martes, 12 de mayo de 2020

Examen

Cuando no se tiene nada que hacer, uno debe entretenerse en algo. Y como hemos estado confinados (seguimos, pero menos), la casuística se dispara. El periodismo no es ajeno a la situación. Con el agravante de querer seguir el juego que se desarrolla en las redes sociales. Lo que desemboca en demasiados esperpentos en una profesión que se debe regir por otros cánones bien diferentes a la liviandad que se nos muestra y donde sobren las frivolidades que, incluso, se nos brindan cada día en las preguntas que se elevan a los representantes gubernamentales en las múltiples comparecencias que se suceden desde la implantación del estado de alarma.

Ayer nos sorprendía ABC con otra de sus ingeniosas encuestas. En la que el PP, como premio a su comportamiento mezquino, que no ha sido bien visto en foros internacionales ni en le dirigencia de fuerzas políticas afines, y en su línea de emular los andares, por aquello de la competencia electoral, de la más rancia, xenófoba y despreciable facción de la ultraderecha que representa Vox, casi empata en número de escaños con el PSOE. Pero es que se llega a cuantificar que capta 250.000 votos del propio PSOE y 650.000 de Ciudadanos y Vox. Hombre, eché en falta que afinaran algo más y no redondearan de tan burda manera. De paso, a ser posible, que se aclarara si en esta también se dieron a conocer los resultados antes de que concluyeran las entrevistas.

En otro medio impreso compruebo que se ha hecho un concienzudo examen a Pedro Sánchez durante sus intervenciones públicas. Que no han sido pocas. Y que a un servidor, al igual que las de Ángel Víctor, le han servido para valorar muy positivamente el aplomo y talante en una situación tan complicada como la que aún estamos viviendo. Porque las comparo con las de Trump y Bolsonaro (parece que Boris ya va marcando otros derroteros después de que le tocó bien cerca el paso del bicho) y el fiel de la balanza no se presta a error ni engaño.

Le ponen (a Pedro) los micrófonos tan cerca que se escucha su respiración y se le nota cansado. Con lo que el estudio, o examen, concluye que ese aumento de intensidad en la toma de aire se relaciona con el bostezo, y este no solo con la fatiga, sino también con la ansiedad. Todo ello en consonancia con una investigación de la Universidad de Pisa, que sostiene que cuando nos sentimos amenazados se necesita aumentar los niveles de atención. ¿Tú has entendido algo? Tranquilo, yo tampoco. Debemos estar como la torre: cambados.

Estas tomas extras por el aparato respiratorio del presidente suponen una inyección de aire nuevo que permite a su procesador central (cerebro) mantener el estado de alerta (tal cual) y un funcionamiento óptimo cuando más lo necesita. Se observa, además, en él una fuerte carga cognitiva (muy alta concentración en lo que está diciendo), lo que implica un notable descenso de la gestualidad corporal, un discurso más errático y una ralentizada velocidad del habla.

¿En qué se traduce todo esto? En una leve sacudida corporal (un sutil sobresalto, nos ilustra el examen) que se asocia a la preparación del organismo para entrar en acción…

Ya está. Vale por hoy. El resto del análisis (morfológico y/o sintáctico) tendré que llevarlo a cabo en la siguiente comparecencia. Porque con este bagaje de conocimientos psicológicos, cuando este próximo fin de semana lo vislumbre en la tele, prestaré caso omiso a lo que alegue, recomendaciones incluidas, y fijaré mi atención en cómo se le mueven los ojos. O las orejas. O si lleva el nudo de la corbata algo tumbado hacia la izquierda.

Esta pandemia nos está enseñando mucho. Y la proliferación de especialistas en cualquier materia (la psicología no podía quedarse al margen) es tal que van a sobrar las universidades. Asunto que ya tiene Casado en su agenda. ¿Lo cogiste? Si acaso dejará la de Wyoming para que nos convalide los diplomas de las tómbolas. Y no me gusta señalar. ¿Lo volviste a coger?

Y mi reconocimiento a los seguidores, porque, aun con cuenta nueva en Facebook y con pocos amigos (pero selectos) por ahora (que no televisión), que las visitas alcancen los tres dígitos (que diría el maestro Salvador), es digno de darme un abrazo (virtual). A estas alturas de la vida, si no me quiero yo, ¿quién me va a prestar ese servicio?

No hay comentarios:

Publicar un comentario