miércoles, 2 de septiembre de 2020

Condena ejemplarizante

A Paco Chavanel, periodista, o locutor, en la provincia de al lado, lo han vuelto a condenar –lleva el camino de Jiménez Losantos– por intromisión ilegítima en el derecho al honor de quien fuera teniente de alcalde en el ayuntamiento de Arrecife, Antón Hernández. Ha sido el Tribunal Supremo, que ha venido a ratificar la sentencia que en 2018 dictara el Juzgado de Primera Instancia de la capital conejera, y que en 2019 corroborara la Audiencia Provincial. Largo recorrido por tribunales de justicia que de bien poco le han valido, porque en los programas de radio y en sus artículos amén de verter  opinión “también ha transmitido información” y si bien a las primeras no puede aplicársele el canon de veracidad, sí a las segundas.

El Supremo indica que aunque las emisiones radiofónicas de Chavanel sean etiquetadas como “de opinión” resulta irrelevante, “pues lo relevante es su contenido y naturaleza real, no la etiqueta que se le quiera atribuir”.

El alto tribunal resalta que la conducta que Chavanel atribuyó a Hernández suponía “un grave desprestigio” y cuestionaba su “integridad moral”, además de atribuirle “la comisión de hechos ilícitos, cuando no delitos”. Al no ser informaciones “veraces”, la intromisión en el honor de Hernández es “ilegítima”. Y, en cuanto a los calificativos empleados,  “no pueden justificarse” en que “eran juicios de valor sobre informaciones veraces” porque se trataba de informaciones falsas.

Cuando uno leyó esta reseña en el Diario de Lanzarote en los primeros días del veraniego julio, aunque se encontraba de vacaciones blogueras, se sintió en la obligación de teclear un par de párrafos. Porque de inmediato pensó si por estos lares no vienen ocurriendo episodios similares desde ha bastante en al menos dos medios de comunicación audiovisuales, el uno privado, pero el otro público, con el agravante que ello supone. Basta cambiar los nombres de los implicados y la cuestión es completamente extrapolable. Y conociendo el exquisito léxico empleado en esos dos lugares del Valle de La Orotava, seguro que el fiscal hallaría más elementos de juicio que en los aledaños del Charco de San Ginés. Porque condenas ha habido, pero como se incide, entiendo que han debido ser llevaderas (económicamente) o existe un pagador oculto por intereses no confesados.

Como uno de los que tú ahora mismo le estás poniendo el retrato se ha dedicado últimamente a defender, con sobrados argumentos legislativos y amplios conocimientos de interpretaciones jurídicas, las supuestas amenazas que viene sufriendo la fuerza política de sus amores (Vox), tildándolas de delitos en toda regla, aconseja, humildemente, la compra de un buen espejo o recordar aquello que dice el sartén a la olla: Quita pa´llá que me tiznas.

Cómo me encantan esos programas en el que debaten sesudas analistas y el conductor se carcajea. En los que las llamadas telefónicas refuerzan el conocimiento y quejas, por ejemplo, de yo no veo esos bodrios (televisivos) por su escaso nivel curturar. Para enmarcar.

Acabaré dándole la razón a Rajoy: Viva el vino. Y es que cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor. En fin, hasta mañana. Y a perdonar la poquedad.

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