martes, 18 de febrero de 2020

Qué mal perder

Cuando me siento ante el teclado del ordenador –tarde del lunes 17 de febrero– es mi intención escribir unos párrafos relacionados con la postura de políticos y ¿periodistas? portuenses que han iniciado tremenda cruzada contra el gobierno municipal. Lanzan ingentes andanadas y cargas de profundidad contra un pacto legítimo, surgido del voto de ciudadanos libres, pero que parece no satisfacer a quienes se vieron descabalgados de la poltrona. Cuentan estos –los políticos opositores– con el apoyo incondicional de voceros deslenguados que proyectan sus proclamas a través de ondas electromagnéticas o hercianas y con la mala bilis que algunos perdedores arrojan (o vomitan). Y ‘ambos dos’ grupos, que diría un buen amigo, qué mal perder demuestran.

Luego, enterado de las condiciones que quiere imponer Pablo Casado a Pedro Sánchez para lograr acuerdos de estado, y que pasan porque el actual presidente del gobierno asuma el programa popular-voxiano, me retrotraje a épocas en las que dialogar era sano ejercicio. Tiempos en los que intercambiar opiniones alejados de posiciones inamovibles, conducía a entendimientos mediante los clásicos estiras y aflojas. Bajo la máxima, siempre, de ‘un respetito es muy bonito’.

Y opté, al final, por echar mano de unas décimas recientes. Como terapia. Porque luchar contra advenedizos es complicado. Máxime cuando disfrutan de audiencias de “helebadícimo niber curturar” que jalean repertorios de sublime exquisitez.

Un sesudo periodista
acusa sin ton ni son
y el aludido en cuestión
ya debe tener prevista
su defensa sin ser vista
la prueba que lo incrimina,
parece valer la inquina
o afán de notoriedad
y se lanza la maldad
de la forma más cochina.


Pretende este derechío
negarse a todo progreso,
con el batallón en peso
metido en tan fuerte lío.
Compiten en desvarío
voxianos y populares,
que con salmos y cantares
nos lanzan hacia el infierno
y que allí el fuego eterno
nos queme hasta los pensares.


Se cruzan los improperios
en el fondo del barranco,
donde debe estar el blanco
de todos los vituperios.
Unos voxeros muy serios
disparan sus andanadas
como auténticas manadas
de lobos asaz hambrientos,
que aúllan como  los vientos
lanzando cancaburradas.


Ay, cachorros populares,
los que viven bien del cuento,
no se pierden un evento
de los muchos de estos lares.
Sus raquíticos pensares
disimulan presumiendo,
incluso con buen atuendo,
de carencias bien notorias,
dando vueltas como norias
y patujadas vertiendo.


Con un léxico exquisito
se prodiga un amargado,
de quehacer tan calcado
al grupo del despepito,
que pone proa expedito
por entornos ranilleros,
dejando a todos en cueros
con su mordaz proceder,
porque es él, al parecer,
el líder los hueveros.


Ya está. Aun a sabiendas de que algunos piensan que la ‘poesía’ –así me lo manifestaron– no sirve para opinar. Sin darse cuenta de que estas décimas son renglones rimados en base a un esquema prefijado, pero jamás poesía. Poetas y poesías son palabras mayores. Esto es, simplemente, entrenar la neurona.

2 comentarios:

  1. Excelente y divertido discurso en favor del entendimiento y el consenso entre partidos políticos.

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  2. Algún interés tiene no alguno, sino muchos. ¡Que vergüenza...! Periodistas con fines políticos.

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