos concentración en
Santiago del Teide para dar la bienvenida a los operarios que horadarán el
postrer obstáculo. Y como el señor Quevedo se ponga bobo y no haga lo mismo que
la señora González-Moro, se lamentará eternamente. Pondrá en peligro, por
ejemplo, que el Polígono de El Sebadal alcance el prestigio y la categoría del
nuestro de Güímar. O el de San Jerónimo, que nos queda más cerca. O el de La
Gañanía, ahí al lado.
Como canario me avergüenzo de ciertas actitudes. Que se
inician (ver foto) con esa inclinación del presidente (cada vez que va a Madrid
hace lo mismo). Parece que destaca el complejo de inferioridad que desde
siempre ha sido lastre para este pueblo. Que va de pedigüeño siempre. Para
luego alardear de logros. Hecho que repudian otras comunidades autónomas y que
dice muy poco en favor de la solidaridad que comentábamos en el post anterior.
Tanto que las Corts Valencianes han aprobado, por unanimidad, una declaración
institucional de rechazo a los Presupuestos Generales del Estado.
La culpa de que las cuentas no satisfagan a todos la tenemos
los jubilados. Las piscinas, gimnasios y otras instalaciones deportivas, llenas
de viejos. Los parques, con más abuelos que nietos. La superficies comerciales,
tres cuartos de lo mismo los días posteriores al cobro de la pensión. El país,
con un decrecimiento vegetativo difícil de sostener. Este asunto hay que dejarlo
en manos de Rufián, que como su propio apellido indica se encargará, con su
verborrea fácil, de cortar por lo sano. No se puede pretender, por el mero
hecho de haber trabajado cuatro décadas, seguir viviendo a costa del erario
público un periodo de tiempo excesivo. Y arriba con una calidad de vida que ya
quisieran los pobres currantes. Con viajes baratísimos y comiendo a cuerpo de
rey. Y cómo zampan.
Si ya nos cuesta la broma 139.647 millones de euros (un 3,1%
más que en los presupuestos de 2016, es decir, 4.198 millones más), lo que hace
un 40% del total presupuestado, como cada año se suben al carro unas decenas de
miles, ¿a dónde vamos a parar? Este particular no hay sistema que lo pueda sostener.
Y arriba le subimos la pensión un 0,25%. Pero, bueno, ¿esto qué es?
Pongan a todos esos viejos ─que no lo son tanto, si hasta los
vemos brincando y saltando en los clubes─ a dirigir el tráfico en las horas de
entrada y salida de los colegios, que se hagan voluntarios de Protección Civil
(como el amigo Segundo), que haga Marrón un curso de reciclaje y los convierta
en agentes de la autoridad, denles unas huertitas y a cultivar papas… Es que, de
lo contrario, de nada valdrá esa inyección económica que Clavijo y Barragán
trajeron ayer de Madrid. Y si alguno se muestra reacio y sigue sin dar golpe,
que no se le pague y se le dé de baja del seguro. Que ya está bien, gorrones.
Ya se han cursado las instrucciones y desde todos los pueblos
de Canarias los militantes de CC publican en sus perfiles de redes sociales que
el despegue definitivo ha llegado. A fastidiarse tocan, andaluces. La
cooperación, la reciprocidad y la compensación entre los territorios patrios
consisten en que a cambio de yo te doy tanto...
Soy viejo y raro, porque yo entiendo la política de otra
manera. Mejor, lo que observo no lo es. Los estrategas de antaño han devenido
en mercachifles y buhoneros de hogaño.
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