jueves, 3 de octubre de 2019

A tiempo parcial

Hecha la ley, hecha la trampa. O, como mínimo, publicada la norma, cada cual interpretará y pondrá en práctica lo que crea conveniente y mejor le convenga a sus intereses. Desde el magistrado que enjuicia hasta el alcalde de cada pueblo. Como el mío, donde Manuel Domínguez sigue haciendo méritos en esa loca carrera de subir peldaños a costa de engañar al contribuyente.

Lo de tiempo parcial lo venimos sosteniendo desde los más remotos resquicios de un pasado ya lejano. Desgraciadamente. Pero los besuqueos pueden con todo y hacen olvidar penas y desagravios. Y los pasillos actuales del Mercadona de La Gañanía permiten exhibiciones a lo Clark Gable. Eso, lo que el viento se llevó.

Después de muchos años de mayorías absolutas, al PP realejero no le quedó más remedio que aceptar la propuesta socialista de poner en marcha el Código de Buen Gobierno. Pero el valor de lo escrito no parece ser regla a cumplir por las huestes populares. En 2018 se consideró conveniente que se estipulara la dedicación exclusiva del máximo dirigente del Consistorio. Pero la práctica nos ha venido demostrando que todo quedó en papel mojado. Porque las ausencias de Domínguez han sido, lo son, y tienen todos los visos de que lo sigan siendo, tónica dominante en el devenir municipal. Sus múltiples ocupaciones han posibilitado el robo a mano armada y el saqueo de las arcas municipales.

En consecuencia, la última sesión plenaria vivió otro momento histórico en la Villa de Viera. Manolo entiende que con un par de ratos a la semana es más que suficiente. Eso sí, del sueldo se hablará en otro momento. Seguirá cobrando como si estuviera dedicando toda la jornada (un mínimo de treinta horas diarias, o más) a resolver los problemas de los que habitamos estos lares. Que no son pocos.

Y lo ha consignado expresamente en el precitado código para general vergüenza y para escarnio de quienes aportamos euros a la caja común. Nos queda el recurso del pataleo cuando comprobamos cómo se lleva a fin de mes una soldada sin haberlo merecido. Mientras, puede que el cargo de presidente insular de su formación política le suponga unos añadidos. Ignoro cómo se traduce, en dinero, contante y sonante, sus estancias en Teobaldo Power, pero a la hora de pensarlo me da cierta grima cuando voy añadiendo sumandos en la operación.

Sus allegados, concejales y palmeros, mutis por el foro. Por si acaso. Que a la hora de inventarnos subterfugios legales para hallar recovecos por donde colar posibilidades de ‘san cobro’, somos capaces de fabricar muchas reuniones mensuales para ir incrementando el haber de la cuenta corriente sin necesidad de romperse los cascos.

El pueblo asiente y calla. Y refrenda en las urnas desaguisados de tal magnitud. ¿Somos idiotas? Todo parece indicar que sí. Sigamos, pues, pagando, y bien, por cometidos que no se cumplen. Como en cualquier empresa, sin ir más lejos. Como en las del entorno familiar de nuestro alcalde, donde cualquier empleado puede hacer dejación de lo que en su contrato laboral rige sin que los administradores alcen la voz para exigir que se cumpla lo firmado. O en la tuya, cuyo jefe te permite rascarte los mismísimos desde primeras horas de la mañana. Y si me dices que no, al tiempo que votas al charrán, con gilipuertas (ver DRAE) me quedo corto. Viva la Pepa.

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