El derecho a las vacaciones es incuestionable. Y que el
alcalde realejero, en su decreto número yanimeacuerdo,
delegue la alcaldía, nada que objetar. Pero me da que a los habitantes de
este pueblo se nos toma por tontos, porque este equipo de gobierno entiende la
política de una manera muy especial. Cree hallarse por arriba de todo mortal y
juega con nuestro dinero tan alegremente, que diríase está encantado con su
proceder.
En el Boletín Oficial de la Provincia (BOP) número 78/2018,
publicado el pasado viernes (29 de junio), pudimos enterarnos de la ausencia dieciochomilquinientasveintinueve del
señor Domínguez. El responsable de este blog, que cuenta hilo directo con
varios departamentos del Consistorio, conocía desde días atrás que el alcalde
se tomaba su periodo vacacional y retornaría para disfrutar de los actos principales
de las Fiestas del Carmen (cómo se iba a perder la ración de besos). Madre mía,
lo que escribí; ahora se iniciará la purga para descubrir a los chivatos.
Cuando uno es joven y tiene obligaciones familiares más
acuciantes que las de un jubilado, verbigracia, no ve la hora de que llegue ese
ansiado momento para irse de viaje, tumbarse a la bartola en una playa perdida
(qué mal me suena siempre esta expresión) o llevar a cabo aquellas acciones que
no puedes realizar cuando estás en época de curro. Qué menos que resarcir a los
más allegados de los momentos robados por la ajetreada agenda. Que los niños
disfruten de la presencia del padre parece norma de obligado cumplimiento.
Pero nuestro protagonista es diferente. Le da lo mismo. Es
más, como se ha percatado de que muchos realejeros ya son capaces de
recriminarle sus ausencias, haya habido delegación expresa o no, durante los
once meses teóricos para dedicarse a la alcaldía, ha aprovechado esta
separación para volcarse en sus otras ocupaciones orgánicas. El pasado jueves
estuvo reunido con una representación del sector empresarial de los coches de
alquiler. Qué contarte que tú no sepas de sus cuitas con Alonso. Y el viernes
vino Pablo Casado, uno de los aspirantes en la sucesión de Mariano, a solicitar
el voto de los exiguos electores tinerfeños. Y se gastó más en el viaje que en
redactar unas líneas y utilizar cualquier otro medio más económico. La foto no
es demasiado orientativa porque los fotógrafos ya podrían sacar la instantánea
al revés. Seguramente podríamos comprobar que los asistentes son todos cargos
públicos, únicos oficios en este país que pueden levantarse del puesto de
trabajo, no dar explicaciones a nadie y largarse cuando, y cuanto, les venga en
gana. Las perritas de fin de mes, aseguradas, mejor, blindadas.
Y por si fuera poco, aun tuvo tiempo para dictar las
instrucciones que debían regir en la sesión plenaria del miércoles próximo
pasado (27 de junio). Reunión en la que su grupo demostró, y con notable alto,
cómo ha sido capaz de interiorizar los preceptos del manual de instrucciones.
Son tan aplicados como alumnos que no regatearon esfuerzos en poner en práctica
todos los tics de ordeno y mando que la superioridad ha establecido como
leitmotiv. Soberbia, despotismo… Retorno del caciquismo más puro y duro. Rancio,
vetusto, añejo. De lo más carca. Espectáculo en el que un concejal de la zona
donde se había producido un accidente unos días antes, con la desgracia añadida
de la pérdida de una vida humana, tiene la desfachatez de contestar que no se
había dado cita en la manifestación de los vecinos del lugar porque no le
apetecía, como si el cargo se ejerciera en función de gustos y preferencias. Descaro
a la enésima. Qué rápido aprenden los cachorros. Donde se cebaron con una
concejala de la oposición por haber tenido la osadía de ponerse al lado de los
afectados, en un ejercicio de libertad personal que le honra, pues no debemos
olvidar que la vía de marras es de competencia insular, y recordemos que en el
Cabildo existe un pacto de gobierno entre CC y PSOE . Por lo visto estaba
obligada a pedirle permiso al jefe de la manada. Sí, y puede que con rebaño nos
quedemos cortos. Ni vasallos, ni señor, ni… No sigo porque iba a escribir una
expresión chabacana. Aunque ganitas me quedaron. Pobres animales, siempre tan
malparados en las comparaciones.
Qué nerviosos están. Y a poco que los ediles de la oposición
sigan cumpliendo con la obligación contraída con el pueblo, y expresada en su programa
electoral, me temo que las armas van a seguir disparando en el Salón Noble de
la Avenida de Canarias.
Se me olvidaba señalar que en el precitado viernes (día 29)
hubo sesión plenaria en el Cabildo Insular. A la que Domínguez, como viene
siendo bastante habitual, tampoco asistió. Se encontraba de paseo con Pablo
Casado. Aunque, a posteriori, sí se atreve a opinar sobre lo allí acontecido.
Caradura no, lo siguiente.
Ya sé que cuando llegue a sus oídos el contenido de esta
misiva –ponle el cuño de que sus asesores lo tienen debidamente informado–, la
respuesta será la consabida: En mis vacaciones hago lo que me dé la realísima.
Pero olvidará que en política es muy importante actuar no solo con estética,
sino que la ética debe ser el sello con el que se sustente, y sentencie,
cualquier proceder. Es lo que el estimado amigo, y maestro, Salvador García,
escribía hace unos días acerca del ser y parecer; “Cuestión de aprenderse las
nociones, de cultivar valores y cualidades preventivas”.
La soberbia y la prepotencia, una vez más, aconsejarán a
nuestro personaje a seguir con la mercadotecnia actual. Lo malo son las
sacudidas tectónicas que ya se percatan por la Ladera de Tigaiga, por mucho que
pretendan correr ‘estúpido’ velo. El viejo dicho popular es contundente: El
cornudo es el último que se entera. Valga el símil.
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