lunes, 3 de febrero de 2020

Good-bye

Se va, sí. ¿Pero estuvo alguna vez el Reino Unido? Un repaso a la historia europea tras la conclusión de la segunda guerra mundial nos sumerge en un mar de contradicciones y razonables dudas. No ya desde 1973, año de ingreso en la UE (Unión Europea) del United Kingdom, sino desde los remotos tiempos (1951) en que se creó la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero), y años después (1957) con el arranque de la Comunidad Económica Europea y los posteriores vetos del general De Gaulle, los altibajos han marcado la agenda de una unión con más de un descosido. Como leí en estos días, ha sido casi medio siglo de matrimonio mal avenido.

Cuando eches una visual a estas líneas, la UE tendrá un estado menos en su organización. Pero el Parlamento de la entidad supranacional no descontará los 73 diputados que correspondían al Reino Unido, sino que solo disminuirá 46, repartiendo los 27 restantes entre los países supuestamente mal representados según el número de habitantes. A España, en suma, se le añaden 5 (pasamos de 54 a 59). Y por ahí van los tiros de mi comentario. Porque en el derrotero histórico me pierdo. Para tal menester están los sesudos analistas de las tertulias en los medios audiovisuales. Incluyan las teles locales, en las que cualquier cachanchán (o chanchullero) es capaz de realizar una disertación de altísimo contenido en verborrea del exabrupto y se queda más fresco que una lechuga en la nevera. Alzan su VOX sin rubor alguno.

Se han despedido los parlamentarios británicos entonando Auld Lang Syne (Hace mucho tiempo), una canción escocesa utilizada para momentos solemnes. Y entre los versos que proclaman el valor de la amistad, no sé si la desazón por abandonar el mullido sillón (indagar en Internet de celebradas sobadas en los mismos) y la tristeza de que su puesto va a ser ocupado por un culo de otro país. Porque lo que sería lógico para cualquier ciudadano de a pie, no lo es para los que se reparten los dineros públicos con una alegría digna de… mandarlos para cierto sitio. Es decir, si se van 73, pues 73 menos y punto. De los 751 que estaban, se debería quedar en 678. Pero no, lo dejamos en 705.

Podría ocurrir que con tan peculiar método de no reducir el número de escaños  ̶ si la UE continúa demostrando debilidades y siguen abandonando el barco más estados miembros ̶  que las formaciones políticas de los países respectivos no dudasen en volcarse en las elecciones de cada cinco años por la bicoca económica que ello supone. Porque los candidatos que no salieron elegidos en el último proceso electoral, y ahora les ha caído la lotería de verse agraciados por la sustitución de los británicos fugados, están bailando sobre una pata sola. No es para menos. Te lo intento resumir:

Me fui a consultar en fuentes nada dudosas y comprobé que el sueldo de los afortunados asciende a 8.757,70 euros al mes. Luego existen las denominadas dietas de carácter general (para gastos de teléfono, correos, equipos informáticos…), que suponen a cada señoría la nada despreciable cantidad de 4.563 euros. Pero, además, cuentan con las dietas de estancia; apenas una minucia de 323 euros diarios. Los viajes, en clase business, completamente gratis. Y cada uno de los parlamentarios puede contratar (enchufar) hasta tres asistentes (en algunas ocasiones, hasta cuatro). Me imagino que se turnarán en el sacrificado trabajo de llevarle el maletín para que no se hernie el político.

¿Escandaloso? No, lo siguiente. Es otra prueba de la desafección que se pone de manifiesto en todos los sondeos. Pero como Estrasburgo y Bruselas nos pillan algo lejos, a seguir pagando. Los impuestos dan para casi todo. Y si alguien se tiene que quedar en tierra porque el avión se llenó, que sea yo y no el ilustre que me representa. Si alguien debe quedarse sin atención sanitaria o sin maestro de cualquier materia, que sea mi nieto antes que cualquier familiar directo del último eurodiputado del último país incorporado al gremio. Y como el nivel de participación en las elecciones europeas es el que es, otro botón más que muestra lo contento que estamos. Al final, mis pobres padres (q.e.p.d.) se van a sentir mal, allá donde estén, por no haberme criado con un poco más de ambición. Lo mismo hubiese llegado a concejal de mi pueblo.

Las dos fotos (inglesas, por más señas) son de un servidor. Me pagué yo el viaje y la estancia (en Torquay-Devon). Unos espejos en Tower Bridge obraron el milagro de que aparezca un servidor. Porque también me di un salto a London.

Bueno, se acabó la cuesta (para ti y para mí, que no para los europarlamentarios) y ya estamos en carnavales. Luego semana santa, que empatamos con las fiestas de mayo, verano… Y las sedes de algunos partidos, a cal y canto. Pero nadie, aquí tampoco, se dará por aludido. Ya está, que te conozco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario