Quisiera pensar en incongruencias, sí, porque si en
realidad, o en el fondo, se trata, llana y simplemente, de ser caradura, o que
la desfachatez alcanza cotas alarmantes, apaga y vámonos. Y es que uno, después
de patear el pueblo y hablar con el que me tropiece en las idas y venidas –eso sí,
sin sacarme fotos por la inveterada manía de no querer tener móvil–, no llego a
comprender los comentarios laudatorios hacia nuestro alcalde en cualquier
publicación en las redes sociales, máxime si inciden –como es costumbre en
señalados asiduos– en el vuelco o giro (me imagino que de 180º, y no de 360º
como se jactan los enterados de turno) que ha sufrido el pueblo durante los
años de mandato del actual regidor. Como yo no nací en Venezuela ni he estudiado
en universidad extranjera (a excepción de dos meses viviendo en Torquay, Devon,
England), llevo toda mi existencia mamando Realejos y observando los cambios
habidos desde que tengo uso de razón, a saber, el otro día. Compruebo que mis
apreciaciones no coinciden con las de los adulones, porque si se contabiliza el
preceptivo mantenimiento de los servicios públicos como haberes en el platillo de
la balanza, voy a exigir a mis hijos que me concedan la medalla al esfuerzo
paternal por haber sido capaz de sacarlos adelante con los sacrificios inherentes
de un homínido comprometido. Claro, como tampoco tengo caballo en mi cuadra, a
lo peor no me he enterado de la inauguración del flamante hipódromo.
En reciente rueda de prensa (ahí está la foto de este pasado
miércoles), Manuel Domínguez ha vuelto a insistir en su eterna canción: “Desde
que llegué al gobierno municipal en 2011, me encontré con cuatro empresas
públicas prácticamente en quiebra técnica”. Que no, alcalde, que no. Ordena que
te escriban los renglones derechos. Si tú expresaras que en 2011 accediste a la
alcaldía, todos estaríamos de acuerdo con la apreciación. Pero ocultar que formaste
parte, e importante, del grupo de gobierno en el mandato 2003-2007, solo puede
explicarse bajo el manto de la sospecha. ¿No alardeabas no ha tanto de tu
magnífica labor en la hacienda municipal con Oswaldo Amaro? ¿Por qué esa sombra
de duda en marginar el cuatrienio de referencia? ¿No fuiste, con Chano Ledesma,
corresponsable en la construcción de los aparcamientos que tantos perjuicios han
ocasionado a las arcas públicas? Y durante ese espacio en que ocupaste un
puesto de altísima responsabilidad (incluye a Sebastián, quien llevó las
riendas urbanísticas), más los cuatro siguientes (2007-2011) en la oposición,
¿no tuviste un minuto siquiera para percatarte de la deriva de esas empresas?
Cuanto más intentes ocultar ese pasado para que los votantes no se subleven,
más me subiré a La Corona para recordártelo. Mi compromiso ciudadano me lo
exige.
Bien, VIVIRÉ (le han puesto la tilde, por fin; eureka, me
leen) ha sido disuelta. Con la posible venta al Instituto Canario de la
Vivienda (ICV) del edificio fallido de La Cruz Santa (calle Tindaya) quedaría
saldada la deuda. Y ahora el consistorio asume las competencias en esta faceta
de manera directa. En consecuencia, reorganizas el equipo de gobierno y
encomiendas al concejal Alexis Hernández para que estreche las relaciones con
el Gobierno de Canarias. Qué bien. Qué contentos nos hemos puesto. Con ese
suplemento en la dedicación, me imagino que pasará a cobrar más. Atrás quedan
oscuros pasados y hemos descubierto la fórmula para que ningún realejero se
quede sin un techo que lo cobije. Cuánta falsedad, Manolo. ¿No argumentabas
todo lo contrario con respecto al alumbrado público? ¿No privatizaste ese
servicio con los neblinosos resultados que muchos sectores del municipio sufren
durante noches enteras? ¿Son esos brincos la prueba fehaciente de tu línea
política y de tu planificación? ¿Nos podemos creer que se va a aportar una mayor
agilidad en la gestión mediadora entre vecino y órgano competente en vivienda?
Porque o nos inclinamos hacia esta versión optimista de que lo público funciona
maravillosamente o a la versión contraria
de la privatización. No caben las medidas tintas. Y tú pareces jugar a
lo que caiga. Puede que sea el corolario directo de tus ausencias. Será algo
semejante, intuyo, a cuando alegabas que las modificaciones de crédito daban
cuenta de una mala organización en labores presupuestarias y luego el BOP nos
sopla que ya suman buen puñado en el presente ejercicio.
Pero resta lo peor, estimado alcalde. Se trata del hecho de
tu manía, por no escribir persecución, hacia todo lo que provenga de la
oposición. Sabes perfectamente que esta propuesta de que las viviendas de La
Cruz Santa fueran adquiridas por el ICV surge de una iniciativa del grupo
socialista. Y no solo en esta comparecencia te atribuyes la autoría (otro muestra
más de un cinismo elevado a la enésima), sino que al día siguiente de la sesión
plenaria donde se debatió la moción apareció publicada la noticia en El Día. Y
aquellos que aún tenemos dos dedos de frente sabemos que es materialmente
imposible que un periódico dé cabida a una información si no obra en su poder a
media tarde. ¿A qué hora finalizó el pleno? No es la primera apropiación
indebida. Me temo que tampoco será la última. Pueden tus adláteres aplaudirte
con las orejas, pero el resto –ya vamos sumando– seguirá llamando las cosas por
su nombre: descaro, insolencia, desvergüenza, grosería…
Y concluyo, que ya bastante tienen mis lectores –puede que
bastantes más que los palmeros (que bate palmas) que van quedando– para debatir
este fin de semana, con otro apunte. No presumas de no sé cuantos parados
menos, porque, y el razonamiento no puede ser más simple, merced a las iniciativas
emprendidas por este grupo de gobierno (que parece no ver locales cerrados o
con un elegante cartel de se vende, se alquila, se arrienda), sino que basta
con acudir al notable descenso habido en el padrón de habitantes. Y seguro que
no se marcharon tras haber obtenido un importante premio en el Euromillones.
Siento que no me quede espacio para unas líneas acerca de
las montadas de autobombo en la procesión de un pueblo vecino. Me llegan
comentarios portuenses del paseo triunfal. El más suave: fuerte bobo. Deben ser
las secuelas de las Escuelas Superiores de Management.
¡Ah!, se me olvidaba: Como tú te vas todos los días del
pueblo –a buscar dinero, que me diría Noelia– lleva contigo al concejal de
Vivienda. Por la gasolina, las dietas, las colas... Y con otro pasajero más,
carril BUS-VAO. Deberías nombrarme asesor.
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