Hasta el próximo 7 de noviembre está abierto el plazo para
la presentación de candidaturas a Cronista Oficial de Los Realejos. En el pleno
ordinario del pasado 26 de septiembre se adoptó, por unanimidad y a propuesta
del grupo socialista, el acuerdo de iniciar la búsqueda de personas que reúnan
las condiciones estipuladas, por lo que se invita a la ciudadanía,
organizaciones, asociaciones y colectivos para que emitan las propuestas que
estimen idóneas.
Como te adjunto la copia del acuerdo adoptado, debo
confesarte que me asalta la duda de si se solicita a los grupos sociales del
municipio que eleven las propuestas, o, a título individual, todo aquel que se
crea merecedor a ocupar dicho cargo es quien deba presentar la instancia de
rigor, junto al currículum que acredite los méritos alegados. La redacción del
texto me sumerge en un mar de confusiones.
Pero vamos al grano. Será título honorífico y sin
retribución alguna, aunque es necesaria titulación universitaria. Al menos una.
O equivalente, se añade. Por lo que vuelve mi confusión: ¿Sirve el diploma que
te expide cualquier academia consorciada con universidad extranjera,
verbigracia la de Wyoming?
Las tareas encomendadas y los derechos que se adquieren se
hallan expuestos en el acuerdo. Léelos con detenimiento, si estás pensando en aspirar
al puesto. Te darán una medalla, un ejemplar de cada publicación que edite el
consistorio y ocuparás lugar preferente en todos los actos organizados por el
ayuntamiento. No viste tanto como el sueldo que cualquier tronco (con mis respetos
para los árboles) o tollo puede percibir como concejal, asesor o secretario
particular, pero da un prestigio de por vida (carácter vitalicio) que te
cambas.
Ya hubo tiempo atrás una recogida de firmas en la que se proponía
un candidato: Álvaro Hernández Díaz. Tras la presentación de la solicitud en la
Avenida de Canarias, ignoro los motivos por los que el aspirante renunció por
escrito ante la autoridad pertinente. Si mal informado no estoy, y no me
trabuqué al leer, quise entender que declinó la oferta ante el primer teniente de
alcalde. Te imaginas bien (moi aussi)
que ese preciso día –qué casualidad– el alcalde no se encontraba en el pueblo.
En las redes sociales algo ya se comenta. Y se barajan
nombres. Pero no me parece correcto, ni muy ético, que desde círculos bien
significados del Partido Popular realejero (entre los que se encuentran
miembros de la actual corporación, amén de cabezas visibles de la jerarquía
orgánica) se haya señalado con nombre y apellidos a su favorito. Se trata de
una total falta de respeto hacia el órgano que deberá adoptar la resolución en
su día, que no es otro que el ayuntamiento en pleno. Sabemos que con su mayoría
absoluta pueden hacer –y lo contrario, claro– a su antojo. Y a otros hechos me
remito. Las formas, no obstante, deberían ser mantenidas a buen recaudo, porque
si demandas colaboración al pueblo y después ejecutas lo que tenías
premeditado, te retratas; tanto, o más, como cuando se elaboran unas bases para
cubrir determinado puesto y solo falta adherirle la fotografía de fulano de
tal.
En fin, larga vida al futuro cronista oficial, al que deseo
toda clase de éxitos y parabienes en su gestión. Que disfrute de todos los
festivales de las abundantes fiestas de estos lares, que se cuelgue la medalla
en los actos de postín y que piense en dar lustre a la enorme carga de historia
de la Villa de Viera a través de su memoria anual. Que le sean leves las horas
a dedicar a tan ingente labor y que piense que no todo es pago en la vida. Que
por arriba de aspectos materiales –y crematísticos– se encuentra al altísimo
honor de servir a la comunidad.
Dice el apartado tercero del artículo 95 (ver ilustración)
que entre sus derechos se halla la posibilidad de asistencia a las sesiones
plenarias. Recordarle, con toda la humildad posible al lumbrera que redactó el
particular, que este mago de La Gorvorana, sin mayores méritos que vivir
amargado cada vez que pasa por los restos de la casona donde vivió un tercio de
su existencia, también puede ir a los plenos cuando lo estime conveniente, sin
necesidad de cargos ni distinciones. Y sin que me pasen la invitación.
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