Tentado estuve de escribir unos párrafos de la odisea de la
niña que se paseó por una cornisa a bastantes metros del suelo en un edificio
en Playa Paraíso (Adeje). Pero desistí para no enfoguetarme (canarismo al
canto), porque hemos llegado a un punto tal con los móviles que más de un cachetón
sería menester para curar de tan grave enfermedad a los desaprensivos que
graban en vez de correr a echar una mano. Y como la tele canaria (ni Paco
Moreno arregla el entuerto) se priva por difundir los videos (también vídeos) que ya las redes sociales
han vuelto viral, habrá que echar mano de cualquier precepto legal para
sancionar con buen fajo de billetes a los que omiten el sagrado deber de socorrer
al desvalido en caso de imperiosa necesidad.
Luego pensé si la díscola diputada de ATI era digna
acreedora a que perdiera unos minutos en dedicarle la salutación de rigor. Pero
me quedé con algo que alguien colgó en Facebook y que me gustó. Versaba el particular
de la consabida cancioncilla de la hora menos en Canarias. Que por mor del voto
negativo a la investidura de Pedro Sánchez se ha trastocado, merced al acto
valiente (al decir de algunos) o cobarde (al parecer de los otros) de quien se
subió a la guagua de la política con Manuel Hermoso y ha ido cambiando de
asiento durante más de cuarenta años y ahí sigue dando la nota. Así que a
partir de ahora tendremos una Ora-mas.
Sacudí la cabeza para que la neurona cogiera oxígeno e,
inmediatamente, me acordé de que este 2020 he retomado la manía de la décima
diaria –aunque con carácter general no las publicaré, salvo alguna excepción– y
se me encendió la bombilla (led, por supuesto) para escapar del paso. Van,
pues, unas muestras de lo realizado hasta el día de hoy (miércoles para mí, y
jueves para ti), que guardan relación con este interesante arranque de año. Sin
más:
Cuando prima el irrespeto
se merma la convivencia
por esa falsa creencia
de que la vida es un reto,
donde al contrario le espeto
cuanto a bien me viene en gana
por la tarde y la mañana,
tildando de subnormal
a todo el ‘mundo mundial’
y a toda la raza humana.
Sin dialogar, ¿qué nos queda,
señores del derechío?
¿Tirarnos todos al río
y a la horca quien se exceda?
Poner palos en la rueda
del que piensa diferente,
define lo mala gente
que se puede ser, a veces,
con mucho más que sandeces,
pues la fobia es bien patente.
¿Debate de investidura
o aplauso del bien quedar?
¿España se va a quebrar
o, más simple, no hay altura?
Hace falta más cultura
para poder dialogar
y a este país sacar
del pozo del desacuerdo,
donde medra más el lerdo
por solo saber graznar.
Cuánto peligro el encono
de esta derecha sectaria,
cada vez más cavernaria
y bien alto lo pregono.
La del palo y te encañono
por si osas discrepar,
que tus pasos debes dar
tiesito como un garrote
o un ‘cimbriazo’ en el cogote
te podremos regalar.
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