jueves, 18 de junio de 2020

Ojalá que llueva café

Siempre será preferible a la tierra que cae ahora. Cuatro gotas y cualquier rincón exterior de la casa hecho un asquito, porque cada una de ellas arrastró cinco o seis kilos de polvo africano. Y lo mismo me da que sea del Sahara que de una latitud más baja. Los balcones y la azotea han quedado dispuestos para sembrar papas. Solo me queda pendiente elegir la variedad. El martes por la mañana me dio por pasar un trapo –imagínate cómo quedó el pobre– y por la tarde me dieron ganas de llorar. Tanto me enfadé que me senté ante el ordenador para teclear esta bobería que estás leyendo tú el jueves. Porque ya tenía programadas las tres entregas de La Gorvorana, ese divieso en el trasero de todos los que han gobernado en este municipio desde que José Vicente firmó el convenio urbanístico que vendió muchos chalés en aquella zona y el ayuntamiento pasaba a ser propietario de una ruina. Preñada de historia, pero una devastación. Ay, si Francisco Bonnín Guerín levantara la cabeza y observara el desaguisado en sus frescos del corredor o galería. Pero como no hay mal que por bien no venga, lo mismo nos hemos levantado con lluvias más decentes. De esas que limpian también el espíritu. De tal posibilidad algo le escuché a Vicky Palma.

En mi particular caso, que venga servida a modo de cortado. Por pedir que no quede. Y como aún no se ha resuelto la denuncia por la supuesta contratación ilegal en torno al concierto carnavalero de Juan Luis Guerra, asunto en el que se halla implicada la Cadena Ser, o Radio Club Tenerife, cuestión sería de que se pinchara dicha canción al menos cuatro veces cada cuarto hora a ver si se limpia la atmósfera y puede uno respirar con fundamento. Porque está claro que con ese olorcito a café recién hecho, se te queda el cuerpo relajado. Aunque luego no duermas por la noche.

Donde también sería conveniente que cayera un buen aguacero es en los alrededores del palacio que le pagamos al Borbón descarriado. Sí, torcido porque las caderas ya no le aguantan tanto trulenque y cambado por una línea de actuación tan empenada como sus oscuros intereses. Y desde aquí elevo mi formal protesta por haberse unido el PSOE a PP y Vox en el rechazo a la comisión de investigación. Aunque soy el primero en reconocer, y ya lo he manifestado en ocasiones anteriores, que las comisiones parlamentarias no sirven sino para que sus señorías añadan un plus a sus esmirriados sueldos, ya va siendo hora de que se ponga coto a tanto desmán. El inviolable permanente sigue riéndose a mandíbula batiente de los paganinis. Y como las leyes, también la Constitución, no pueden ser asideros a conveniencia, cámbiense, deróguense o mándenlas para cierto sitio, pero ya está bien. Como si la historia borbonil ya no arrastrara la losa suficiente como para que el cazador de elefantes, y de otros animales de menos patas, pusiera la guinda del pastel sin que los poderes del Estado muevan un dedo.

Ojalá, pues, que llueva café. En el campo y en las zonas urbanas. Y que lo deje todo negro. A lo peor así, ante tan oscuro panorama, despertamos y tomamos otros derroteros. Para encauzar un mundo que va a la deriva. En el que nos tropezamos con unos dirigentes que requieren unas buenas enchumbadas.

Voy a ver si me distiendo un poco o me tomo unas vacaciones. Porque esta vida de jubilado me trae de un estresado subido. Ni el virus ha sido capaz de que me desacelere un fisco. Y menos mal que le puse freno a las redes sociales. Que ahora solo utilizo (Facebook) como trampolín del blog y no como vehículo de encontronazos con los pesados. Porque algunos –sé con qué ánimos pero no lo manifiesto– se empeñan en pintar muros ajenos sin percatarse de los posibles daños y perjuicios que pueden causar. Y como las capacidades de aguante tienen sus límites, a seguir el consejo de mi padre: cortando aquello se aprende a lo otro.

Hasta mañana, que ya es viernes y toca en Punta Brava. Nosotros nos entendemos. Otra semana más y el curso finiquita. Aprovechen los meses de verano para conocer Canarias. Pero sin necesidad de volverse loco, que con una ya tuvimos de prueba.

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