Siento comunicarte, estimado lector, que hoy no podré
apostar contigo los consabidos 50 céntimos. Y bien que lo lamento, porque tú,
razón de ser de este blog, mereces que yo pierda la moneda por el abnegado
sacrificio de asomarte cada día a esta ventana que te abro con el mando a
distancia Desde La Corona. Y no es debido a que me haya parecido poco el
incremento de la pensión. Como ya le escuché a un paisano ayer por la mañana en
la piscina. Nos pasamos la vida demandando que el aumento vaya en consonancia
con el IPC (Índice de Precios al Consumo) y cuando llega un Gobierno, como el
recientemente presentado, y adopta la medida, a quejarnos amargamente otra vez más.
Tampoco los he apostado a la Bonoloto (iba a escribir Primitiva pero me percaté
de que la apuesta vale un euro, y ya eso son palabras mayores). ¿Todavía existe
la Quiniela? ¿La del 1, X, 2 de toda la vida, o ya tenemos suficiente capital
con las inyecciones arábigas? Qué vergüenza, a lo que hemos llegado.
Como perdí el envite al asegurarte hace unos días que sí se
abriría expediente a la disidente ática, el remordimiento de conciencia no me
dejaba vivir hasta que llegó a mi conocimiento otra apertura: le de un crowdfunding. Que viene a traducirse por
micromecenazgo, o algo parecido. Y como de amparar se trataba, desde que me
enteré de que a través de change.org,
la mayor plataforma de peticiones del mundo, se organizaba una campaña para
salvar a la soldado Ana, no lo dudé un instante. Di un paso al frente, me
cuadré, el saludo de rigor y mis 50 céntimos a la santa causa.
Porque no hay derecho –yo siendo ella reclamaría– a que
echen mano de un precepto orgánico, que regula el comportamiento de los
diputados regionales, para sisar nada menos que mil euros a una economía con un
altísimo índice de fragilidad. Menos mal que Clavijo, quien acudió raudo al
rescate con la grúa, ha sentenciado que la multa ha sido excesiva. Loable gesto
que hace olvidar a los malpensados el nimio detalle de autoconcederse un sillón
en el Senado para que no lo violen. Yo leí algo de inviolable, ¿no?
Así que, sin pensármelo dos veces, ahí estaba dando mi total consentimiento y aportando lo que mi conciencia y honor me permitían. Me puse en el lugar de cualquier madre de familia que pasa dificultades para llegar a fin de mes –ya Esperanza Aguirre nos lo adelantó tiempo atrás; y bien que sabe ella lo que cuesta la vida en Madrid– y di el paso en la dirección que entendí correcta. En nombre de las abuelas canarias que no se acuestan embostadas al darse cuenta de que su nieto no ha cenado (también soy abuelo y pensé en mis tres nietos) no pude resistirme.
Así que, sin pensármelo dos veces, ahí estaba dando mi total consentimiento y aportando lo que mi conciencia y honor me permitían. Me puse en el lugar de cualquier madre de familia que pasa dificultades para llegar a fin de mes –ya Esperanza Aguirre nos lo adelantó tiempo atrás; y bien que sabe ella lo que cuesta la vida en Madrid– y di el paso en la dirección que entendí correcta. En nombre de las abuelas canarias que no se acuestan embostadas al darse cuenta de que su nieto no ha cenado (también soy abuelo y pensé en mis tres nietos) no pude resistirme.
Si has hecho un seguimiento en las redes sociales –canal
informativo por excelencia– sabrás a estas alturas que ya somos muchos más de
cien (objetivo inicial fue el centenar) los que hemos decidido (MOTU PROPRIO:
para los lingüistas que machacan a mansalva esta locución latina y que el DRAE
la define como una locución adverbial que significa libre y voluntariamente o
por iniciativa propia) contribuir a reparar tamaña injusticia.
El brillante ¿discurso nacionalista? de Ana Oramas para
justificar su negativa al inepto, traidor, chulo, plagiario, guerracivilista y
embustero de Pedro Sánchez (Inda dixit),
fue largamente aplaudido –un detalle sin la mayor importancia– con vehemencia
por la bancada diestra. Atronadora la ovación por parte de los de Abascal. Una
pena que los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos aprovecharan el momento
para la evacuación de las aguas menores.
Como hoy ya es 16, y la cuesta de enero se va superando poco
a poco, ya queda menos para el 25, que es la fecha señalada para que los
jubilados repongamos energías. Compensaremos entonces el desembolso efectuado
como extra en este primer mes del año y acometeremos la travesía de febrero,
que nos llega con el extra del 29. Esto es un sinvivir. No tan acuciante como
el de la sancionada, pero todo se andará.
Y ahora que me acuerdo, el sábado próximo (18 de enero)
cumplimos mi mujer y yo 47 años de casados. Así que aprovecha, porque admitimos
las felicitaciones de rigor. Si no lo haces, es que no leíste hasta aquí. Te
tengo controlado.
El texto está muy bien pero acercándose a las bodas de oro lo que importa es la felicidad. Enhorabuena!
ResponderEliminarMUCHAS FELICIDADES POR ESOS 47 AÑOS DE CASADOS
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