Como este mes me dio por comenzar los títulos con la letra
e, de ESPERANZA, prosigamos. Y como
uno debe ser respetuoso con sus lectores, ha de contextualizar adecuadamente.
Por ello recurro, inveterada manía, al diccionario. Así que, sin más, vamos
allá:
Exhibicionismo:
1. Prurito de exhibirse. 2. Perversión consistente en el impulso a mostrar los
órganos genitales. Y para mejor y mayor abundamiento, Prurito: 1. Deseo persistente y excesivo de hacer algo de la mejor
manera posible. 2. Comezón, picazón.
Dado que la fotografía nos muestra al equipo de gobierno en
el ayuntamiento realejero, ni se me ocurre pensar que se te pueda estar pasando
por la cabeza el que se dediquen a enseñar esas cosas que se indican en la acepción
segunda. Descartada, pues, esa opción. Encajan más en la de prurito de exhibirse.
Porque han tenido, y tienen, buen maestro. Pero, claro, también nos tropezamos
con dos acepciones en prurito. Por lo que te voy a contar luego, si el DRAE
hubiese indicado que ese deseo persistente y excesivo fuese para hacer las
cosas de la peor (y no de la mejor) manera posible, estaría completamente de
acuerdo. Así que, por lo pronto, y mientras ellos mismos no me hagan cambiar de
opinión, voy a sostener que el hormigueo por todos sus cuerpos serranos va más
allá de las lindes de la normalidad. Diríamos, coloquialmente, que tienen mono
permanente.
Nos hallamos ya a 11 de mayo. El mes festivo, y fiestero, de
Realejo Alto. Que el virus paralizó por las razones consabidas. Pero que el
ayuntamiento, promotor de las mismas, convirtió en otro hecho virtual. Uno más
de los innumerables que gozamos en esta era de avances tecnológicos. Medida que,
como ciudadanos responsables, debemos aplaudir en el lícito afán de contribuir,
en la medida de nuestras posibilidades, para que esta pandemia que nos asola
sea pronto otro de los capítulos olvidados del historia.
Y creo que todos, excepto los retratados en el salón de plenos
del Consistorio y que ustedes pueden contemplar lo guapos que son, estamos
cumpliendo con las normas establecidas, respetando las indicaciones de las
autoridades (más sanitarias que políticas). Porque es un deber ciudadano
ineludible. Mucho más para quienes ostentan un cargo público. Que estos se lo
saltan a la torera, que para eso son concejales. ¿O eran tollos?
Así que, mientras nosotros damos ejemplo de buen comportamiento,
los sujetos (ellas también, pero no escribo el femenino por si se me
malinterpreta) de la foto llevan una racha PRESENCIAL de padre y muy señor mío.
Vamos, que si yo fuera un escribiente de poca monta ─¿o sí?─ tendría que
plasmar aquí, sin tapujos, que son unos caraduras de tomo y lomo. Nosotros,
confinados. Ellos, a ponerse una camiseta (azul, faltaría más) y unos guantes
para acudir al posado de rigor por fuera de la biblioteca municipal. Desde donde
nos invitan a que nos quedemos en casa, pero que disfrutemos con un cacho de carne
y un vaso de vino. ¿Virtual? Salud.
Los que se
acuestan en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición, reza el dicho
popular. Pues estos llevan un aprendizaje supersónico. No digo yo que duerman
juntos ni que enseñen lo que al principio se dejó reseñado, pero, agüita,
siguen los pasos de postureo de Manolo a pie juntillas. Aplicados sí que son
para lo que les interesa. Para el resto no se preocupan tanto, porque hay
convocatorias extraordinarias en septiembre y febrero. Por cierto, ¿cuándo
volveré a la piscina?
Ahora que
entramos en la fase 1, lo mismo hacen un baile de magos entre ellos. No, lo de
la exposición de ganado lo estás pensando tú. Bien te gusta una fiesta. Y luego
criticas a Domínguez.
Acabo. Eliminé la
cuenta de Facebook y abrí una nueva. Solo admitiré en el club a quienes conozca.
El resto deberá abstenerse, salvo que me presenten el currículum, una foto con el
DNI entre los dientes y un amplio dosier que contenga referencias de buena conducta
y certificado de antecedentes penales. He dicho. O escrito.
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