Recibí un correo electrónico el pasado miércoles de la
Agencia Tributaria del tenor literal siguiente: “Se ha ordenado el pago de su
devolución del Impuesto sobre la Renta de las Persona Físicas del ejercicio
2019”. Y como llevo jubilado unos buenos cuantos años, me dieron ganas de
preguntar por qué me hablan de renta si ya estoy pasivo total y una pensión es
algo diferente. Como me siguen reteniendo un porcentaje casi tan elevado al de
cuando estaba en activo, no les queda más remedio que reconocer que se pasan
con este viejito y al día siguiente comprobé que el esmirriado saldo de la
libreta se había incrementado en 1343,41 euros. Estarás conmigo que eso me da
para darme un salto a dos islas, como mínimo. Pero no me dejan. Y dado que
perdí otros dos del Imserso (otras perritas que deben retornar al bolsillo, o
compensármelas con un crucero por el Mediterráneo) estoy de un mono viajero
subido. Por cierto, cuántas acepciones de mono en el diccionario. Debe ser que
este zoológico en el que habitamos da para mucho.
Después de las críticas iniciales, todos contentos porque el
plan de la desescalada (debo ir entrando por el aro con el palabro) presentado
por Pedro Sánchez es una burda copia del canario. El que no se consuela es
porque no quiere. Pero como cada uno tiene el suyo, si te das una vuelta por
ese vasto mundo de la Internet, sabios y peritos a porrillo. Y en las teles
locales, quita, quita.
Como Jorge Javier Vázquez dijo que su programa era de rojos
y de maricones, ¿sabe alguien si ya le enmendaron la plana los ultracatólicos guerrilleros
de Cristo Rey (con mayúscula) desde otra bazofia televisiva?
“¿Cuándo se podrá ir a comer a un restaurante o al gimnasio?”,
es una de las tantas preguntas que se hacen con respecto a la secuenciación y
desarrollo de las fases del plan que nos debe conducir a esa nueva normalidad
tan comentada. Y yo no entiendo para qué esa prisa en ir a echarse una ropa
vieja en un gimnasio. Con tanto olor a sudor y potingues no debe ser muy
agradable. Pero, bueno, otros se mandan el bocadillo en el cuarto de baño.
Vaya polémica más tonta la que se armó por haber opinado
Pablo Iglesias acerca del contenido de una sentencia judicial. Si él no puede
alegar en este caso lo de la libertad de opinión, los ¿tertulianos? aludidos dos
párrafos atrás deberían, a estas alturas, estar colgados (por los tobillos) en un
lugar prominente, por ejemplo, El Peñón.
En un comunicado se expresa: “Uno de los infractores llevaba
un perro, pero las otras dos personas iban a su lado sin un animal”. No estoy de
acuerdo. ¿Quién me demuestra que uno de ellos, si no los dos, no lo era? Y
recordé un vídeo que ha circulado por Internet en el que se observa cómo un
perro no cruza un paso de peatones hasta que el semáforo se pone verde,
mientras un elevado número de supuestos humanos pasó al otro lado porque les
salió de allí.
San Ginés (anterior presidente del Cabildo conejero) enseña
las uñas a Dolores Corujo (presidenta actual). Y digo yo si ya no son mayorcitos
para tales juegos. La cuestión tendría mucho más morbo si se enseñaran otra
cosa, porque, ya puestos, pasemos la cuarentena (o confinamiento) de la mejor
manera posible.
No sabía quién era Sofía Vergara. Y la Wikipedia me iluminó.
Es una actriz y modelo colombiana nacida en 1972. Es decir, va para los
cincuenta. Sí, a la vuelta de la esquina. Cuando ella los cumpla, el Casino de
la Dehesa (Sociedad Valle de Taoro) hará el doble, un siglo. Me llamó la
atención el llamativo pie de foto: “Sofía Vergara y su sobrina presumen de culo”.
Y a uno le correspondía adivinar quién era quién. O cuál era el de cuál. Por lo
visto, según el parecer del autor, uno debe presuponer que siempre las sobrinas
tienen menos edad que sus tías. Pues hay más de un caso, y más de dos, que los
sobrinos son más viejos que algunos tíos. Yo conozco un ejemplo en mi barrio de
toda la vida: Toscal-Longuera.
También me presté al juego de la adivinanza y pasé largo
rato sopesando los pros y contras de los traseros y del paso del tiempo, por lo
que me olvidé de contarte la versión más realista de cómo llegó el tiburón a La
Zamora, de cómo veo cada día imágenes de personal con oficios de riesgo que no
cumplen con las medidas que ellos recomiendan, de cómo una patera con un bebé
fue localizada al sur de Fuerteventura (el titular se presta a muchas cábalas) y
de cómo la sanidad canaria ha integrado a los mutualistas de Muface en la
receta electrónica (se olvidaron de aclarar que solo los adscritos a la
Seguridad Social y no los concertados con compañía aseguradoras privadas). Amén
de otras insignificancias.
Así que te dejo con la foto de marras y juega tú, asimismo, a
resolver la quisicosa de la retaguardia. Volveremos el lunes 4. Como no tendré
que limpiar la azotea, igual me echo a caminar. Tengo 71. ¿Puedo o no?
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