lunes, 25 de mayo de 2020

Espejos

No hay manera. Ni entre las diez y las doce de la mañana, ni en el intervalo de la tarde (de siete a ocho). Llego a casa envenenado. O pierdo la vista a pasos agigantados o la gente se conserva de maravilla. Pero me da que eso de las franjas horarias es una cuestión que ya muchas personas debieron olvidar. Y no hay derecho, policías municipales, a que me tropiece en el corto recorrido con dos de sus vehículos (dos agentes en cada uno de ellos) sin que se dignen parar cuando ven, como yo, a un par de jóvenes, a una madre con su niño, a no sé quién con el perro… Bueno, la casuística es amplia.

Y Jesús, 71 años, personal de riesgo según las autoridades sanitarias, debe ir sorteando obstáculos. Si me habilitan un horario para desentumecer los músculos y la orografía realejera no permite mayores alardes, debería hallar el camino más libre de tropiezos. Máxime cuando nuestras carreteras, sin aceras o espacios para salvar los tobillos del tráfico, no se prestan demasiado a que podamos guardar las distancias mínimas exigidas.

Procede, entiendo, unas cuantas llamadas de atención, porque el asunto se está relajando en cantidades industriales. Y los que intentamos cumplir las normas procurando ser espejos ante la sociedad, nos vemos imposibilitados por aquellos que merecen, como mínimo, un par de buenas nalgadas. Y si se persiste en los incumplimientos, sanción al canto y santas pascuas.

Como uno estuvo en la escuela hasta el otro día, me pregunto qué tipo de educación puede trasmitir al infante la aludida anteriormente. Como aquella otra que cruza la calle por donde mejor le convenga llevando de la mano a un crío de pocos años. Y a lo mejor el paso de peatones se encuentra a menos de diez metros. Eso sí, ambos van equipados con su correspondiente mascarilla. Como si esta fuera la licencia para acometer, incluso, acciones prohibidas.

¿Estamos sufriendo las consecuencias de una plantilla corta y envejecida? Tengo entendido que se ha jubilado un buen puñado (es símil). ¿Se han cubierto esas plazas, así como las que faltaban para cumplir con la ratio en consonancia con la población de la Villa de Viera? Me da que no. Mientras, la pregunta del millón: ¿Para qué mantener al bien pagado de Marrón? Si los más cercanos reconocen que bien poco ha aportado en estos años, ¿cómo es posible que arriba se detraigan efectivos para ponerlos a su disposición, con la que la presencia en la calle es aún menor?

Claro, llegamos a situaciones imprevistas como la que sufrimos ahora y por aquello de la política mal entendida nos tiramos los trastos o buscamos el cabeza de turco adecuado. Salvador Illa, por ejemplo. O Fernando Simón. ¿Se imaginan ustedes que hubiese prosperado el abrir el grifo totalmente, según propone el PP y Vox? Lo de los catalanes lo dejo aparte y les echaré de comer en el siguiente pesebre. Si con restricciones hacemos lo que nos viene en gana, quita, hasta escalofríos me da de solo pensarlo.

Puedo entender que con pocos agentes se antoja complicado llevar a cabo todo lo que uno ve desde fuera. Pero no estaría de más que cuando vaya una pareja en un coche patrulla a resolver cualquier asunto, hiciera un alto en el camino para dar a entender al incumplidor que aún no nos encontramos en condiciones de tirar voladores. En esta sociedad tan apegada a la vida fácil, a la comodidad, es necesario, de vez en cuando, buscar modelos, espejos. Que no todo se resuelve a base de arrumacos y tratos, cuando menos, empalagosos. Lo digo por quien ustedes saben mejor que yo y que tiene la llave del grifo en su mano para resolver problemas y solventar carencias. Ya que él no quiere, sean otros los retratos, los ejemplos. En el buen hacer, porque para postureos…

Hoy lunes ya entramos en fase 2. No quisiera salir a la calle con más miedo del que ya soporta este cuerpo aún serrano. Pero un par de sustos más y me quedo en casa viendo la tele. Jesús, que no gana uno sino para disgustos. Ah, y si te digo una cosa, te digo la otra: también hay talluditos (pasan de los 70) que salen más temprano porque a las diez hace mucho calor. Y hoy se llenarán las playas, incluso con aquellos que antes de la pandemia no se bañaban ni en verano.

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