Sí, ya sé que ayer te comenté que hoy es festivo en Los
Realejos. Como cada 22 de enero, día en el que los creyentes honran a San
Vicente porque hace unos siglos accedió a las rogativas de los fieles. Pero ese
es tema de historiadores, ya debidamente explicado, y que no ha lugar en este
foro. Y mañana se cumplirán 35 años de la celebración de una sesión plenaria
extraordinaria en el ayuntamiento de esta Villa. Me acuerdo perfectamente. Era
yo mucho más joven que ahora, 36 recién cumplidos. Déjate de rollos y a lo que
íbamos.
Pues sí, no puede estar bien. Y no sé si habrá escapado solo
con una (teja). Porque de seguir así, habrá que repasar el tejado completo. Y
como se siente aupado por cierta prensa que ya ha valorado la actuación del
Gobierno que tomó posesión hace una semana –todos sus miembros suspendidos, por
supuesto– está nuestro protagonista que se sube por las paredes con una euforia
apenas contenida.
Esta situación que se vive es como si te presentas a un
examen, te ponen la hoja con las preguntas delante de tus narices y cuando
agarras el bolígrafo para empezar a escribir, llega el profesor y la retira
alegando que ya se acabó el tiempo. Es de locos. Pero en este manicomio algunos
nadan en piscinas sin agua que da gusto verlos.
Mientras Ciudadanos –ay, los pobres– intenta poner la marcha
atrás, aun a riesgo de romper la caja de cambios, el Partido Popular continúa
en su alocada carrera de adelantarse a sí mismo. Por la derecha, por el arcén y
por el borde del precipicio. A sus dirigentes, con el manual de instrucciones
bien asumido, se les importa un comino la peligrosa deriva. Mientras Vox
aplaude con las orejas.
Se va Pablo Casado (el analfabeto jurídico, Pérez Royo dixit) a Murcia y suelta estas dos
perlas: “No es una idea de Vox, lo pusimos nosotros [el pin parental] hace 15
años en la Comunidad de Madrid”. “No va a venir ningún socialista ni comunista
a decir cómo tengo que educar a mis hijos”.
En primer lugar me acordé de Aznar cuando se jactó de mandar
los controles de alcoholemia para cierto sitio. Viva el vino, que ratificara
luego Mariano. Y como se mezcla el atún con la velocidad, por lo del río
revuelto, demuestran estos cargos públicos, que se envalentonan ante un
micrófono, que lo suyo han sido siempre los colegios de elite (también élite).
Porque la confusión entre actividades complementarias y extraescolares,
debidamente reguladas y sujetas a los protocolos de actuación prefijados (bien
que nos quejamos por la tremenda carga burocrática que implicaban cuando hubo
que reglar el particular), solo demuestran la altísima capacidad de ignorancia
de quienes han tenido la tremenda suerte en la vida de alcanzar elevadas cotas
sin haber dado un palo al agua. Yo pensaba en determinados másteres, ¿y tú?
Cuando, en el vano intento de explicar lo inexplicable, nos
sueltan perlas de la libertad de los padres para elegir la educación de sus
hijos (y con un ejemplar de la Constitución que el PP no apoyó en 1978), lo de
autorizar cursos fuera del currículo educativo y correr cortinas de humo para
tapar el nombramiento de Dolores Delgado, te dan, llana y simplemente, ganas
enormes de vomitar. Porque cualquier persona sensata, alejada de sectarismos y
adoctrinamientos, no puede menos que sonrojarse ante la supina ignorancia de
estos exóticos personajillos. Y no creas que pienso solo en políticos al uso.
Puesto que la correa de transmisión de un periodismo venido a menos, vendido y
fanático, causa verdaderos estragos en una población que corre el peligro de creer
que este panorama es una extensión de programas televisivos de profunda
raigambre cultural. Y te menciono algunos, no sea que te hayas desviado hacia
los documentales de la 2: Gran Hermano, Sálvame, Hotel Glam, Confianza ciega,
Operación Triunfo, Granjero busca esposa, ¿Quién quiere casarse con mi hijo?,
Alaska y Mario, La casa de tu vida, Supervivientes… Sigue tú, porque yo me los
copié de Internet.
Entre la programación de la tele autonómica (que extiendo a
la mayoría del resto de cadenas) y esta hornada de cargos públicos, me quedo
con seguir escribiendo boberías hasta el día en me saque la Primitiva. Entonces
me dedicaré a publicar en formato libro, que luego regalaré, un montón de
sandeces que se han ido acumulando, productos de mente calenturienta, pero que
no alcanzan, ni por asomo, el nivel de estulticia brindado por eminentes
diputados, senadores, consejeros, concejales…, y sus respectivas congregaciones
de asesores.
Hasta mañana, que volveré, como te señalé al principio, a
celebrar un nuevo aniversario. Y bien pronto, San Cobro. Es que me quejo de
vicio.
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