Cuántos cuentos hay en los libros. Todos ellos mucho más bonitos que éste que te acabo de contar. Porque los cuentos se cuentan y nos cuentan. Y los hay de todos los gustos y colores. Como los yogures, por ejemplo.
En
el semanario independiente El Regional (La
Orotava, 25 de febrero de 1905, año I, número 9, páginas 1 y 2) encontramos un
interesante artículo, “El amor á los libros”, que nos relata la importancia
fundamental de estos “pequeños paralelepípedos, aprisionados entre ocho
aristas”, donde se recogen los frutos más admirables del ingenio humano.
En
referencia a la biblioteca que los contiene, compara sus armarios con un
pequeño estado que es menester gobernar, con todos los placeres, desalientos y
glorificaciones que sentiría el pequeño monarca que, no pudiendo ensanchar sus
confines de estado cuanto quisiera, se consuela y divierte recorriendo
continuamente lo poco que posee.
Respecto
a la influencia que ese conjunto de libros puede ejercer en los niños:
Bueno
es inspirar á la infancia el culto de los libros antes de que tengan amor á la
lectura. Una habitación silenciosa donde de vez en cuando una persona inmóvil y
seria, consagrada al pensamiento, deja en su imaginación huellas que
trascenderán á su vida ulterior.
Yo también digo: bueno, nobles gentes de
la Punta Brava, de la otrora María Jiménez, fíjense si soy viejo, si no les
convencí, disimulen un fisquito. Y si logré atraer la atención y distraerles
unos minutos, mejor que mejor. Sigan con las nobles causas. Y la lectura bien
merece nuestros esfuerzos. En los libros se encierra todo lo maravilloso que
podemos conocer desde los confines del universo. Y ahora, para concluir, para
que el artista se sienta complacido, halagado y recompensado, después de que
aplaudan mi osadía, les dedicaré unas coplillas alusivas a la festividad. Pero,
venga, o aplauden o me guardo el papel en el bolsillo.
Gracias miles, noble gente, / por tamaña complacencia, / concédanme su indulgencia / si lo estiman conveniente.
A veces, se atreve uno, / y en buen lío se mete, / contra todos arremete, / ¡qué tío más oportuno!
A pesar de los pesares, / el libro no morirá, / adelante él saldrá, / por encima de avatares.
Si me permites, quisiera, / sugerirte la lectura / no me llames caradura, / mi intención ésa no era.
El libro será tu amigo / y tu hogar la biblioteca, / allí hallarás a Babieca, / al Cid y también Luis Figo.
De todo tenemos “Día” / y es que todo celebramos, / pero a veces no pensamos: / eres libro luz y guía.
Es difícil dar consejos / en los tiempos actuales, / perdonen cuestiones tales / a un mago de Los Realejos.
Si quieres dar en el clavo, / te recomiendo que leas; / no digo: tele no veas, / pero no seas su esclavo.
Siempre busca la ocasión, / debes leer un ratito, / si quieres te lo repito: / “come libros con fruición”.
Se agotó la redondilla, / que es un cuarteto menor, / ya se marcha el orador, / se acabó la pesadilla.