lunes, 17 de febrero de 2020

La polca frutera

Con las protestas de las gentes del campo, avivadas en estos últimos días, y debidas a los precios tan bajos que se les pagan por los productos que cultivan, mientras en los comercios deben ser adquiridos a elevadísimos importes, se ha sacado a colación el tema que popularizara el grupo Los Sabandeños, y que se deja mencionado en el titular de este artículo.

Al respecto, leo, no sin cierto asombro, en el diario digital (plural, libre e indomable) El Español, a cuyo frente se halla Pedro J. Ramírez, el siguiente párrafo: “Si el paso de los años no ha acabado con estas reivindicaciones en el campo, tampoco han podido con la formación musical. Los Sabandeños siguen en activo desde su fundación en 1965. Entre sus ilustres componentes se encontraban figuras de la política, como Elfidio Alonso Rodríguez, quien llegó a ser director del grupo musical, además de fundador. Alonso fue periodista y diputado español”.

Madre del amor hermoso, por no soltar otra expresión de calado más vulgar. Diseccionemos:

Como también en otros medios compruebo que se ha aludido a dicha canción, sin mencionar la autoría de la letra –es más, en alguno se deja entrever que es el propio Elfidio quien redactó lo de quién sos tú– vaya, a manera de desagravio, el reconocimiento a Nijota (Juan Pérez Delgado) por no solo esta composición, sino por el inmenso legado en el campo de la poesía costumbrista, aderezada con enormes dosis de ingenio y humor.

Que Los Sabadeños se fundaron en 1965 no se lo cree nadie. Me remito a la publicación Los Sabandeños, las otras voces del mito, de Francisco García Yanes y Gonzalo Hernández. O  si a bien lo tienen, a unos artículos de un servidor, aparecidos en el anterior blog, Pepillo y Juanillo, allá por mayo de 2014. Y recuerdo la sentencia de Julio Fajardo ante la disparidad de fechas en torno al posible parto: Los Sabadeños nacieron el mismo día que Elfidio Alonso. Y asunto finiquitado.

Pero Elfidio Alonso Quintero, estimada Sandra Tobar, autora de la ¿información? de El Español, porque difícilmente pudo estar presente en la finca de Sabanda (Punta del Hidalgo, La Laguna), el republicano Elfidio Alonso Rodríguez, quien no volvió a España desde el exilio hasta la década de los ochenta, años después de haber estirado la pata ese personaje que habitó hasta hace bien poco en el denominado Valle de los Caídos y que lo desahuciaron hace unos meses con gran despliegue televisivo.

No sé si Elfidio, exalcalde lagunero, exdiputado regional y un sinfín de oficios más, ha leído el reportaje en cuestión. Me imagino que sí, pues este inquieto joven nacido en 1935, tiene fuelle para rato con pandereta en ristre. Y algún recado habrá remitido a la autora del mismo. Puede que verso con tenderete incluido. Por los derechos de autor.

Este hecho me vuelve a recordar el pasaje de los dos periodistas de Canal 4 que embarcaron en singular fuga a los turistas alemanes inmersos en el triste afer del coronavirus y que pusieron, tristemente, en La Gomera el foco de la información nacional. En la actualidad, parece, se estilan estas prácticas. Yo tiro la piedra y tú agacha la cabeza por si acaso. Yo acuso y tú defiéndete. Yo lanzo cualquier bulo, que ya rodará para convertirse en trama candente. Al final, para mayor inri, son los que se jactan de su buen quehacer. Y si la ensalada se condimenta con unas pizcas de exabruptos y vituperios, mayores índices de audiencia y más poder de captación de empresas que se publiciten. Deberá ser por eso que Telecinco es la cadena más vista por los que apenas tienen estudios básicos. Y una local cercana, con imitaciones radiofónicas… Stop.

En suma, ¿por qué proliferan avispados intermediarios que se enriquecen a costa del lomo de los agricultores? ¿Por qué fallan, normalmente y de manera estrepitosa, las sociedades cooperativas? ¿Deben implicarse las instituciones públicas en la regulación de un mercado muy de la mano del avispado de turno? ¿Por qué están tan caros los plátanos en Mercadona si se producen al lado?

Mientras ustedes preparan las respuestas, yo me dedicaré a pensar el contenido del comentario de mañana. Y al tiempo, cantemos lo de quién es ese elegantísimo, orondo y gran caballero… Hasta entonces.

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