Uno pensaba ─puede
que sea motivado por la edad─
que los asuntos relacionados con la justicia siempre venían con la etiqueta de
seriedad adherida. Pero las andanzas peculiares del magistrado de la foto, Salvador
Alba, tan controvertidas como originales, me hacen cambiar de opinión.
Hay comportamientos a los que uno no le queda más remedio
que calificar como cosas de niños, o como mejor solemos decir por estas
ínsulas, cosas de chicos. Y me lo viene a confirmar que la baja médica al
citado juez –para que se permitiera el lujo de un garbeo por Maldivas─ se la expidió un pediatra. Así que no
debo ir muy descarriado en el planteamiento.
Cuando se halla
pendiente el fallo del denominado Caso Faycán (hecho que no entiendo cómo pudo
ser presidido el tribunal por alguien imputado por prevaricación, cohecho,
falsedad y revelación de secretos, para lo que ya se ha dictado apertura de
juicio oral), y para demostrar que la lentitud de los procesos judiciales se
debe a múltiples causas, el enemigo público de Victoria Rosell, cuando esta era
diputada de Podemos, se tomó unas vacaciones allende los mares. Quizás para
perfilar los últimos considerandos de la sentencia antes aludida o para dilatar
la suspensión cautelar de sus funciones. La Audiencia Provincial de Las Palmas,
amén de la suspensión precitada, ha exigido que se arbitren alternativas y
propone que el fallo pendiente se dé a conocer ya, con o sin Alba.
Aquellos que
afortunadamente vivimos tranquilos, sin meternos en berenjenales de mayor porte,
contemplamos atónitos cómo los que deben dar ejemplo se comportan cual
escolares de primaria que dirimen diferencias tocándose la oreja en el patio de
recreo. Y los que ya tenemos unas cuantas décadas a nuestras espaldas, es
decir, podemos presumir de cargar con algo de experiencia, no sin cierto rubor
pensamos que en manos de quién estamos.
Si renquea uno de
los tres poderes del Estado, el judicial, no se vislumbran mejores perspectivas
en los otros dos. Ahora mismo estamos enfrascados los canarios en si el 75% que
se debe aplicar a los billetes para el transporte debe hacerse sobre la tarifa
regular o la bonificable. La inmensa mayoría no sabemos qué significa la una y
la otra, pero nos subimos al carro de las discusiones y olvidamos, al menos por
unas semanas, las urgencias sanitarias, las colas en la autopista, el muelle
del Puerto, los dineros enterrados en unos semáforos para las monjas de La
Montaña… Parece que no existe solución para tanta ineptitud. Menos mal que
Fernando Clavijo ya lo ha reconocido. Aspecto que le honraría si al mismo
tiempo hubiese presentado su dimisión.
A la par, el exministro
Soria, una vez resueltos sus papeles de Panamá, comienza de nuevo a alongarse
al ruedo político. Y se va a Madrid para apoyar, junto a otros ex, al prototipo
de la regeneración, Pablo Casado. Con apoyos de tal guisa, que me guarde un
cachorro el clon de Alberto Rivera. Aunque en mi pueblo ya estamos
acostumbrados a corderitos. O lobos disfrazados, mejor.
Y como es fin de
semana, y en periodo vacacional, disfruten ustedes todo lo que puedan. Vayan a
la playa (el tiempo está excelente en este Norte), jueguen en la arena, hagan
castillos (también en el aire), recojan conchas y admiren los paisajes. Pero,
sobre todo, retocen como niños.
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