lunes, 13 de enero de 2020

Madre del amor hermoso

Creía que mi capacidad de asombro había alcanzado el límite. Pensaba que era difícil superar las andanadas dialécticas de (in)ciertos comunicadores (?) de este Norte de Tenerife. Estimaba que las altas cotas de lenguaje barriobajero iban bien servidas con lo puesto. Cuando hete aquí que me tropiezo –inconvenientes de curiosidad innata– con un blog que supera, y con creces, todo aquello que mis esquemas y escasas entendederas tenían ya programado.

Quiero dedicar unos pasajes del mismo a todos los amigos que en las charlas informales intercambiamos pareceres de recursos periodísticos. Y también, cómo no, a los compañeros socialistas que siguen los andares de los artículos de opinión surgidos arriba en La Corona, y que, muy de vez en cuando, discrepan de algunos párrafos por diversas circunstancias. Hecho que siempre motiva en el lícito afán de la superación. Y a los que, especialmente, difieren de mi línea editorial, ruégoles encarecidamente que establezcan las (odiosas) comparaciones de rigor.

Algo ocurre en las márgenes del Barranco de San Felipe en el tramo comprendido entre el Salto del Barranco y Playa Jardín. Extraños sortilegios, o sahumerios nada aromáticos, que deberían ser investigados, provocan gravísimos trastornos neuronales, cuando no brotes psicóticos. Y van las guindas extraídas a vuelapluma:

“España se nos muere y el pueblo soberano se rasca los huevos”.

“Lo que pido es que ocupemos las calles. Que se nos vea. Libres, desafiantes, personas sin miedo en dar la vida en defensa de la libertad, la paz, la concordia, el orden constitucional”.

“Nosotros no somos los violentos”.

“No cabe más opción que pasar a la acción”.

“Los diputados del psoe, sodomizados por el sanchismo a cambio de una nómina de puta madre, gritan alborozados cuando el tirano escupe mentiras y anhela una España muerta a sus pies, con la sangre corriendo por las calles”.

“Como si España lo que más necesitara para sentirse fetén fuera morir asesinada por una tropa de hijos de puta”.

“¡Viva España, hijos de puta!”.

“Pétrea es el alma color mierda del inquilino monclovita”.

“Se alía con los bárbaros y lidera la democracia de nueve milímetros parabellum”.

“Una investidura con un ganado socialista que mansamente ha respondido sí. En libertad no son capaces de limpiarse el culo, mucho menos la sucia y corrompida conciencia”.

“Claro que usted no es facha [a Ana Oramas]. Bueno, para los enemigos de España, de la democracia y de todo lo bueno, sí lo es. Yo lo soy. ¿Le quita el sueño ser llamada facha? A mí me llena de alegría saber que hay hijos de puta que piensan tal cosa del hijo de un pescador”.

“Estoy un poquito hasta los cojones”.

“Y yo, poco versado en el empleo de palabras sutiles y sublimes, un verdadero mostrenco que, al leer a Proust se pregunta cómo coño el gabacho perdió tanto tiempo con la magdalena y las texturas del tejido del traje maravilloso de la bella señora de nombre me importa una puta mierda, repito que yo, naturalista del lenguaje y con machete y mortero cuando los tiempos se tornan cabrones, tiendo a valorar más el odio y el ir de frente que tienen mis enemigos declarados y menosprecio con salvaje virulencia a los cobardes de la banderita española en la camisa, en la pulsera, en los zapatos, en el coche y, también, por supuesto, el menosprecio va para los que se tatúan la enseña nacional en la punta de la polla”.

No se me achaque, y valga aquí la excepción que confirma la regla, el haber sacado las frases del contexto. Porque menos mal que lo hice. Y publicidades gratuitas, las justas. Si observas incongruencias y contradicciones flagrantes, más que evidentes, agárrate que vienen curvas. Porque, al estilo de otros consagrados católicos, apostólicos y romanos, también en el supuesto que nos atañe, se concluye, casi siempre, con encendidas citas de Salmos y Proverbios. Deberá ser la instancia para el perdón de los pecados. Te pego con saña y… fue sin querer.

Si me hubiese dejado llevar por idéntica corriente filosófica, debería concluir con un expresivo manda huevos. Pero un hijo de agricultor, gorvoranero por más señas, debe ser mucho más comedido y conformarse con un madre del amor hermoso.



Cuánto se te echa de menos Lorenzo Sosa (Eleuterio Manuel Lorenzo Sosa, 1945-2013), todo seriedad y moderación, como bien te dibujara Juan del Castillo. Con esto de la Internet, lo mismo me paso para Radio Gente, allá en La Paz (Bolivia). En fin. Hasta mañana.

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