miércoles, 12 de abril de 2017

¿Guagua o estación?

Titular de ayer mismo en Diario de Avisos: “El Puerto de la Cruz estudia la implementación de una guagua eléctrica en la ciudad”. Aclaro, la negrita es mía. Más que nada para destacar la manía de utilizar vocablos de difícil comprensión para el usuario de la prensa. Parece que entienden los periodistas que es necesario recurrir a las modernidades lingüísticas en las informaciones de andar por casa. Puede que estén logrando dar la puntilla definitiva al formato papel, sin percatarse de que para la digital se necesita mucha menos mano de obra. Allá cada cual.
Me quiero imaginar al señor que ha ido al quiosco toda la vida a comprar el diario y se sienta tranquilamente en un banco de la Plaza del Charco a culturizarse un fisco, cuando choca con el palabro de marras. Y sin  tener a mano el viejo diccionario. Porque todavía existen personas que no se han subido al carro de las nuevas tecnologías ni están por la labor. Y no creas que es problema de falta de preparación académica, porque se lo he escuchado en reiteradas ocasiones a los mismísimos Isaac Valencia y Elfidio Alonso. Por poner dos ejemplos que pueden ser significativos dada su dilatada trayectoria.
El verbo implementar, surgido del mundo de la informática, y, por consiguiente, otro de los tantos anglicismos (entiendo que innecesario desde el punto de vista de la economía del lenguaje y de la riqueza léxica del nuestro), significa, según la RAE, poner en funcionamiento o aplicar métodos, medidas, etc. para llevar algo a cabo. Lo que viene a equivaler a dotar, proveer, equipar, implantar, surtir, introducir…
Pero dejemos las lecciones para mejor ocasión y volvamos a la guagua de marras. De la que se ha conocido que tendrá una capacidad de 24 plazas, cuyo importe asciende a unos 200.000 euros y que es un vehículo adaptado para personas con movilidad reducida.
¿Y quiénes son los ejemplares humanos que mejores características brindan como ejemplos de torpeza en los movimientos? Exacto, los miembros del equipo de gobierno. Y se subieron unos cuantos para dar una vueltita, un garbeo, una gira. Con objeto de estudiar qué zonas de la ciudad podrían ser factibles para el recorrido. Que, según el concejal responsable de Servicios Generales, Obras e Industria, se estima que podría circular por el Taoro, San Fernando, Tucán y La Paz.
Alega el señor Montañés que el consistorio busca conseguir un cambio en la movilidad del municipio. Pues bien, como el movimiento se demuestra andando, desde ya lo invito a que mueva el culo y se ponga a trabajar. Bueno, él y resto de noveleros. Como vislumbré a Pedro Delgado, lo mismo subieron a La Dehesa, a comprobar si habían recogido la basura en El Carril –el callejón de Cosme, de toda la vida–, según le comunica en las redes sociales cada tres por dos un vecino de la zona. ¿O no es así, José Alejandro?
Porque para qué demonios quieren más guaguas si no hay una mísera estación que sirva de cobijo ante las inclemencias del tiempo. Si estamos exactamente igual que cuando las cogíamos en el muelle. Sí, aquellas que se engalanaban con unas banderitas cuando las fiestas. Y con un timbre manual que volveremos a ver dentro de poco porque vamos como los cangrejos, de culo y sin frenos.
Qué pandilla, señor. Quién los vería dando brincos en esa guagüita al pasar por la calle Luis Rodríguez Figueroa. Y si en la rotonda giraron hacia el Botánico, para echarse un cortado en el centro comercial, qué pavimento, qué conglomerado asfáltico, qué (mierda de) piche.
Sé que no debo, hoy miércoles santo, decir estas cosas de sus ilustrísimas. Cuya principal preocupación es ser los primeros de Canarias en disponer de este artilugio mecánico (o eléctrico). Y se olvidan que fuimos los primeros, años ha, en ser reconocidos mundialmente por quienes nos visitaban. Que fuimos santo y seña, adelantados, pioneros. Y que en la actualidad vivimos de las rentas. Y eso que tenemos al frente de la mesnada a todo un coordinador general. Que si no, todos ahogados en la flamante piscina o en la dársena deportiva, comercial y pesquera. Y, para mayor desgracia, tragando la porquería que se vierte en Punta Brava pues las canalizaciones caducaron y muestran lindos agujeros en todo su recorrido.
De pena. Pero nuestros concejales se dieron tono. O hicieron el tonto, que ya no sé.
Bueno, me tomo un acueducto y nos vemos el próximo lunes. Sean felices. Y si columbran la guagua eléctrica en sus paseos de prueba, no la paren aún. Además, ya va llena. Más gorrones.

Un nota aclaratoria:
Cuando acabé la redacción del presente, y colgué en Facebook el adelanto del título, quedé enterado de que el amigo, y mejor maestro en estas lides periodísticas, Salvador García también había incidido en el particular. Él será, a buen seguro, mucho más comedido y elegante. Un servidor, más de campo (o más bruto que un arado), se muestra con grandes dosis de vehemencia. Luego se cuestiona el cardiólogo los motivos de la hipertensión. Yo, me temo que no.

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