Todos los años, lo mismo. O todos venden lo mismo, que nos
señalaba cierta publicidad. Cuando no es la Luna, será Marte. Y si no, una
conjunción de planetas, pero siempre existirá un fenómeno astronómico que deberá
ser calificado como el no va más del siglo. Aunque al año siguiente quedará
eclipsado, y nunca mejor dicho, por cualquier otro de mayor trascendencia. O
menor, que todo es posible con lo olvidadizos que somos.
Mañana viernes se producirá otro eclipse del satélite
terrestre. Y aparte de verla grande y hermosa, adquirirá un especial tono
rojizo que parecerá que sangra. De ahí el titular que prolifera por los medios
de comunicación. Nada nuevo, por cierto, si te dedicas a repasar estos acontecimientos
a lo largo de un periodo no demasiado largo. Pero como somos de memoria frágil,
este 27 de julio nos pegaremos tres horas mirando al cielo. Porque será lento
para poder degustarlo con deleite. Salvo en este Norte, donde la panza de
burro, como cada verano, hace honor a la tradición y habrá que subir unos
metros si nos puede la novelería. O el afán científico, que de todo hay, aunque
menos.
Como a Marte se le conoce también como el planeta rojo, es
conveniente recordar que cada cierto tiempo crece tanto que casi llega a
vislumbrarse del tamaño de la Luna. Y no exagero ni tanto así. Nos lo retratan
como las fotos que saca Isidro Felipe con teleobjetivo desde Icod el Alto, por
ejemplo, y salen los bañistas de La Fajana, o Gordejuela, con todo lujo de
detalles. Y nada te cuento cuando nos sorprende con cualquier tipo de ave,
faceta en la que es un auténtico especialista. Por cierto, ¿para cuándo el
libro de fiestas y tradiciones? No entiendo la postura de los organismos
públicos, cuando va a constituir, a buen seguro, un documento de incalculable
valor histórico. Algo, o mucho, tendría que aportar nuestro ayuntamiento.
También en la faceta económica, por supuesto.
Debemos reconocer que todos los inventos son buenos hasta
que llega el golfo de turno y le da la vuelta a la tortilla. No pueden quedar al margen las redes sociales. Y hasta los medios tradicionales se han dedicado
a jugar con sensacionalismos baratos e intentan vender la mercancía a base de
engañar al lector desde el mismo título, tan obsceno, a veces, que en nada
concuerda con el contenido informativo.
De tal suerte, y gracias a Facebook (no tengo WhatsApp), no
nos ha hecho falta pisar un aula para convertirnos en astrónomos, periodistas,
cocineros, fotógrafos, escritores, investigadores… Los puntos suspensivos
abarcan una lista interminable. Y, en consecuencia, los astros cambian de tamaño
y color a conveniencia, la Luna sangra (cuando no llora), pero lo que más preocupa
es el asunto de las profecías. Porque vale que pueda ser una canción, un libro
o un romance en París, mas los mensajes apocalípticos afloran asimismo. Y ya
tenemos a Trump con el dedo dispuesto, por lo que añadir más incertidumbre
causa cierto repelús.
Así que, estimados pensionistas, como mañana también, eso
escuché, nos van a pagar los atrasos, les propongo que gastemos esos euros por
la tarde en una buena cuchipanda, no sea que por la noche se nos caiga la Luna
y rompa todas nuestras expectativas. Y ya saben que herencias las justas, que
luego se pelean por ellas los que nos van a velar en el duelo.
No sé, si no tengo nada mejor que hacer, este viernes me
acostaré temprano y si pasa algo que me trinque durmiendo. Esas de se quedó en
la cama y se murió de repente eran las causas de muchas defunciones de cuando
no había luz eléctrica. Que ya uno es mayor y puede contar.
Bueno, mañana sí vuelvo, pero el lunes queda pendiente. Por si
acaso.
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