lunes, 17 de abril de 2017

La madre de...

…todas las bombas. O del cordero. O del fomento de la identidad canaria. O de las farolas “rumbrientas” (que leí en Canarias7). O la de unos bañistas que se saltaron las “vayas” en la playa de Tauro (que vislumbré en Canarias Ahora).
Dejamos atrás la Semana Santa, que ha venido cargada de episodios que han fluctuado desde la paciencia estratégica hasta el ataque preventivo (sin medir las posibles consecuencias de los daños colaterales), y quedamos a un paso de sumergirnos en la vorágine del mayo festivo.
Cuando el yanqui Trump dio la orden para que se lanzara la GBU-43, o MOAB (madre de todas las bombas), el mundo ha quedado a expensas de cuatro iluminados que tienen acceso a los denominados botones rojos. Esos que una vez pulsados desencadenan tantos acontecimientos y generan tantas controversias que poner la marcha atrás se antoja tarea harto difícil, cuando no imposible.
No se achanta fácilmente ese chiquito norcoreano, quien ha puesto en escena sus poderes nucleares, ni tampoco el mismísimo Putin. El ruso, a lo James Bond, ha salido a la palestra y le ha enviado un mensaje al rubio magnate de la otra orilla para señalarle que no presuma de madre porque él puede hacerlo de padre. Cuyo poderío cuadruplica el de aquella. Y se trata, parece, de una bomba termobárica, con un peso ligeramente inferior (no habituada a perros calientes ni hamburguesas) pero con una potencia destructiva terrorífica. Bautizada como AUBPM (Bomba Aérea de Vacío de Potencia Aumentada). De la que se comenta que todo ser vivo que se ponga a su alcance será literalmente vaporizado. Contendrá, me imagino, mucho vodka. ¿Otra muestra de machismo? Puede.
No me achaques el que me lo tomo a broma. Estoy tan preocupado como lo puedas estar tú. Pero si no le echo sorna, me muero de asco. Y si nos mandan estos esquizofrénicos a tomar viento fresco, que sea con una sonrisa, que nos despidamos de este mundo cruel con la cara de los domingos. Mejor el de Ramos que el de Pasión.
Ya no estoy en edad de movilización, pero estos escarceos no me gustan nada. No se trata de un Maduro bravucón que ve pajaritos y mariposas. Esto es más serio que la deforestación de la selva amazónica o de los yacimientos de telurio al sur de El Hierro.
Me apena que cualquier estampido dé al traste con los concursos que se ha inventado el gobierno en minoría de Clavijo para sembrar lo autóctono. Como si la canariedad tuviera que demostrarse con cifras y letras. O sacándose retratos al lado de una bandera. En la güerta me afuché, / asigún yo diba entrando; / es un airón, yo pensé, / y dispués me fui entonando.
¿La fotografía? Claro que no me había olvidado. Aunque bien sabes que mi religiosidad anda bajo mínimos, a menos no sé qué grados o metros, esta pasada semana de recogimiento, humildad, entrega, sacrificio… han persistido los comentarios en las redes sociales acerca de la postura, actitud o porte del cura de la iglesia reflejada en la ilustración.
Un servidor, por razones más que obvias, ignora si los encontronazos entre el susodicho y algunos feligreses podrían ser resueltos de otra manera. Quisiera pensar que sí. Pero como transito más bien poco por ceremonias, procesiones y oficios litúrgicos varios, me temo que vaya a quedar mi opinión como una anécdota más.
No sé cómo funciona eso del corporativismo en el orden sacerdotal. Pero conociendo la labor que viene realizando el amigo Gabriel en la zona de Toscal-Longuera, donde ha sabido aglutinar los diferentes colectivos y emprender una meritoria labor social, puede que proceda una de las mesas redondas que suele promover con diversos objetivos. Y quizás puedan darse unas puntadas en lo que aparentemente se halla descosido. Y si se descubre cuál es la oveja descarriada, podría atisbarse la reconciliación.
Entiendo que los prontos y calentones son malos per se. Y con acudir a plasmar en los perfiles de Facebook desavenencias y encontronazos flaco favor se están haciendo. Todos. Máxime cuando se cuestionan asuntos que trascienden el común desenvolvimiento social. Al menos eso entienden los creyentes. Ya dijo alguien que su reino no era de este mundo. O al menos quise captarlo –bueno, mejor, escucharlo– en lejanos tiempos de juventud. Ahora cuando el escepticismo me ha invadido por completo y sopeso sobremanera inclinarme hacia uno u otro lado, pienso que el quid de la cuestión, o la madre del cordero, no se arregla con fuego cruzado. Y mucho menos en la semana que debe predominar el amor fraterno. Uno debe practicar siempre aquello con lo que comulga. De lo contrario, fariseo (hipócrita) a más no poder.
Es mi opinión, claro, siempre sujeta a los pareceres de quienes a bien les parece alongarse a este blog. Y el que me tome la vida con ligeros tintes de ironía, y alguna pulla en broma de cuando en vez, no resta un ápice de mi total respeto a prácticas y creencias. Como hoy es lunes de Pascua, qué mejor que una mona para finalizar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario