María Noelia González Daza, segunda teniente de alcalde,
concejala, entre otras muchas facetas, de Patrimonio. Elemental su
incorporación.
Isabel Elena Socorro González, séptima teniente de alcalde, concejala
de Cultura, Patrimonio Histórico y Edificios Públicos. Más claro, el agua.
Patrimonio (Noelia) y Patrimonio Histórico (Isa), así nos va. Mira que hay
chiringuitos en esto del ordeño de la teta pública. Así pueden permitirse el
lujo de aumentar ‘su’ patrimonio.
Moisés Darío Pérez Farráis, tercer teniente de alcalde, concejal
de Hacienda y Obras Públicas. Evidente, ¿no?
Macarena Hernández González, concejala de Participación
Ciudadana. Y como es asidua por las tardes en emisiones radiofónicas (hasta
pensé que ella llevaba el programa; maldito Facebook chivato), qué mejor
embajadora para inculcar en la ciudadanía el respeto por la historia.
Olga Jorge Díaz, concejala de Servicios a la Ciudadanía. Si
repasas el primer párrafo, queda clara su incorporación. Lo que no entiendo
bien, Manolo, es el afán de tanto reparto. Acabaremos en el pueblo imitando a
los ayuntamientos que han nombrado una concejala para la tenencia de animales.
Sin especificar de cuántas patas ni en qué corrales transitan.
Laura María Lima García, sexta teniente de alcalde y
concejala de urbanismo. Pues cualquier actuación en este particular que hoy
tratamos, tendrá que ver con la planificación y el desarrollo. De cajón,
pienso.
Carmen Rosa Pérez González, concejala de Educación y
Responsabilidad Patrimonial. Por lo uno y por lo otro. Me imagino que sabrá
dónde queda La Gorvorana.
Y como se trata –a perdonar la reiteración del primer
párrafo– de hacer partícipes a cuanta más gentes mejor, se me ocurren, para
terminar, dos consideraciones:
Una. Historiadores existen en el pueblo para impartir los
cursillos que menester fueren y elevar el nivel cultural, al tiempo de crear la
conveniente conciencia ciudadana. Aprovechémoslos y aprovechémonos. Abonando sus honorarios con la misma
generosidad con la que se ha fijado los sueldos de los cargos públicos. Porque
si fuimos capaces de inventarnos unas reuniones mensuales bien retribuidas
para los supuestos no liberados, cómo
escatimar esfuerzos en tan loable iniciativa. Y los primeros en matricularse,
para dar ejemplo, los (las) concejales (concejalas). Por aquello de la
gilipollez inclusiva.
Dos. Como aún, que yo sepa, no se ha nombrado Cronista
Oficial, observo, con enorme regocijo y mayor satisfacción, que abundan
representativas narradoras en ciertos espacios radiofónicos, amén de las que
llaman por teléfono, que saben de todo, y más. Diseccionan la realidad
cotidiana con una presteza y diligencia que ya bien quisieran para sí los
examinadores post mortem. Me parece
que es de justicia incorporarlas al equipo.
No atisbes, Manolo, ni siquiera en un desliz del
pensamiento, tintes humorísticos o irónicos en este comentario. Ha sido
elaborado con esmero y expuesto a tu consideración en el convencimiento de
prestar un servicio (gratuito) a la comunidad en la que me desenvuelvo. Uno que
se codeó décadas atrás con apellidos ilustres como Gálvez, Alvarado-Bracamonte,
López de Vergara, Grimón, marqueses los unos y marquesas las otras, amén de
contemplar cómo Bonnín nos ponía guapo el corredor de la entrada, que
sobrevivió a duros temporales en los inviernos, que bajó cientos de latas de
aceite para los motores que elevaban las aguas en Gordejuela, que trabajó,
también, durante bastantes veranos en la platanera de la finca… Qué podría yo
contarle a quien tuvo la suerte de nacer con una talega de pan bajo el brazo.
No permitas que sigamos ostentando el triste récord de
pueblo que no ha movido un dedo por mantener su legado histórico. Bájate del
correíllo y ponte a trabajar. Porque cuando las besuquionas se den cuenta del fiasco, no te arriendo las ganancias.
Y si no, sigue en el Parlamento pero deja paso a alguien que muestre algo más
de preocupación. De qué nos vale el cartel en El Castillo de Villa Histórica si
le estamos dando dos patadas en el culo un día sí y el otro también.
Por último, si entiendes que la culpa es de tus
predecesores, recurso del político de cortas luces, debo señalarte que en el caso de La Gorvorana mires bien la escritura de propiedad municipal. Por si se te ocurre meter en el saco a Santiago
y a un servidor.
A perdonar la incursión sabatina, pero cuando escribo de lo que
me duele, lo siento, me extiendo. ¿Verdad, Manolo, que tú me entiendes?
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