Las justificadas
alarmas de que ahora se hace eco no ya la prensa española, sino todos los
periódicos del mundo, sería por nosotros bendecida si tuviera el privilegio de
sacar de su inacción al Gobierno, por lo que respecta á las Canarias. Aunque
muchas veces lo hemos dicho ya, conviene repetir en esta hora crítica, para que
todos se enteren y nadie pueda llamarse á engaño el día de mañana, que el
general Bargés no exige al país grandes sacrificios, que no quiere que se
realice aquel fantástico plan de gigantescas fortificaciones que soñó en su delirio
de grandezas el general Polavieja, ni pide cuerpos de ejército que vayan allí
de ocupación. Nada de eso. Se ha limitado á pedir unos pocos, poquísimos refuerzos,
una organización de las reservas sobre las cuales descansaría el cuidado de la
defensa nacional, víveres y municiones, nada más. Y eso es lo que, si no se le
niega, no se le concede; eso es lo que se le ofrece, pero no se le envía, y
todos los esfuerzos del distinguido general no han podido conseguir una cosa
tan sencilla como lo es, que en vista de la lentitud y parsimonia con que los
presupuestos se discuten, se disgregase de ello lo referente á la defensa de
Canarias, y se votara por autorización en dos sesiones, ya que nadie había de
regatear las cifras por escasas, ni las peticiones por justificadísimas.
No lo ha
conseguido, y ahí está lo de Canarias englobado en el presupuesto de la Guerra.
Saldrá y será ley cuando Dios fuere servido. Si entretanto, un enemigo audaz se
apodera de Canarias por un golpe de mano, nos limitaremos á vociferar insultos
contra el Ejército, y á nadie se le pedirá la responsabilidad de lo que ocurra,
ni se fusilará á nadie...
Una vez
más volvemos á levantar la voz para pedir al ministro de la Guerra que interese
de las Cortes una amplia autorización para llevar á Canarias los recursos
pedidos por el capitán general del Archipiélago, dentro de los créditos
consignados en el presupuesto y ya aprobados por el Congreso. No somos nosotros
los que temen y se asustan de las consecuencias de un posible conflicto que
puede estar próximo. Son los periódicos ingleses los que hablan de ocupar las
Canarias al primer acto de hostilidad que se le hiciera de donde quiera que
fuese; son los periódicos más importantes de España los que, reproduciendo
aquellas brutales amenazas, se alarman también y tocan á rebato...
¡Las
Canarias están en peligro! ¡Hay que salvar las Canarias! ¿Qué hace, qué piensa
el Gobierno, que no se mueve? ¿Qué hacen, qué piensan los representantes del
país que no le interpelan, que no le obligan á cumplir el más elemental de sus
deberes, la defensa de la Patria?
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Me he
permitido la transcripción literal para evitarte los esfuerzos de una lectura
más dificultosa. No obstante, van las reproducciones de las páginas (1 y 2) de
La Opinión, diario de la mañana, correspondiente al 23 de enero de 1900. Han trascurrido,
pues, 120 años. Saca tú las conclusiones pertinentes y establece las
comparaciones de rigor. Y si te quedan unos minutos, lee en la página 2 y en la
sección de Nuestros Pueblos, el artículo Movimiento de avance, por aquello de
lo que, un siglo y dos décadas después, seguimos dilucidando entre las
diferencias del Sur y Norte de esta isla. Uno que ha tenido la oportunidad de
hurgar en periódicos viejos el apasionante tema de la educación, o instrucción
pública, se percata de que las repeticiones o ciclos históricos constituyen una
constante.
¡Ah!, no
te preocupes, los daré a conocer cuando me saque la Primitiva. Si para publicar
de aquí en adelante debo recurrir al limosneo ante las instituciones públicas,
que lo disfruten mis nietos cuando se jubilen. Amén.
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