Se va, sí. ¿Pero estuvo alguna vez el Reino Unido? Un repaso
a la historia europea tras la conclusión de la segunda guerra mundial nos
sumerge en un mar de contradicciones y razonables dudas. No ya desde 1973, año
de ingreso en la UE (Unión Europea) del United
Kingdom, sino desde los remotos tiempos (1951) en que se creó la CECA
(Comunidad Europea del Carbón y del Acero), y años después (1957) con el
arranque de la Comunidad Económica Europea y los posteriores vetos del general
De Gaulle, los altibajos han marcado la agenda de una unión con más de un descosido.
Como leí en estos días, ha sido casi medio siglo de matrimonio mal avenido.
Cuando eches una visual a estas líneas, la UE tendrá un
estado menos en su organización. Pero el Parlamento de la entidad supranacional
no descontará los 73 diputados que correspondían al Reino Unido, sino que solo
disminuirá 46, repartiendo los 27 restantes entre los países supuestamente mal representados
según el número de habitantes. A España, en suma, se le añaden 5 (pasamos de 54
a 59). Y por ahí van los tiros de mi comentario. Porque en el derrotero
histórico me pierdo. Para tal menester están los sesudos analistas de las
tertulias en los medios audiovisuales. Incluyan las teles locales, en las que
cualquier cachanchán (o chanchullero) es capaz de realizar una disertación de
altísimo contenido en verborrea del exabrupto y se queda más fresco que una
lechuga en la nevera. Alzan su VOX sin rubor alguno.
Se han despedido los parlamentarios británicos entonando Auld Lang Syne (Hace mucho tiempo), una
canción escocesa utilizada para momentos solemnes. Y entre los versos que
proclaman el valor de la amistad, no sé si la desazón por abandonar el mullido
sillón (indagar en Internet de celebradas sobadas en los mismos) y la tristeza
de que su puesto va a ser ocupado por un culo de otro país. Porque lo que sería
lógico para cualquier ciudadano de a pie, no lo es para los que se reparten los
dineros públicos con una alegría digna de… mandarlos para cierto sitio. Es
decir, si se van 73, pues 73 menos y punto. De los 751 que estaban, se debería
quedar en 678. Pero no, lo dejamos en 705.
Podría ocurrir que con tan peculiar método de no reducir el
número de escaños ̶ si la UE continúa demostrando
debilidades y siguen abandonando el barco más estados miembros ̶ que las formaciones políticas de los países
respectivos no dudasen en volcarse en las elecciones de cada cinco años por la
bicoca económica que ello supone. Porque los candidatos que no salieron
elegidos en el último proceso electoral, y ahora les ha caído la lotería de
verse agraciados por la sustitución de los británicos fugados, están bailando
sobre una pata sola. No es para menos. Te lo intento resumir:
Me fui a consultar en fuentes nada dudosas y comprobé que el
sueldo de los afortunados asciende a 8.757,70 euros al mes. Luego existen las
denominadas dietas de carácter general (para gastos de teléfono, correos,
equipos informáticos…), que suponen a cada señoría la nada despreciable
cantidad de 4.563 euros. Pero, además, cuentan con las dietas de estancia;
apenas una minucia de 323 euros diarios. Los viajes, en clase business,
completamente gratis. Y cada uno de los parlamentarios puede contratar (enchufar)
hasta tres asistentes (en algunas ocasiones, hasta cuatro). Me imagino que se
turnarán en el sacrificado trabajo de llevarle el maletín para que no se hernie
el político.
¿Escandaloso? No, lo siguiente. Es otra prueba de la desafección
que se pone de manifiesto en todos los sondeos. Pero como Estrasburgo y Bruselas
nos pillan algo lejos, a seguir pagando. Los impuestos dan para casi todo. Y si
alguien se tiene que quedar en tierra porque el avión se llenó, que sea yo y no
el ilustre que me representa. Si alguien debe quedarse sin atención sanitaria o
sin maestro de cualquier materia, que sea mi nieto antes que cualquier familiar
directo del último eurodiputado del último país incorporado al gremio. Y como el
nivel de participación en las elecciones europeas es el que es, otro botón más
que muestra lo contento que estamos. Al final, mis pobres padres (q.e.p.d.) se
van a sentir mal, allá donde estén, por no haberme criado con un poco más de
ambición. Lo mismo hubiese llegado a concejal de mi pueblo.
Las dos fotos (inglesas, por más señas) son de un servidor.
Me pagué yo el viaje y la estancia (en Torquay-Devon). Unos espejos en Tower
Bridge obraron el milagro de que aparezca un servidor. Porque también me di un
salto a London.
Bueno, se acabó la cuesta (para ti y para mí, que no para
los europarlamentarios) y ya estamos en carnavales. Luego semana santa, que
empatamos con las fiestas de mayo, verano… Y las sedes de algunos partidos, a
cal y canto. Pero nadie, aquí tampoco, se dará por aludido. Ya está, que te
conozco.
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