Hay dos funciones en las que un servidor no aguantaría más de
un mes. Bien porque me echarían a la calle (me expulsarían), bien porque la
tensión arterial me diese fuerte disgusto. Y son el desempeño de responsabilidades
políticas o ejercer de periodista por cuenta ajena. De la primera actividad ya
arranqué la caña en 1987, bastante descontento con imposiciones partidarias. De
la segunda me considero freelance, salvando
todas las distancias posibles, puesto que si hubiese ejercido el oficio en
cualquier medio de comunicación no habría podido contenerme ante algunas
respuestas. Y ahí lo dejo, no sea que se me enfaden componentes de ambos
gremios.
“La Agencia Tributaria quiere que presentemos la declaración
de la renta en el móvil”. Pues la lleva clara conmigo la susodicha. Va a tener
que esperar sentada. Quisiera que alguien me señalara el artículo de la
Constitución, o cualquier otro precepto legal, en el que se indique que yo deba
sujetarme a la esclavitud del aparatejo. Si llevo décadas aguantando
estoicamente, no va a ser Hacienda la que me haga cambiar de opinión. Y que no
me amenace, que yo también sé ponerme bravo.
Al contemplar una fotografía de cierta reunión celebrada en
La Laguna para que los vecinos de un determinado barrio elevaran sus quejas al
alcalde por la instalación de una antena de telefonía móvil, sentí enormes
deseos de haber estado yo allí. Y hubiese solicitado que levantara la mano aquel
individuo, o individua, que se hallara en idéntica situación a quien estas
líneas suscribe, a saber, no tener móvil. Todos enganchados, pero nada queremos
saber de antenas. ¿Las ubicamos en la punta de El Teide o en cualquier paraje
protegido? Siempre poniendo el grito en el cielo por falta de cobertura y tampoco
queremos artilugios que distribuyan la señal. ¿En qué quedamos? Seamos
consecuentes. Nos parecemos en determinadas ocasiones a los que pretenden tener
el monopolio del insulto (artículo de Javier Marías hace unos días en El País)
y ojito si alguien les responde aunque sea para gastarles una broma. Pero de
ese supuesto derecho no toca escribir hoy.
“Ancianos atrapados en el aeropuerto” es otra perla de un
periódico de estos contornos canarios. Cuando la verdadera labor periodística
debería ir enfocada a la nefasta gestión de un retraso por parte de una
compañía aérea, el medio cree que el tratamiento correcto es llamar la atención
porque era un viaje del Imserso. Y los viejitos de 65 años (algunos de más),
con sus jaquecas y pastillas, eran estupendo caldo de cultivo para el morbo de
rigor. Anciano lo es usted, estimado reportero, en sus maneras de tratar una información.
Falta le está haciendo una buena operación de reciclaje. Quizás mucho más que a
mí un garbeo con Mundo Senior o Mundiplan. Échate un higo.
David Cabrera de León, diputado de AHI (Agrupación Herreña
Independiente, cuando le interesa, porque normalmente es un apéndice de
Coalición Canaria), pregunta al consejero de Industria en el Parlamento de
Canarias qué medidas piensa adoptar para abaratar el coste del combustible en
la Isla del Meridiano. Recuerden que algo semejante manifesté en otro artículo
acerca de ese particular en La Gomera. Y es que yo me enveneno, a la par que me
contengo para no saltarle a la yugular a quienes llevan muchísimos años en la
poltrona y vienen ahora a descubrir la pólvora con estos planteamientos. ¿O no
estuvo, acaso, dos mandatos al frente del Consistorio ubicado en El Golfo? Como
cuando la misma formación política, desbancada del ayuntamiento de La Frontera
hace poco por una moción de censura (a la anterior alcaldesa le buscó Clavijo
otro enchufe más rápido que queriendo; para eso no alegó que ella no era dependiente),
se percata de que el sendero de La Maceta a Las Puntas se halla en malas condiciones.
Pues este realejero lo dejó escrito en el cuestionario que puso a mi
disposición la dirección de los apartamentos donde me alojé en aquella bella
población herreña hace unos años. Igualito que cuando Wladimiro Rodríguez Brito
responde con sus magistrales lecciones de agricultura ante cualquier cuestión
que se le plantea, pero no hay profesional de los medios de comunicación que le
señalen por qué no procuró cambiar la mentalidad de sus compañeros de gobierno
en el largo tiempo que compartió labores de consejero en el Cabildo de Tenerife.
Me alegré de que, por fin, haya habido entendimiento en San
Juan de la Rambla para sacar adelante los presupuestos de este año. Mucho me
extrañaba que los concejales de Asamblea Unificada del Pueblo (AUP)-Sí se puede
(o los chicos, como se les conoce en aquellos predios) siguieran empeñados en
ir de la mano de aquellos que solo viven pendientes de las llamadas de los instalados
en la ponzoña para intervenir en su ‘pograma’, es decir, CC (me niego esta vez a
poner AIS, porque lo son tanto como los mentados en el párrafo anterior), PP y
el de Tomás, que creo se denomina VXT-CCD. Sabían que con esa postura, muy
difícil les era poder explicar a la población su negativa. Nos conocemos casi
todos y uno, aunque afincado algo más al Este, va, escucha, observa y… se viene
al Realejo y se pone a escribir. [Le he ‘robado’ la instantánea al amigo
Narciso mediante una captura de pantalla; me colgará del drago]
Mientras, y concluyo, hemos colocado un coche precioso de
color rojo en el espacio gracias a las excentricidades de un multimillonario,
Elon Musk, y con ello las miserias de este mundo han pasado a la historia. Ya
no morirán más de hambre millares de niños cada día. Las guerras y demás
conflictos son asuntos turbios del pasado. La sanidad se ha universalizado. Y el
planeta gira ahora más feliz. Esta noche, cuando suba a la azotea, si el tiempo
(¿estamos o no en invierno?) me deja, a cepillarme los dientes (inveterada manía),
no miraré las constelaciones, sino que esperaré el paso del deportivo, un Tesla
Roadster de primera generación, para agradecer a ese infinito que se muestra
ante mis ojos que otro mundo es posible. Que se eche este también otro higo.
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