jueves, 15 de noviembre de 2018

Se levanta el telón

Los matanceros están de enhorabuena. Tras muchos años de espera, pero en los que la tenacidad prevaleció por arriba de cualquier otra circunstancia, el antiguo Cine Prado, adquirido por el ayuntamiento en el ya lejano 1988, abre sus puertas, convertido en flamante Auditorio Municipal, el próximo día 5 de diciembre.
Vale aplicar aquí lo de nunca es tarde. Y no va a entrar este comentarista barato en el capítulo de vicisitudes habidas. Para lo que hubiese bastado dirigirme al incombustible e incuestionable alcalde de aquella población y me habría detallado los aconteceres vividos, y sufridos, durante este largo proceso. Pero que, a buen  seguro, si se echa la vista atrás y se resume esa larga trayectoria en unos minutos, se colegirá que el esfuerzo ha valido la pena. Máxime, y a la fotografía del interior del recinto me remito, cuando un pueblo puede presumir con orgullo de un centro desde el que se irradiará la cultura como motor del avance y del desarrollo.
Vaya mi pública felicitación por el logro alcanzado. Hecho que se ha repetido en otros municipios, como puede ser el caso de San Juan de la Rambla o Güímar. A perdonar los que se me puedan quedar en el tintero, pero no es mi intención llevar a cabo un compendio de lo mucho, y bueno, que se ejecuta en otros territorios. Y lamentar profundamente el que acciones de tal porte no se vislumbren por lares más cercanos. ¿Pensaste en Puerto de la Cruz o quizás en Los Realejos?
Me vengo a mi pueblo. Desde donde anteayer escribía que sentía sana envida y profunda resignación. Porque no tenemos nada. Porque llamar auditorio al salón de actos de la Casa Municipal de la Cultura, inaugurada en 1987, me parece otra tomadura de pelo más de las muchas a que nos tiene acostumbrados el actual equipo de gobierno. Que presume de gestión y se jacta de superávit, sin que ello se traduzca en mejoras sustanciales para esta villa. Eso sí, de fuegos de artificio, ni la Pirotecnia Toste.
El Cine Viera se cae a trozos. Como otros ejemplos de nuestro patrimonio. Particular que el señor alcalde ha delegado en dos concejales, lo que nos hacía presuponer que el éxito estaba garantizado. Pero nuestro gozo en un pozo. Lleva camino paralelo este asunto a la remodelación integral del Callejón de los Cuartos. Que hace honor a su denominación y seguirá en condición de tal hasta que esta hornada de bien pagados sea retirada de la circulación (política). O la adquisición, asimismo, de la casa natal del ilustre polígrafo Viera y Clavijo. Aunque, a veces, no sabe uno a qué carta atenerse cuando contempla el estado de la Casona de la Gorvorana, de propiedad municipal y ahora mismo juguete para que unos estudiantes hagan prácticas de diseño.
Tras anunciarse, hace de esto varias décadas, que el mencionado cine había sido adquirido por la hoy desaparecida CajaCanarias y de comunicarse, incluso, la posibilidad de establecer un convenio con la entidad bancaria para su recuperación, se ha pasado a un estado de frustración tan preocupante como la inutilidad de cuantas corporaciones han tenido algún tipo de relación con este particular. Y es que en mi pueblo ocurre algo raro. O los ciudadanos de a pie pensamos en fenómenos paranormales o nos merecemos los gobernantes que tenemos. O nosotros somos bichos raros que creemos en pajaritos preñados o ellos no disponen de capacidad suficiente ni siquiera para administrar los asuntos caseros.
Puede que estés recapacitando si esta cuestión ya se arrastra desde la época de los primeros mandatos tras el advenimiento de la democracia a este país. Y como copartícipe de la del periodo 1983-1987 –mucho más la de 1979-1983–, propongo un ejercicio de memoria histórica. Porque tendemos a olvidar con pasmosa facilidad. Sobre todo en aquellos que nacieron con posterioridad y ya no son capaces de preguntar a sus progenitores sobre el lamentable estado en que se encontraban los pueblos. Con tantas carencias y una escasez de presupuestos tan preocupantes que tuvimos la imperiosa necesidad de establecer unas prioridades que pasaban, en primer lugar, por dotar de colegios a una población que aún rayaba el analfabetismo. Nada te cuento de penurias en todo tipo de infraestructuras puesto que, afortunadamente, fuimos capaces de sacar la cabeza del hoyo, más que bache.
No sé qué podríamos ser capaces aquellos aventureros con los millones de euros que ahora mismo se barajan. Como observo que alguna que otra formación política pretende reverdecer viejos laureles, lo mismo estamos a tiempo, antes de irnos para Las Chacaritas –¿te acuerdas de la expresión, no?– de probar a proyectar a medio plazo ese legado que dentro de nada dejaremos a otra generación.
Estamos cansados del día a día y de la improvisación. Del gesto fácil y del besuqueo empalagoso. Del rédito fácil y cortoplacista. De la manera de rodearse de ineptos que hacen la o por un canuto a duras penas. Del copiar iniciativas porque el pensar les está vetado. Pero no se atreven a hacerlo con proyectos de cierta envergadura, como los que se dejan mencionados, ante el temor de morir en el intento. No despiertes, realejero, y sigue viviendo en la ignominia. Pobre Parlamento de Canarias de confirmarse la pretensión. Pobre Cabildo de Tenerife de ídem de ídem.
En fin, matanceros, levanten el telón, que nosotros, por desgracia, seguiremos en la cola. Lo malo es que las entradas aún no están a la venta. A pesar de la espinita, mi más cordial enhorabuena.

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