lunes, 20 de enero de 2020

Canarias no es eso

La obsesión por estar informado (¿o desinformado?) me lleva a ver algunos telediarios. Los del mediodía suelen coincidir con la hora del almuerzo. Y los de la noche, con los preámbulos de la cena. Normalmente, como uno es canario y está interesado en saber lo que ocurre en su tierra, suelo sintonizar la televisión más cercana. Y me estoy cansando. Aburrido me tienen. Como ya llevo incluidos en mi lista negra varios medios (o cuartos) de comunicación audiovisuales, en un tris me hallo de añadir a RTVC. Temo, a este paso, quedarme solo. O encaminado a no enterarme de lo que pasa en el mundo. ¿Será esa la solución a tanta inquietud?

Los incondicionales saben que me repito, a veces hasta la saciedad, en aquellos temas que vislumbro como mejorables. Y este de hoy es recurrente. De nada han valido los llamamientos a políticos o gestores. Creía que con el cambio de dirigentes en el gobierno de las islas la situación iba a tomar otra dirección. Pero a peor la mejoría. Y como el ente público depende directamente de la Consejería de Hacienda, al frente de la cual se halla el dicharachero de Román Rodríguez, vaya para él dedicado, expresamente, el contenido de la presente misiva. A ver si tengo más suerte que con la que dirigí tiempo atrás al nuevo administrador único de la cosa: Francisco Moreno, nombrado no ha tanto con el único voto negativo de Ciudadanos, porque Vidiana Espino, muy en la línea de Inés Arrimadas, persiste en la idea de conducir en dirección contraria.

No, Canarias no es eso. La imagen que ustedes nos retratan de esta Comunidad no es la que los que vivimos en esta maravillosa región contemplamos normalmente. Ni la que el archipiélago se merece. Que vive del turismo, no lo olvidemos. Y ese retrato tétrico, de robos, asaltos, incendios, asesinatos, accidentes y un no muy largo etcétera de sucesos, constituye la excepción que se han empeñado en convertir en norma. Porque es lo que vende. Como también se observa en otros programas donde prima el morbo y el poner en valor una sociedad desvirtuada. Haciendo humor a costa de personajes que se jactan de la ridiculez humana, que destacan defectos para que el espectador se mofe o carcajee. Que pagan viajes a quienes “les falta un agua”, y así nos entendemos, para hacerle la competencia a los bodrios de  las televisiones privadas. Los índices de audiencia deben marcar la pauta. Y si es con basura, ración doble.

Canarias es mucho más que émulos de sálvames y novelerías varias. O de folclore canario a lo Falete. Y cuando escucho a determinados cargos públicos alegar que hay que dejar trabajar a los profesionales, no sé si tirarme de los cuatro pelos restantes o pegarme un tiro de leche en polvo. Porque los resultados a la vista están.

Por razones laborales no suelo ver nada por la mañana. Pero me temo que lo que nos cuenten Estíbaliz y Marta sea retomado por Victorio y Quico. Que será ampliado por Roberto y Pilar. Con otro formato, nueva vuelta de tuerca cuando Rebeca y Wendy tomen el relevo de la tarde. Y rematarán la faena Paco Luis y Fátima. Conclusión: hemos matado la misma cabra una docena de veces. Y como los segundos de imágenes son menos que los dedicados al comentario, nuevo bucle de reproducciones. Pobre cabra, no; maltrato animal, directamente.

¿Tanto cuesta, Ángel Víctor, Román Rodríguez y Paco Moreno, dedicar un día (solo uno, no pido más) a culturizarse delante de un televisor en el que se haya sintonizado previamente la tele canaria de nuestros amores patrios? Esa patria, la de Nicolás Estévanez. Aquel que escribiera: A mí no me conmueven / inútiles memorias, / de pueblos que pasaron / en épocas sangrientas y remotas.

Siento pena, cuando no vergüenza ajena, ante tanto despropósito. Porque los canarios somos aplatanados –y a mucha honra– pero no gilipollas. Nos merecemos algo más. Mucho más. Y esperamos que se rompan esquemas inmovilistas. Es cansino el contenido y lo es más aún la puesta en escena: estamos en hora, empezamos; y damos media vuelta y el uno a la izquierda y la otra a la derecha; esto y más en veinte segundos… Parecen el anticiclón de las Azores cuando le da por no cambiar de sitio. ¿Y los corresponsales en las islas? La gasolinera de Valverde, verbigracia, hasta en la sopa, tú.

Como estoy cansado –y me imagino que los que me siguen mucho más– prometo solemnemente olvidar este asunto por los menos hasta la próxima semana. Y ya que estoy en plan pedigüeño, no te olvides, Paco Déniz, de que debías averiguar cómo se encontraba cierto expediente relacionado con emisiones ilegales y de altísimo contenido pornográficoverbal.

Y un ruego: Como me temo que ni caso, échame una mano, Salvador García, y remítele el enlace a los parlamentarios y cargos gubernamentales que bien conoces, porque este rebenque de la platanera tiene menos futuro que el Club Deportivo Tenerife. Y, aprovechando la intromisión futbolera, como dice otro amigo jubilado del gremio docente, es que ya nosotros estamos jugando la prórroga.

1 comentario:

  1. Cumpliré con su encargo, profe. Y no olvide que en la prórroga también se marcan goles.

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