Para casi todos. Aunque se palpa un ligero entusiasmo a
favor de que los índices de abstención desciendan de manera considerable con
respecto a anteriores comicios. Entiendo que es fundamental. Y sumergidos ya en
la vorágine de estos dos meses largos (que serán más de tres con las del 26 de
mayo) de campaña electoral, tienden a reproducirse los esquemas de siempre:
atacar inmisericorde al que sondeos y encuestas colocan en primer puesto. Los
que jamás lo han apoyado, por razones obvias. Y los que en algún momento le han
echado una mano en votaciones puntuales, para intentar delimitar territorios.
Se vive en la actualidad con un resurgido Pedro Sánchez, quien es diana de
cuanto dardo se dispare en esta España nuestra. Bueno, por el ondear de
banderas, parece que más de unos que de otros. Como si los cariños se midieran
por los metros de tela desplegados. Sintomática es la diarrea mental del PP y
Ciudadanos, quienes ven enemigos por ambos flancos y han estimado oportuno
escorarse aún más hacia los linderos del despropósito. Hasta cierto
francés-catalán se halla asustado y lo mismo cambia de ribera (o de rivera,
vaya usted a saber). Como cada vez son más los que han fijado su posición con
respecto a la papeleta a depositar en la urna, yo no pienso dejar pasar mucho
más tiempo y ya tengo casi decidido el voto. Un día de estos lo hago público.
Por vientos desfavorables
con Sánchez quieren romper,
pues todos, al parecer,
escuchan ruidos de sables.
Existen muchas variables,
pero todas las encuestas
vaticinan indigestas
en próximas elecciones,
mas me da que estas acciones
no son sumas, sino restas.
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