No hay derecho. Qué se van a creer estos negros de mierda.
Cuando la situación que les corresponde, y como mucho, es la que muestra la
foto ─hacinados, sin
intimidad alguna, que enseñen sus vergüenzas en público porque, aun así,
estarán mucho mejor que en el lugar de procedencia─ viene este gobierno indecente (tanto el regional como el nacional) y
les brinda la posibilidad de alojarse en un hotel. Y una blanca para que los
abanique. A qué niveles descendemos con estas bajadas de pantalones. Así no
podemos seguir ni un minuto más. Nos invaden y arriba nos ponemos a su
disposición para lo que les haga falta. A ver si hacen lo mismo con nosotros si
vamos a sus respectivos países. Nos cuelgan de nuestras partes y nos turran al
sol espichados en un palo. Bárbaros, que son unos salvajes.
No, no me he
vuelto loco. Solo reproduzco una parte insignificante de los múltiples y
sustanciosos contenidos que no solo ya proliferan en las redes sociales, sino
que se extienden, peligrosamente, por los medios de comunicación convencionales.
Tan indecentes los unos como los otros, pero los poderes públicos están
entretenidos en cuestiones de mayor enjundia.
Menos mal que la
Historia es cíclica. Y esta ‘moda’ pasará para entretenernos con otra cosa. No
obstante, la situación preocupa. Porque estos sesgos son altamente peligrosos.
Y ya se levantan voces –muchas en Fuerteventura, isla en la que algún amigo
docente me llegó a comentar que en su clase no había ni un alumno majorero de
nacimiento─ en contra de la decisión –errónea a todas luces, según los
discordantes─ de alojar negros en los hoteles. Porque los llegados en pateras y
cayucos no son blancos. Ni amarillos. Y ese tinte oscuro de la piel supone “una
auténtica aberración y un durísimo golpe a la imagen de destino seguro y de
calidad que queremos ofrecer”. Literal. Tal Cual. De ahí el entrecomillado. Sin
anestesia ni protector de estómago. Algo distinto sería –esto lo añado yo─ que
el jodido negro trajera muchos euros. Que los hay.
El presidente del
Cabildo de Maxorata, el ¿socialista? Blas Acosta, también se subió al carro. Se
sumó a la fiesta de los despropósitos. Qué ejemplo de socialismo. Y Onalia
Bueno, alcaldesa de Mogán, perteneciente a una formación política que se
denomina Ciudadanos para el ¿cambio? (CIUCA), ¿haciendo honor a su apellido?
convoca rueda de prensa y pone el grito en el cielo (con minúscula) ante
semejante barbaridad. Otra ¿socialista?, Conchi Narváez, alcaldesa de San
Bartolomé de Tirajana (Tunte) sigue prendiendo la mecha para ¿más barricadas?
A perdonar la clave
interrogatoria del párrafo anterior, pero estoy que echo chispas. ¿A dónde
vamos a parar con este elenco de cargos públicos cuya condición humana (añadan
cristiana, si les apetece) queda en entredicho con esta verborrea barata? ¿No
tenemos ya bastante con telecincos y ahoras como para seguir echando leña al
fuego?
Los que tuvimos
que estudiar la asignatura de Religión en aquellos largos años de Bachillerato,
algo hemos leído de migraciones forzosas. Desde que el creador del mundo
(versión clásica) expulsara del paraíso a los que osaron incumplir sus
directrices (maldita manzana), pasando por un tal Moisés y finalizando el
recorrido en las múltiples muestras actuales, la historia está plagada de una
casuística tan dispar como ejemplarizante. Si recurro a los planteamientos simplistas
de quienes abogan por cortar por lo sano, colijo que ha sido ese ser
todopoderoso, al que acuden solícitos cada domingo a exigir la parte alícuota
del alimento divino, el culpable de esta maldita cadena.
Termino con una
dedicatoria que viene a ser una metáfora, porque, quizás, alguien puede sentirse
aludido y me denuncia por cruel y malvado:
¿Qué intentas
justificar / con lo de “no soy racista”? / No solo corto de vista / sino,
además, un lunar, / que deberías cuidar, / so pena de que se extienda / y te
arme la tremenda / con carcinoma incluido, / porque estando así jodido / quizás
se caiga la venda.
Tengan un feliz
fin de semana.
Valiente. Certero. Ojalá te lean.
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