lunes, 26 de febrero de 2018

Un mal trago

Durante la pasada semana hubo dos hechos bastante significativos que han debido escocer sobremanera al grupo de gobierno en el ayuntamiento de Los Realejos. Tanto que el propio alcalde estuvo desaparecido y ni siquiera hizo acto de presencia en el homenaje que cada 21 de febrero se le rinde a Viera y Clavijo, con lo que se priva (complacer o gustar extraordinariamente) por una foto nuestro hombre.
De una parte, los jubilados han plantado cara a la formación política que rescata bancos mientras sume en la miseria a millones de personas que, tras entregar buena parte de su vida al trabajo, comprueban ahora que su pensión no corre paralela al coste de la cesta de la compra. Asunto que se agrava en infinidad de hogares cuya única tabla de salvación es el abono que el abuelo percibe. Para comprobarlo basta con acudir en los últimos días de cada mes a cualquiera de las grandes superficies comerciales del pueblo. En este mes de febrero no se ha podido localizar al señor Domínguez en Mercadona, Lidl, La Hucha (por citar solo a los que se ubican en La Gañanía) repartiendo sus consabidos besos a todas las doñas que transitan por sus pasillos.
El PP –y el realejero no constituye un hecho diferencial– ha repartido su argumentario y hay que seguirlo al pie de la letra. Con respecto a los “yayoflautas”, mutismo absoluto. Será Mariano, y así lo ha llevado a cabo este fin de semana en Zaragoza, el que cuestione a los atrevidos, populistas e ilusos que sugieren un incremento en consonancia con la subida del IPC, el cómo van a buscar los capitales para semejante despilfarro. Porque la recuperación portuguesa, a base de potenciar el consumo y hacer que pague más el que más tiene, es un invento de los malvados partidos de izquierda, que ahí justo al lado sí fueron capaces de mirar al ciudadano y considerarlo como el fin o la meta de su gestión.
Las seis concejalas populares del Consistorio de la Villa de Viera, tan dadas a los arrumacos con los mayores (de tal palo…), no las tienen todas consigo. Se las ven y se las desean para explicar que no somos los de cierta edad los que más sufrimos la crisis, según les ha indicado el vicesecretario más progre de sus filas, el señor Maroto. Y, claro, cuando se vive la realidad de un pueblo, donde todo es más cercano, qué difícil se hace el matrimonio entre lo teórico y lo práctico. Pero del vitoriano podemos esperar cualquier cosa desde que sentenció que en el PP hay muchísimos gays y lesbianas, porque si todos estuvieran en la Izquierda ni habría habido avances, ni, probablemente, existiese el matrimonio igualitario. Son capaces de recurrir al Tribunal Constitucional y luego, en inverosímil cuádruple salto mortal hacia atrás, negar la mayor.
Pero lo más complicado para este grupo de mujeres será el afrontar la huelga del próximo 8 de marzo. Aunque les bastará una indisposición repentina para desaparecer. Cuando más lejos de todo acto público que reivindique la igualdad, mejor que mejor. Si ya el consabido argumentario significa una pesada losa, el que la supuesta cuota más liberal, encabezada por el ya mentado Maroto (algo a lo que el PP realejero se ha intentado apuntar desde siempre para buscar la diferencia con el sector duro nacional y mantener ese equilibrio casi imposible cara a la opinión pública) ordene no apoyar la movilización (de Pablo Iglesias y Podemos, según él, sin percatarse de que el peligro político real de su partido no pasa por ahí), pocos argumentos tendrá esta media docena de representantes locales.
Y como, asimismo, callan (o a lo peor ríen gracietas) las burlas y tomaduras de pelo a las que se somete a un conjunto de señoras, con el agravante de la amplificación etérea, mejor harían en tomarse un largo fin de semana y volver el lunes 12 como si nada hubiese pasado. Si ya lo hace el jefe de forma asidua, por qué no un impasse para las subordinadas. Aprovechen los días de asueto para trazar estrategias que compensen el desgaste madrileño, porque puede ser toda una novedad que diez millones de jubilados (mucho más de la mitad jubiladas) tengamos en nuestras manos el poder decisorio. Ya el voto mío, verbigracia, lo perdieron. Mi mujer se lo está pensando. Y yo no soy de los que sostienen que en las locales es diferente porque los de aquí son buenos chicos (y chicas). Tienen una magnífica oportunidad para demostrarlo haciendo caso omiso a las directrices de la capital del reino. ¿Se atreven? Me temo que perder la pasta mensual supondría un dolor de incalculables consecuencias. Peor que un cólico nefrítico. Cuánta tristeza que Cospedal argumente que las que van a la huelga constituyen una “élite feminista y no un conjunto de mujeres reales con problemas cotidianos”. Qué incongruencia, por no escribir qué necedad.
¡Ah!, eso excede las competencias municipales. ¿Y pagar casi cinco mil euros mensuales por estar desaparecido no lo es? ¿Robo, caradura, desvergüenza, cinismo, desfachatez…? No, gilipollez de un pueblo abducido por vendedores de humo que quizás no superen un sencillo test. ¿Ya dimitió?

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