Titular de ayer mismo en Diario de Avisos: “El Puerto de la
Cruz estudia la implementación de
una guagua eléctrica en la ciudad”. Aclaro, la negrita es mía. Más que nada
para destacar la manía de utilizar vocablos de difícil comprensión para el
usuario de la prensa. Parece que entienden los periodistas que es necesario
recurrir a las modernidades lingüísticas en las informaciones de andar por
casa. Puede que estén logrando dar la puntilla definitiva al formato papel, sin
percatarse de que para la digital se necesita mucha menos mano de obra. Allá
cada cual.
Me quiero imaginar al señor que ha ido al quiosco toda la
vida a comprar el diario y se sienta tranquilamente en un banco de la Plaza del
Charco a culturizarse un fisco, cuando choca con el palabro de marras. Y
sin tener a mano el viejo diccionario.
Porque todavía existen personas que no se han subido al carro de las nuevas tecnologías
ni están por la labor. Y no creas que es problema de falta de preparación
académica, porque se lo he escuchado en reiteradas ocasiones a los mismísimos
Isaac Valencia y Elfidio Alonso. Por poner dos ejemplos que pueden ser
significativos dada su dilatada trayectoria.
El verbo implementar, surgido del mundo de la informática,
y, por consiguiente, otro de los tantos anglicismos (entiendo que innecesario
desde el punto de vista de la economía del lenguaje y de la riqueza léxica del
nuestro), significa, según la RAE, poner en funcionamiento o aplicar métodos,
medidas, etc. para llevar algo a cabo. Lo que viene a equivaler a dotar,
proveer, equipar, implantar, surtir, introducir…
Pero dejemos las lecciones para mejor ocasión y volvamos a
la guagua de marras. De la que se ha conocido que tendrá una capacidad de 24
plazas, cuyo importe asciende a unos 200.000 euros y que es un vehículo adaptado
para personas con movilidad reducida.
¿Y quiénes son los ejemplares humanos que mejores características
brindan como ejemplos de torpeza en los movimientos? Exacto, los miembros del
equipo de gobierno. Y se subieron unos cuantos para dar una vueltita, un
garbeo, una gira. Con objeto de estudiar qué zonas de la ciudad podrían ser
factibles para el recorrido. Que, según el concejal responsable de Servicios
Generales, Obras e Industria, se estima que podría circular por el Taoro, San
Fernando, Tucán y La Paz.
Alega el señor Montañés que el consistorio busca conseguir
un cambio en la movilidad del municipio. Pues bien, como el movimiento se
demuestra andando, desde ya lo invito a que mueva el culo y se ponga a trabajar.
Bueno, él y resto de noveleros. Como vislumbré a Pedro Delgado, lo mismo
subieron a La Dehesa, a comprobar si habían recogido la basura en El Carril –el
callejón de Cosme, de toda la vida–, según le comunica en las redes sociales
cada tres por dos un vecino de la zona. ¿O no es así, José Alejandro?
Porque para qué demonios quieren más guaguas si no hay una
mísera estación que sirva de cobijo ante las inclemencias del tiempo. Si
estamos exactamente igual que cuando las cogíamos en el muelle. Sí, aquellas
que se engalanaban con unas banderitas cuando las fiestas. Y con un timbre manual
que volveremos a ver dentro de poco porque vamos como los cangrejos, de culo y
sin frenos.
Qué pandilla, señor. Quién los vería dando brincos en esa
guagüita al pasar por la calle Luis Rodríguez Figueroa. Y si en la rotonda giraron
hacia el Botánico, para echarse un cortado en el centro comercial, qué pavimento,
qué conglomerado asfáltico, qué (mierda de) piche.
Sé que no debo, hoy miércoles santo, decir estas cosas de
sus ilustrísimas. Cuya principal preocupación es ser los primeros de Canarias
en disponer de este artilugio mecánico (o eléctrico). Y se olvidan que fuimos
los primeros, años ha, en ser reconocidos mundialmente por quienes nos
visitaban. Que fuimos santo y seña, adelantados, pioneros. Y que en la
actualidad vivimos de las rentas. Y eso que tenemos al frente de la mesnada a todo
un coordinador general. Que si no, todos ahogados en la flamante piscina o en
la dársena deportiva, comercial y pesquera. Y, para mayor desgracia, tragando
la porquería que se vierte en Punta Brava pues las canalizaciones caducaron y
muestran lindos agujeros en todo su recorrido.
De pena. Pero nuestros concejales se dieron tono. O hicieron
el tonto, que ya no sé.
Bueno, me tomo un acueducto y nos vemos el próximo lunes.
Sean felices. Y si columbran la guagua eléctrica en sus paseos de prueba, no la
paren aún. Además, ya va llena. Más gorrones.
Un nota aclaratoria:
Cuando acabé la redacción del presente, y colgué en Facebook
el adelanto del título, quedé enterado de que el amigo, y mejor maestro en
estas lides periodísticas, Salvador García también había incidido en el
particular. Él será, a buen seguro, mucho más comedido y elegante. Un servidor,
más de campo (o más bruto que un arado), se muestra con grandes dosis de
vehemencia. Luego se cuestiona el cardiólogo los motivos de la hipertensión.
Yo, me temo que no.
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