Pensé titularlo con el adverbio Presuntamente. O con otro
similar. Que se ha convertido en la excusa perfecta para que un periodismo
venido a menos exculpe múltiples pecados en la redacción de las noticias que
guardan relación con la amplia casuística de sucesos. Puede que los
profesionales (especialistas) en esta secciones, quizás tan leídas en los
medios como las esquelas por aquello del morbo, se hayan impregnado de ciertos
tics expresivos o, y eso sería más grave aún, piensen haberse convertido en sesudos
investigadores criminalistas. Se solapa información y opinión con pasmosa
facilidad. Se da pábulo (echar leña al fuego) y se olvida el sagrado principio
de que la veracidad debe regir su proceder. Los hechos son sagrados, sí, pero
con harta frecuencia se cae en la tentación de emitir juicios de valor. Cuando
por el contenido informativo, como por el prototipo de consumidor, se debería
actuar con sumo tacto, a no ser que solo se pretenda que la bola siga girando y
aumentando su volumen. Si en horas bajas en el capítulo de ventas recurrimos al
todo vale, mal presagio. No se dan cuenta de que ya tenemos la Autonómica.
Van unas pinceladas de otra crónica más del impactante y
luctuoso suceso, que bien titulara el maestro Salvador García, con brevísimas
acotaciones al respecto. Los estimados seguidores de este blog sabrán sacar sus
conclusiones con mayor detalle.
“A la espera de que se confirmen oficialmente los resultados
preliminares de la autopsia, lo único que está claro es que alguien asesinó a dos
niñas, de 3 y 5 años de edad, las hijas de la pareja conformada por la citada
Paula Teresa e Israel, quien supuestamente dejó una carta explicando los
motivos por los que se desencadenó esta tragedia”.
Cada vez que voy a la playa a bañarme, aunque la panza de
burro no me infunda mucho ánimo, lo único que tengo claro es que me voy a
encontrar el agua mojada. Observen que supuestamente dejó una carta.
“Israel no aguantaba más. Así se desprende de esa misiva que
dejó. Él combatió en la guerra de Afganistán, con la consabida carga que ello
conlleva para la salud mental, a pesar de la desidia de las autoridades para
afrontar esta problemática, tanto en el caso de los veteranos como en general”.
Ya no hay duda: dejó una misiva. Cuánto prejuicio en el
resto, más propio de novela. Estoy ahora releyendo Al este del edén y recordé
ciertos trances de su protagonista.
“Allí también estaba la carta, donde él (de su puño y letra,
siempre que así lo confirme un perito) explica que había llegado al límite por
motivos económicos y familiares, tal y como apuntan fuentes cercanas a la
investigación que lidera la Guardia civil bajo el mandato del juzgado de
guardia orotavense”.
Menos incertidumbre aún. De su puño y letra, de fuentes
dignas de todo crédito. Lo del perito es mero efecto colateral.
“A priori, la dantesca escena que se encontraron los agentes
corrobora la teoría de un acto preparado. De ser cierto, lo normal sería que la
madre también estuviera, al menos, sedada. Él, presuntamente, se habría
encargado de poner fin a sus vidas. Se entiende que pudo sedarlas a luego
asfixiarlas, al menos a la madre”.
¿Lo corrobora? ¿A qué viene luego de ser cierto? Al menos,
sedada. ¿Y al más? ¿Se entiende? La verdad, presuntamente, no mucho.
Alusión a los venenos agrícolas, pues “su uso no es ajeno a
buena parte de la población”. Hombre, La Villa, como la mentaba Isaac, cada vez
es menos agrícola. Por su culpa, precisamente. Y pienso que buena parte de la
población es cada vez más ajena al uso de los venenos. Al peligrosísimo
fosferno (no sé si se escribe así) que se usaba en las plataneras, por ejemplo;
y por suerte.
“Por si fuera poco, junto a los cuerpos sin vida de la mujer
y las dos niñas estaba el de la mascota de la familia, un perro pequeño que
también fue víctima de la vorágine de la violencia”.
La guinda de la vorágine de la violencia. Por si fuera poco,
pobre perrito.
“Sea como fuere, desde fuentes oficiales confirmaron ayer
[al diario en cuestión] que para la mañana de hoy estaba previsto un comunicado
sobre el caso de La Orotava por parte del Ministerio del Interior a la que, al
parecer, quiso anoche anticiparse el Gobierno de Canarias. Si en el reciente
caso de Fuerteventura se quedó rezagado, el Instituto Canario de Igualdad se
anticipó ayer a la versión oficial de Interior, que es la determinante.”
Esta vez no se nos escapa. Eso de una hora menos no nos
volverá a ocurrir. Nuestro anuncio no será concluyente, pero damos primero.
Como cierto periodismo de investigación, ni más ni menos.
Tras una detallada exposición de precedentes, con esmerada
ristra y todo lujo de detalles, “ahora queda esperar que los investigadores de
la Guardia Civil informen de sus conclusiones a la autoridad judicial para
saber si, como se estima, estamos ante un presunto parricidio, y, según el
Gobierno de Canarias, un crimen machista”.
La sensatez, al final. Dejemos que realicen su trabajo, pero
antes, elucubremos. Sigo avergonzado. Será por poco tiempo, porque en uno o dos
días, cualquier otra sacudida desviará nuestra atención.
Y una nota aclaratoria: Redactadas las líneas precedentes, y programada la entrada en el blog, se conoce el informe de la autopsia en el que se revela que las muertes acaecieron el sábado 14. ¿Cómo es, entonces, que asistieron a una fiesta familiar el domingo? ¿Se hará alguien responsable de tanto disparate publicado?
Y una nota aclaratoria: Redactadas las líneas precedentes, y programada la entrada en el blog, se conoce el informe de la autopsia en el que se revela que las muertes acaecieron el sábado 14. ¿Cómo es, entonces, que asistieron a una fiesta familiar el domingo? ¿Se hará alguien responsable de tanto disparate publicado?
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