Pensaba titularlo Ángel
Víctor, simplemente, por razones más que obvias. Pero luego me acordé de
que este mes de mayo me he dedicado, aparte de escribir las consabidas boberías,
a jugar con la letra e, que para eso nuestra lengua es rica en variedad y
cantidad. Y como el actual presidente del Gobierno de Canarias, a mi modesto
modo de entender los enfoques políticos, se ha empeñado en poner el listón muy
alto en cómo se debe gestionar en épocas plagadas de trances difíciles, nada
podrá extrañar la utilización del adjetivo elevado para definir el intervalo de
unos meses bastante entretenidos.
Me da, porque de nada lo conozco, que el aruquense es hombre
de mimbres dialogantes. De esas personas –desgraciadamente poco habituales en
la política actual– que saben escuchar, que son capaces de aceptar consejos en
los momentos complicados. Cuando tan dados somos a las reacciones repentinas
(los prontos), surgidas espontáneamente y provocadas por instintos pasionales o
por ocurrencias inesperadas, muy justo es el que destaquemos actitudes de tal
porte.
Si complicado fue el arranque con un parto atravesado a
cuatro bandas, la corta andadura del gobierno de las islas no ha sido un camino
de rosas. Los hados del destino se han encargado de ir poniendo chinitas en la
senda. Los contratiempos se suceden sin apenas momentos de respiro. Pero Ángel
Víctor –y a sus comparecencias ante los medios de comunicación y durante el
transcurso de las sesiones parlamentarias habidas me remito– no pierde el
temple necesario para lidiar contra las adversidades. Y si es menester cantarles
las cuarenta a quienes han dirigido el cotarro en el archipiélago durante décadas
(Coalición Canaria), se hace con la elegancia de quien lleva los temas preparados,
que no va al examen con la cabeza hueca. Algún variscacillo apenas, pero dirigido con elegancia y a la línea de
flotación (vete a malinterpretarme ahora), ha alcanzado, asimismo, Australia
Navarro, quien olvida fácilmente los mandatos populares de cierto ‘negociante
panameño’ o de cómo dejó el solar un gallego que veranea en Amadores.
Un incendio arrasó enorme cantidad de hectáreas en Gran
Canaria. Y salimos del brete con un presidente que daba la cara diariamente.
Quebró Thomas Cook y superamos el bache turístico rápidamente. Ángel Víctor no
se escondió ni se escudó tras la consejera del ramo. Hubo un cero energético en
Tenerife que destapó las vergüenzas eléctricas de unas islas que siguen
dependiendo de muchos factores externos, cuando existe materia prima para
alternativas más respetuosas con el medio ambiente, y de nuevo, quien lleva
mucho de municipalismo a sus espaldas, ahí estuvo dando el tipo.
Y en cada revés, nuestro presidente sí se despeinó. Por
llevar la contraria a demasiado acomodaticio. Es más, me da que va enfocado a
seguir los pasos de quienes hoy presumimos de calvicies más que evidentes. Pero
los ánimos parecen seguir intactos. Porque después nos convertimos en primicia
informativa con el coronavirus y otra pesadilla planeó sobre el sector que
constituye el motor económico de las islas. Si fallara el turismo por unas
semanas, decíamos algunos desde tiempo ha, nos comemos entre nosotros. Y
aquella premonición vino a hacerse realidad de la manera más cruda. No nos
hemos fagocitado, sin embargo. Afortunadamente. Y esta última piedra en el
zapato –déjanos ya descansar, maldito dios del infortunio– ha sacado a relucir su
buen hacer a base de utilizar la palabra como el arma más eficaz para la
resolución de conflictos. Ojala existiesen más filólogos, y filósofos,
ejerciendo de cargos públicos.
Uno, felizmente jubilado, no está al tanto de lo que se
cuece tras las bambalinas gubernamentales. Pero no será descabellado pensar que
con la lidia de la pandemia Ángel Víctor ha debido perder mucho más que lo
insinuado en el párrafo anterior, y que salta a la vista (¿por qué las alopecias serán siempre tan evidentes?), y los ya de por sí
escasos momentos para la dedicación familiar habrán saltado por los aires.
Máxime cuando el malvado de Pedro Sánchez se ha empeñado en la reuniones telemáticas
domingueras. Se dirá que son las servidumbres del cargo. Aun así, y no es poco,
los canarios podemos mostrarnos satisfechos por tener al frente de nuestro
gobierno a una persona que no regatea esfuerzos, a pesar de los reveses
sobrevenidos, en buscar las mejores soluciones para que nadie se quede atrás.
Suerte, Ángel Víctor. De tus éxitos, sin duda, seremos nosotros los principales beneficiarios.
Suerte, Ángel Víctor. De tus éxitos, sin duda, seremos nosotros los principales beneficiarios.
los canarios podemos mostrarnos satisfechos por tener al frente de nuestro gobierno a una persona que no regatea esfuerzos, a pesar de los reveses sobrevenidos, en buscar las mejores soluciones para que nadie se quede atrás.
ResponderEliminarSuerte, Ángel Víctor. De tus éxitos, sin duda, seremos nosotros los principales beneficiarios.