jueves, 7 de febrero de 2019

38: Pobre Venezuela

Aunque todos, hayamos estado allá o no, cantamos idéntico estribillo: qué pena de un país tan rico… Y le he escuchado reiteradamente a Maduro esa contradicción, pues sostiene que los Estados Unidos solo pretenden quedarse con las riquezas que la pródiga naturaleza ha estimado conveniente regar por las fértiles tierras venezolanas. No será un servidor quien le quite la razón. Pero lanza una retahíla de elementos tan valiosos que uno patina en seco al no comprender cómo es posible que con ellos no haya sido posible sacar de la miseria al pueblo. A no ser que el propio régimen actual dé por sentado que mucho debe estar fallando en el reparto de los bienes, lo que iría en contra de sagrados principios socialistas. Como nado en un mar de confusiones y sentimientos encontrados, me repatea el que se recurra a las redes sociales para debatir cuestiones de tanta enjundia. En las que se vierten sesudos análisis que te provocan retortijones de estómago, como si hubieses ingerido un par de arepas más de las estrictamente recomendables. Van dos décimas concatenadas:


El afer venezolano
no veo yo que difiera
de otro proyecto cualquiera
por su tratamiento plano.
Los sesos yo me devano
al intentar comprender
un tema, que debe ser,
más serio que el comentario
ligero del visionario
que en la red quiere vender

asunto de tal calado,
desviando la atención
sin mayor preocupación
y con total desenfado.
El problema así es tratado
con ligereza absoluta,
incluso a otros se imputa
todos los males habidos,
al creer que repartidos
se puede cambiar la ruta.

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