Claro, y el recuerdo acudió nítido. Afrodita A era la
compañera de Mazinger Z, operada (o dirigida, conducida, manejada, como prefieran)
por Sayaka Yumi, ayudante, pues fue construida inicialmente como robot de
carga, de Koji Kabuto, quien, a su vez, era el protagonista de la serie
japonesa y conductor del primer robot gigante tripulado, precursores que fueron
del denominado género mecha.
Con apariencia de una joven de 18 años y llamativo color
fucsia, con cara, tórax y extremidades anaranjados, cabeza roja y ojos
amarillos, destacaba, no obstante, por sus dos poderosas armas (misiles) en
cierta parte de su anatomía, de manera que cuando entraba en combate con otras
bestias mecánicas recurría al “pechos fuera”.
Ante las reiteradas quejas de Koji (Mazinger Z) por su
lentitud y bajo nivel de potencia, tras las múltiples reparaciones (siempre
quedaba como pura chatarra en cada combate; luego llegaba el fulano y arreglaba
el entuerto), el doctor Hell la destruye en el episodio 74 y es reemplazada por
Diana A. La pobre no fue capaz de sobrevivir ni contando con esas dos vigorosas
razones. Pero nos tuvo entretenidos durante una época.
Los tiempos han cambiado y ahora disponemos de una oferta
mucho más amplia. Cuando mis nietos se ponen a ver sus pasatiempos preferidos
en las tabletas, te juro que no me entero de nada. La sofisticación ha
alcanzado cotas inimaginables y como uno quedó anclado en un pasado no muy
lejano cronológicamente, pero sí en el mundo de la digitalización, a duras
penas renquea ante el ordenador cada día.
Por ello agradezco el gesto de las mascarillas. A pesar de
reconocerlo como una solemne estupidez, al menos tiene la virtud de que me
hagan rememorar pasajes de años idos. Y en la actualidad me conformo con ver
las etapas del Tour de Francia. Con imágenes aéreas que te ponen los dientes
largos ante la inmensidad de paisajes y lugares de Los Alpes, verbigracia. O de
la odisea de Tadej Pogacar el pasado sábado en una subida prodigiosa a la Planche
des Belles Filles y erigiéndose, a sus 21 años, en todo un referente en el
mundo del ciclismo.
Y ya que he hecho mención a los telediarios –aunque deban
perdonarme el maremágnum– los brotes de positivos por Covid19 en Canarias siguen
siendo altamente preocupantes. Pues la irresponsabilidad genera un caos de
consecuencias imprevisibles. Diera la impresión de que cada uno de nosotros
necesita un policía a su lado a modo de ángel custodio. Algo completamente inviable.
Por lo que o tomamos conciencia de que nos jugamos mucho en este envite del
bicho, o los lamentos no serán suficientes para levantarnos de la tremenda
crisis. Como los ayuntamientos, además, se encuentran con plantillas muy
reducidas y los agentes no pueden abarcar todos los ángulos de la
complicadísima problemática, se debe acudir permanentemente al voluntariado
para que supla incluso funciones para las que no están habilitados, con el
consiguiente peligro de que una desgracia sobrevenida acarree otros peligros no
previstos.
Para todos esos niñatos que se creen muy machotes a los que
nunca les va a pasar nada, ni siquiera contagios, me gustaría contar con la
presencia de Afrodita A para que les lanzara un pecho a modo de aviso,
guardando el otro por si se ponen farrucos. Lo malo es que, y vuelvo a la tele,
lo mismo son asiduos a programas en los que los intervinientes (tertulianos)
constituyen un ejemplo a imitar sentándose cuatro en un espacio de dos metros
longitudinales. No sé si valdrá el recurso de animar las farolas que MD puso en
la entrada al pueblo por Los Barros. Indagaré.
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