jueves, 27 de abril de 2017

Plan de acción

El grupo municipal Unid@s Sí Podemos (USP) del ayuntamiento de la Villa de la Orotava ha propuesto un plan de acción, el enésimo, para acabar con el rabo de gato. Como no ha añadido nada nuevo a lo que todos sabemos acerca de cómo atacar la problemática, me llama la atención de que su portavoz, el profesor jubilado Raúl González, no haya dicho nada de esa linda arroba que pretende unificar géneros. Modernidades y servidumbres.
Los procedimientos para intentar acabar con esta planta de enorme agresividad colonizadora se han repetido hasta la saciedad y se han plasmado en diversos foros. Aquel esnobismo más de la década de los setenta del pasado siglo, cuando se introdujo como elemento ornamental, ha degenerado en terrible invasión. Y como los organismos públicos (Cabildo, fundamentalmente) se privan por un desbroce, por ahí nos tropezamos con operarios que portan la maquinita Stihl correspondiente, quienes, al tiempo de segar la hierba en las márgenes de las vías, se encargan de expandir semillas a mansalva. Bien poco les importa que el alisio sople fuerte o moderado.
De vez en cuando, como en la presente ocasión, se elevan quejas y se traslada a las instituciones la necesidad de acometer estas acciones de una manera coordinada y práctica. Asimismo, se observan que algunos colectivos, preocupados por el deterioro medioambiental, realizan batidas en espacios públicos, por ejemplo, barrancos, pero como son hechos puntuales, al no existir continuidad en la batalla, todo queda en agua de borrajas porque pasado un tiempo más de lo mismo. Y cuando escribo más, es adverbio de mucha cantidad.
Por consiguiente, y no estoy para consejos ni para imitar a nadie, se me ocurre que podría ser conveniente que los políticos –otra especie precursora en ocupar amplias zonas– se pusieran manos a la obra y predicaran con el ejemplo. Se podría irrumpir con un primer intento de choque contando a todos los cargos públicos liberados. Que en la isla deben ser unos buenos cuantos. Se partiría con la ventaja de que ya conocen a la perfección los pasos a seguir. Y provocarían, a buen seguro, un efecto contagio. Porque qué villero, por ejemplo, viendo cómo se fajan Paco, Juan, Narciso, Eduardo, Belén… (y Eva, cámara en ristre, inmortalizando el evento) no cambiaría su diaria sesión de gimnasio, piscina, pilates, footing, running, fitness y otras hierbas por esta otra, mucho más entretenida y fructífera. Al aire libre, en pleno contacto con muchos elementos de la tabla periódica.
Nada más escribirlo y ya me lo estoy imaginando. Sería algo parecido a la Romería de San Isidro. Todo ese ganado, junto al procedente de mi pueblo, atacando los flancos del barranco de La Raya hasta los confines de la cumbre. Y una amplísima cadena humana transportando las bolsas de plástico, herméticamente cerradas, hasta los contenedores ubicados, por ejemplo, en La Montañeta, confluencia de los tres municipios del Valle.
Y, además, con las ventajas de los sentimientos de cooperación, solidaridad, compañerismo, ayuda mutua, generosidad y demás que se propagarían por el éter como efluvios radiofónicos. Y vete tú a saber si ello no podría significar el arranque de una mancomunidad en toda regla. La definitiva.
Así que, amigo Raúl, retira lo dicho y propón comprar unos monos de trabajo, sin olvidar el chaleco reflectante y casco, y comiencen la guerra de guerrillas contra el pennisetum setaceum. Demuestren que no solo son capaces, sino que van a dar toda una lección para que generaciones venideras acometan campañas de protección de la naturaleza basándose en los apuntes, con dibujos y fotos, que desde el Valle de Taoro habrán quedado grabados para la posteridad.
Bueno, Linares y Dóniz seguirán en ese entonces al pie del cañón, porque la renovación de CC siempre afectará el otro cincuenta por ciento; como hasta ahora, para no cortar por lo sano. Ellos son como el rabo de gato. Se agarran que da gusto. Pero esa será otra campaña.
Hasta mañana.

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