jueves, 22 de febrero de 2018

Humberto y Rafa

Son dos viejos amigos. Manifestado el adjetivo en la acepción de “apelativo afectuoso para dirigirse a una persona de confianza”. Puede que también “existente desde hace mucho tiempo o que perdura en su estado”. Porque ayer mismo escuché en la tele que habían rescatado a un anciano de 70 años en no sé que risco y agarré un cabreo de no te menees. Chiquita falta de ignorancia. Al reportero en cuestión lo mandaba a intercambiar unas palabras con Celia Villalobos para que esta le impartiera un cursillo acelerado de cómo los pensionistas somos capaces de estar más tiempo chupando de la teta estatal que de cuando fuimos parte del activo laboral.
Humberto y Rafa, o a la viceversa (que tanto gustaba mencionar Juan ‘Espuela’, quien fuera encargado en la finca de La Gorvorana en aquellos años que uno deambuló por aquellos lares), son compañeros de una de las mejores promociones de Magisterio que ha parido este archipiélago. No, el bobo, si no nos hacemos publicidad nosotros, espera sentado. Con una mayoría aplastante de jubilados y que nos seguimos viendo el primer sábado del sexto mes del año para dar cuenta de unas cuchipandas bien surtidas y mejor regadas, al tiempo que hablamos largo y tendido de temáticas bien dispares, pero entre cuyos asuntos no puede faltar la política. La próxima, 2 de junio, en Lanzarote, que el grande, en todos los sentidos, de Cándido (Chacón) se ha encargado de organizar una buena.
Y ya que la menté (la política), comienzo por el güimarero Rafael Yanes Mesa. A quien su partido, el PSOE, ha propuesto para ocupar el cargo de Diputado del Común, dado que Jerónimo Saavedra se retira, por fin. Bueno, ha superado con creces el plazo establecido. Hecho con el que, desde la prudente distancia en la que me hallo tras el abandono voluntario de la militancia en dicha formación, pero manteniendo intactas mis convicciones ideológicas, no estoy nada de acuerdo. Cuidado, no discuto valías, cuestiono procederes. Da la impresión de que en el ejercicio de los cargos públicos se vale para todo, se puede ser responsable de cualquier área, aunque el rodearse de especialistas en los denominados puestos de confianza, o de libre designación, suponga una auténtica sangría a, y en, las arcas corporativas.
No es de recibo –me copio de su terminología léxica– que se quejen del desapego social hacia la cosa pública, cuando, de otra parte, hacen todo lo contrario a lo que dicta el sentido común. Esa manía de perpetuarse conduce, inexorablemente, a que la gente esté harta de ver siempre los mismos caretos. Y Rafa, que ha ostentando múltiples labores, orgánicas e institucionales, quiere, como otros tantos, eternizarse. Porque tampoco me vale la cantinela de me empujaron, me convencieron, yo no quería pero… No, si uno no quiere, no quiere. Ahora, con tiempo para dedicarse a la música, a escribir, a investigar, a cultivarse, en suma, en otras facetas que se tienen abandonadas por mor de casuísticas diversas, proyecta otra aventura. Para que un socialista dé la razón a los representantes de la derecha más recalcitrante respecto al retraso en la edad de jubilación. Aun entendiendo la existencia de ejemplos meritorios en múltiples coyunturas (para mí es digno de elogio el quehacer de Ignacio Rodríguez en La Matanza; para que vean que no es cortar por lo sano y punto), no comparto la validez personal para lo que echen: concejal, alcalde, consejero insular, viceconsejero y suma y sigue. Yo tanto criticar a mi alcalde, y vas tú y me lo pones a huevo.
El PSOE canario ha perdido una magnífica oportunidad para proponer a una mujer, independiente (como el cargo requiere) y de reconocida solvencia en la ciencia del derecho. Estoy harto de los echaderos. Y si con la pensión de maestro no da, que pasen por casa que les proporciono un par de trucos para llegar a fin de mes. Ya está, Rafa, el resto te lo diré en la Isla de los Volcanes, si tus múltiples ocupaciones te dejan un hueco; espero que sí.
Con Humberto me llevé tremenda alegría. Ha venido a ratificar la posición que un servidor adoptó en la redacción del artículo que publiqué el 9 de este mes en este mismo blog: “Las miembras portavozas”. Motivado por ocurrencias de ‘políticas’ con afanes de notoriedad, necesitadas de minutos de gloria por razones no debidamente confesadas, y que achacan al lenguaje la culpa de que nos hallemos inmersos en una sociedad perversa, machista y retrógrada.
Han sido varias las ocasiones en las que cito el ejemplo de la escuela. A la que se le ponen todos los sambenitos posibles, porque debemos buscar culpables. Alguien, o algo, debe cargar con el muerto. Y cuando sostienes que entre las cuatro paredes de las aulas se reproducen los esquemas que los alumnos maman cada día en los diferentes ambientes que recorren, te tachan de corporativismo barato. Son los que se miran al espejo y al contemplarse tan deteriorados, arremeten contra la superficie pulida y la hacen añicos. Eso, muerto el perro se acabó la rabia.
La lengua, principal patrimonio cultural de los pueblos, indica Humberto, es también un reflejo de la sociedad. No es sexista ni más o menos simpática, ni le debemos atribuir características humanas. Son los hablantes los responsables de actitudes no siempre bien ponderadas.
La equidad no se consigue con estos desdobles artificiosos del lenguaje. Los mecanismos deben ser otros. Ya apunté días atrás que aquellas que ostentan cargos de responsabilidad a la hora de legislar en este país, bien harían en ocuparse de asuntos trascendentales y no perderse en nimiedades que ni vienen a cuento ni mucho menos aportan luz en esta cuestión.
Triste es que el amigo catedrático deba descender a explicar la diferencia entre género y sexo, de cómo el lexema “porta” se une al sustantivo (femenino) voz, y de cómo las propias escritoras prefieren el adjetivo poeta a poetisa, con ciertas connotaciones este último de ñoñería o insulsez. Gracias, maestro, y también hablaremos en Lanzarote de lo sencillo que es volver a retomar las facultades para orientarse en la vida práctica, las que nos ahorran tonterías, según he podido leer.
Me permití la licencia de tomar esta foto de unas de las tantas ‘convivencias’ habidas. Creo que es de Segundo. De cuando sorprendimos a quien será anfitrión en este 2018 y nos dimos un salto a tierras conejeras en su sesenta cumpleaños. Carguen dardos contra el fotógrafo, que sabe más técnicas de protección civil que yo, y no practiquen con la diana de este atrevido juntador de letras. Seguiremos la conversa.

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