miércoles, 13 de febrero de 2019

44: Casi se mea Bentor

Cuando se acostumbra a incumplir promesas, cualquier excusa es válida para intentar seguir aupado. Al señor Domínguez le parecía conveniente, tiempo atrás, no repetir más de dos mandatos en un cargo. Ha debido cambiar de opinión. Aunque, en realidad, lo que realmente le preocupa es el ascenso. Como el Cabildo le falló, ahora intenta que sea el Parlamento su próximo echadero. Se lo adelantó a Moisés Grillo (entrevista en Diario de Avisos, periódico tan entregado a determinados intereses económicos que ni siquiera aprovechó esta primicia para el título correspondiente, por si el chiquito palmero se pone currito y cierra el grifo). Generosamente remunerado, claro. Ya en el pueblo estamos acostumbrados a sus desapariciones. Solo interrumpidas por las sesiones fotográficas y las raciones de efluvios amorosos en los comercios que aún siguen abiertos. Hechos con los que entiende pueden quedar satisfechas las aspiraciones de los electores (y electoras) que bailan sobre una pata sola (y no se lavan la mano ni la cara durante una o dos semanas), mientras se construyen hipódromos, piscinas, auditorios, parques naturales, se restauran casonas emblemáticas, se adquieren edificios cargados de profundo simbolismo… Al tiempo,  se cuestionan las políticas de organismos que han inyectado en la Villa de Viera muchos millones euros… Qué alegas, insensato. Vas a comparar, ignorante… No, perdona, pero es que pasé el domingo pasado por El Lance y se me antojó que Bentor (mucho más inteligente y digno que los abducidos), quien debió contemplar la movida desde atalaya tan privilegiada, se había meado… de risa. Qué bueno es tener espías y confidentes en todos lados. Al menos ya desperté a uno que era muy popular.

Se presentó don Manuel
en Tigaiga el otro día,
y sigue con la manía
de pensar que solo él
debe jugar el papel…
¡de mentiroso convulso!,
al seguir echando un pulso
con promesas incumplidas
–tantas veces repetidas–
en nuevo alegato insulso.

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