Comentaba Salvador García, en La hora de la verdad para una infraestructura portuaria (García en
blog), que ya se había publicado en el Boletín Oficial de Canarias (BOC) una
resolución del viceconsejero de Infraestructuras y Transportes del Gobierno de
Canarias por la que se someten a información pública (30 días) el proyecto básico
del nuevo puerto de Puerto de la Cruz (versión del 2 de noviembre de 2017) y su
estudio de impacto ambiental. E instaba a cuantos han discrepado, discutido, estudiado
y valorado (incluso con manifestaciones en la calle, añado yo, por no mencionar
todo lo que al respecto se ha aludido en los medios de comunicación) que ya
pueden ponerse a redactar los pertinentes escritos con las alegaciones a
presentar ante los organismos competentes, a fin de aportar las mejoras que se
entiendan necesarias. En resumen, pasar de las palabras a los hechos.
Allá por el mes de junio del pasado año hubo una campaña del
Partido Popular tinerfeño, abanderada por su presidente y, al mismo tiempo,
consejero insular, por la que se negaba enérgicamente a la implantación de una televisión
pública por parte del Cabildo. Asimismo, recordarán ustedes que desde Los
Realejos, y a través de su presidente local (sigo refiriéndome, por supuesto,
al PP), Adolfo González, se planteó la posibilidad de que se presentaran enmiendas
de rechazo en los ayuntamientos de la isla. Luego, mutismo absoluto. O surgieron
asuntos de mayor importancia, o algún superior hizo ver a los políticos
mencionados que era muy difícil conjugar esta postura con la existencia de un
medio de idénticas características en el municipio. Y que si una emisora cumple
con sus objetivos donde se gobierna, verbigracia, otra de semejante estructura
no podía ser nefasta porque en el organismo que la pone en práctica se esté en
la oposición.
Hecho que, en otro artículo de 28 de junio de 2017 (La tele
del Cabildo), me indujo a demandar coherencia en los planteamientos, por lo que
señalé al señor Domínguez que se atreviera a sostener similar actitud en la
Villa de Viera. Ya recordarán mis estimados lectores la marimorena que se armó
cuando unos pocos interpretaron lo que les vino en gana, mezclaron churras con
merinas, y dispararon contra el mensajero al más puro y duro tótum revolútum. Servidumbres a pagar
por entender que el artículo 20 de la Constitución también me ampara.
En el Boletín Oficial de la Provincia (BOP) número 154, de
25 de diciembre de 2017, hallamos un anuncio por el que se da cuenta de que el
Pleno del Cabildo Insular de Tenerife, en sesión extraordinaria celebrada el 4
del mismo mes, aprueba inicialmente la memoria para la implantación del
Servicio Público de Televisión Digital Insular, así como el reglamento
regulador de la prestación del referido servicio, y se abre el plazo de exposición
pública durante 30 días naturales.
En el BOP número 21, de 16 de febrero de 2018, otro anuncio
del Cabildo en que el podemos leer: “Al no haberse presentado reclamaciones o
alegaciones durante el plazo de exposición al público, queda automáticamente
elevado a definitivo el acuerdo plenario de aprobación inicial”.
A uno no le queda más remedio que preguntarse si valió la
pena tanto alboroto para después ‘ausentarse’ de esta manera. A la hora de la
verdad, a recular y aquí no ha pasado nada. Se tuvo el consabido minuto de
gloria, y adiós muy buenas. A lo peor estuvieron los opositores de meses atrás
durante los 30 días del plazo en la cola de la autopista sin encontrar una
salida. Es que el malvado Alonso no piensa sino en sí mismo y vendiendo humo
todo el día.
Del reglamento antedicho entresaco estos pasajes con el ruego
de que todos los tengamos en cuenta,
por arriba de cualquier circunstancia y para que la información sea siempre “completa,
accesible, actualizada y veraz”.
Principios de la función del servicio público insular de
televisión (entre otros):
Estimular la participación democrática de la ciudadanía. El apoyo
a la integración social de las minorías y la atención a grupos sociales con
necesidades específicas. La promoción de la igualdad entre hombres y mujeres,
el respecto a la diversidad y a la diferencia, la integración de la perspectiva
de género, el fomento de acciones positivas y el uso de lenguaje no sexista. El
respeto al pluralismo político, cultural, ideológico y social. La contribución
a la formación de una opinión pública plural. El respeto a la libertad de
expresión y de información. Informar con objetividad, veracidad e
imparcialidad. La separación entre información y opiniones.
Derechos de los usuarios (entre otros):
Expresar sus quejas por escrito, que deberán ser contestadas
obligatoriamente. Una información veraz, objetiva y rigurosa de las distintas
noticias insulares. Participar en debates y programas. Que sean respetadas sus
creencias y opiniones. Recibir una comunicación que refleje el pluralismo ideológico,
político y cultural de la sociedad. Que la comunicación informativa se elabore
de acuerdo con el deber de diligencia en la comprobación de la veracidad de la
información.
Son unas pinceladas apenas. Nada nuevo, de otra parte, para
lo que se le presupone a un medio de titularidad pública. Ojalá lo tengan
siempre presente. Y ya que el PP no tuvo tiempo de alegar nada cuando le tocaba
(se colige que esté de acuerdo con estas normas básicas que rigen la
convivencia de cualquier aspecto social), espero y deseo que tome debida nota y
aplique el tratamiento en las instituciones que gobierna, ya sea el
ayuntamiento de Güímar o el más cercano de Los Realejos.
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