“La desvergüenza de Pedro Sánchez no tiene límites”. El hecho
de destituir al presidente de la Zona Franca en Tenerife no le ha sentado nada
bien al Partido Popular. Y su presidente insular, siguiendo las instrucciones
madrileñas de Casado, se ha lanzado a la yugular. Es un acto “poco ético e
irresponsable”, porque con “nocturnidad y alevosía”, el “desgobierno del
todavía inquilino de la Moncloa”, en sesión del pasado viernes en Consejo de
Ministros, adoptó el acuerdo pertinente.
Y me pregunto yo si el citado órgano de gobierno tiene la potestad de hacerlo,
porque de no ser así, entonces sí que estaríamos frente a una acción de una
enorme gravedad. Por lo tanto, señor Domínguez, lo de nocturnidad y alevosía
deberá ser otra metáfora. De esas a las que últimamente son tan aficionados
desde que los 600.000 puestos de trabajo andaluces se han quedado en un limbo.
Y cuando observé al diputado regional Antona en Madrid (lunes, 18 de febrero) recibiendo
a los eurodiputados expulsados de Venezuela, tuve que salir al patio para coger
algo de aire fresco. Desfachatez, cinismo y todos lo sinónimos posibles son,
estimados populares, sus reiteradas ausencias del puesto de trabajo. Que el alcalde
realejero se lance a soltar sandeces sin antes mirarse al espejo demuestra la
alta capacidad de quien rige los destinos de la Villa de Viera. Por lo visto
cree que la ciudadanía es igual de corta que el alumbrado público que usted
privatizó. Y se va a pegar un estampido a poco que los electores piensen algo
más que lo que hace él, mero ejemplo. Porque de ética no va sobrado,
precisamente.
Mi alcalde se ha permitido,
como un cura de estos lares,
elevar a los altares
un insulto repetido.
“Ambos dos” han decidido
plasmar de forma patente
el ultraje al presidente
con improperios variados;
¿y qué entiende por pecados
quien se declara creyente?
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